Revista Opinión

Educación: ¿Es importante poner límites a nuestros hijos?

Publicado el 23 marzo 2018 por Carlosgu82

La sociedad actual vive inmersa en un consumismo que busca satisfacer satisfacciones de forma inmediata e ilimitadamente. Pero, también sabemos, que nuestro Universo está lleno de límites y esto es lo que hace posible la diversidad.

Comenzamos a encontrar límites desde el instante en que somos concebidos, tratando de expandirnos al mismo tiempo que adquirimos experiencia y conocimientos. Sin embargo, los límites nos permiten sentirnos seguros y estables, y mirar hacia nuestro interior.

Existen límites en la forma en que nos relacionamos con los demás, con el fin de encontrar nuestro equilibrio, por lo que es absolutamente esencial el auto-límite.

En este sentido, la educación requiere de una auto-educación. Comprender los límites en los que podemos movernos, para beneficiar a nuestra familia y a nuestra sociedad, es  fundamental.

En el proceso de crianza existen padres que presentan complicaciones para establecer límites a sus hijos y resulta interesante constatar que muchos de ellos no son capaces de ponerse límites a sí mismos. Por otro lado, existen modelos de educación que promueven no colocar límites a los hijos para favorecer su libertad. No obstante, a todo niño le falta el saber necesario para entender el funcionamiento de su entorno, además de la experiencia para ponerse límites.

En la crianza, la falta casi en su totalidad de límites hace de nuestros hijos seres caprichosos y que lo desean todo y rápido, sin mayores esfuerzos. Surge entonces la duda de cómo podrían desenvolverse en un entorno lleno de límites y de competencia. Otro factor en la educación que agrava el problema es que se inviertan los roles, es decir, cuando es el hijo el que toma las decisiones y el adulto quien obedece y le pide permiso, lo que genera enormes desequilibrios a nivel de familia.

En consecuencia, falta crear esa conexión entre los dos extremos, de manera de que no se confunda la permisividad con el cariño y el amor, y por otra parte, la libertad con el libertinaje. Una crianza saludable encontrará la manera de educar poniendo como eje fundamental el respeto, delimitando a partir del amor y acompañado por el saber.

Se trata, entonces, de una educación para la libertad, lo que ayudará a nuestros hijos a ser adultos responsables, respetuosos, equilibrados y, por sobre todo, felices.


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