Revista Diario
El pasado viernes escribía acerca de la educación maternal, mis impresiones, mis ideas acerca de la carencia de educación en lo femenino y en lo relacionado con la maternidad.
Hubo muchas opiniones, todas las leí atentamente y por eso he querido escribir un nuevo post sobre el tema.
Yo hacía hincapié en la devaluación del papel de la mujer, no como persona, sino como madre. Las mujeres somos personas de primer orden, que ya era hora. Lo nuestro ha costado llegar hasta aquí. Pero nuestro papel de mujer ha quedado relegado. Debe ser que nos hemos creído que si nos parecemos a los hombres mejoraremos. Y eso, creo que está muy lejos de la realidad. Se proclama a los cuatro vientos que somos iguales. Aún a riesgo de que me tiréis piedras os diré que yo no estoy de acuerdo con eso. No somos iguales, no tenemos por qué serlo, y, ¡¡menos mal!!. Los hombres son hombres y las mujeres,…., pues mujeres. Somos distintos, y eso es hermoso. Somos iguales en derechos, en deberes, pero distintos en esencia, en necesidades, en funciones. Pero eso no es malo, la diversidad es muy hermosa.
Y esa diversidad nos concede a nosotras el don de la maternidad. Estamos en un momento social donde la maternidad es un lastre importante, donde nos graban a fuego que ser madre nos limitará profesionalmente, nos limitará como personas, nos cortará las alas, nos restará libertad….. ¡Vaya! Con estas expectativas a ver quién es la guapa que se atreve.
¿Por qué motivo nos queremos ver como hombres?. Como mujeres, antes relegadas, nos hemos dado cuenta de los fallos de esa vida. Por qué queremos ser iguales a toda costa. Todo esto parece tener un efecto rebote.
Comprendo que han sido siglos de mujeres secundarias, relegadas en el hogar a tener hijos, como si esa fuera su única función, como si solo sirvieran para ello. Pero, ¿la venganza es querer ser ellos?. Somos nosotras, sin más. Con esto no quiero que ningún hombre se sienta mal. Pero han sido muchos siglos de supremacía masculina, frente a mujeres ninguneadas. La historia así lo dice.
Insisto en que todas las personas somos iguales en derechos y deberes. Todas, sin importar sexo, raza o condición. Pero eso no significa que perdamos nuestra identidad. Y desde mi humilde punto de vista, considero que eso es lo que está ocurriendo.
Lo bonito y bueno que tenemos ahora es que podemos compartir hombres y mujeres cosas que antes eran impensables. La familia tiene ahora un reparto equitativo. Y aunque nuestro papel como madres es relevante al extremo, los padres asumen responsabilidades que históricamente nunca habían sido suyas. Esto nos da una nueva dimensión, las madres estamos más apoyadas que nunca. Nuestras parejas, los padres de nuestros hijos suponen un firme mástil al cual sujetarnos.
Ser madre hasta puede estar mal visto. Hablaba yo en el otro post y de pasada de madres adolescentes. Ante todo pido disculpas porque no fui lo suficientemente clara. Una noche medio en vela y un peque a mi lado no ayudan a una redacción clara. Lo que quise decir es que lo deseable no es que una adolescente sea madre. Una adolescente ha de llegar a ser mujer, y ya luego cuando se vea preparada y lo desee será mamá. Lo que quise explicar es que eso no es el fin del mundo. Que una adolescente sea madre no quiere decir que se le acabe la vida, que haya cometido el peor de los errores, o que sea la peor chica del mundo. Yo conozco a un par de madres adolescentes, que a día de hoy son mujeres responsables, madres maravillosas y cuya vida ha ido girando y volviéndose normal.
¿Y qué pasa con aquellas mujeres que deciden, porque así lo desean ser madres antes de los 30?. En nuestra sociedad parece necesario y obligado superar esta barrera para empezar a plantearse tener descendencia. La carrera y el trabajo mandan. ¿Y si se desea antes?
¿Y qué me decís de las mujeres que abandonan una carrera laboral prometedora para dedicarse a educar y criar a sus hijos?. También es un error.
Hay muchas hipótesis, para mi todas válidas.
Pero lo que más me llamó la atención del anterior post, es que yo en ningún momento planteé temas como la conciliación laboral, el abandonar el trabajo, las hipotecas, los sueldos, etc, etc, etc. Pero éstos salieron a la luz. Yo solo planteé que era evidente la ausencia de educación maternal en la mujer de hoy. Planteé que a la mujer se la prepara para la vida laboral, no así para la vida emocional, para la vida femenina, para la vida maternal. Pero esto se tradujo en el gran problema de la sociedad de hoy: el trabajo, las hipotecas, la elección.
Yo no defiendo que una mujer se quede en casa para cuidar a sus hijos como mejor postura. Yo no critico a una madre que sale a trabajar dejándoles en guardería, o con los abuelos, o con una niñera. Yo defiendo que cada cual hace lo que puede. Pero el post no iba de trabajos, ni de maternidad = crianza en casa.
Lo que quise decir en su día, y que ahora repito es que las mujeres debemos darnos cuenta de la necesidad de esa educación, de esa conciencia que hemos querido dejar por el camino porque en otro tiempo nos hundió en la ignorancia y nos relegó a un oscuro plano. El tener hijos no nos hace menos interesantes que un trabajo prometedor. El tener hijos nos hace más grandes si cabe.
El trabajo, los estudios, y las elecciones que cada mujer haga son personales, yo no me meto en eso. Mi elección ha sido criar a mi hijo yo misma, en el hogar, pero yo no doy lecciones a nadie de qué es lo mejor o qué no se debe hacer. Eso es una decisión personal o mejor dicho familiar.
Yo solo defiendo la educación maternal, la educación en lo femenino, la defensa de lo que supone ser mujer. El resto son añadidos.