El desempeño profesional de un docente, y en particular el de nuestra sociedad, se ha tergiversado. Esto debido a la llamada “Educación Preuniversitaria” que ha ocasionado en muchos de los casos que la labor del docente se ubique en un canal de retroceso en lugar de progreso. Lo cierto, es que el contexto educacional en donde se desenvuelven muchos educadores se ha vuelto un ámbito estrictamente instructivo. Donde el único interés de algunos maestro y único requerimiento de las instituciones educativas es la transmisión de conocimientos a los alumnos, que garantice un alto rendimiento académico, que como en artículos anteriores mencioné, posibiliten el ingreso de los mismos a las distintas casas de estudios superiores mediante la aprobación de los exámenes de admisión.
Estamos frente a un retroceso en lo que realmente implica ser un profesional de la educación. Se está dejando de lado aquello que también es importante e indispensable en nuestra tarea de formar personas: Me refiero a los valores, actitudes, capacidades y habilidades que son la clave para que los futuros ciudadanos puedan desenvolverse satisfactoriamente en esta sociedad cada vez más compleja y competitiva.
Los conocimientos son importantes pero si estos no están acompañados de todo lo mencionado líneas arriba, no sirven de nada. El aporte de científicos, médicos, ingenieros y demás especialistas que existen se perderían si estos no fueran capaces de darlos a conocer de forma clara y sencilla para aquellos que las utilizamos. Por ello, es importante que los educadores tengamos presente el verdadero fin de nuestra profesión.
Distintas investigaciones realizadas desde hace décadas y siglos señalan que la educación no debe confundirse con instrucción: "El proceso educativo es más complejo que sólo la transmisión de conocimientos. Va más allá, implica la formación de la personalidades". Por ello, el único cambio que importa, es el cambioque cada maestro está dispuesto a realizar. El de direccionar su trabajo hacia lo realmente importante. Tarea que no es nada sencilla, pero no imposible. Siempre habrá obstáculos que vencer. Pero la recompensa será grande, si realmente cumplimos con el objetivo por el cual se es educador.
Recordemos que son seres humanos quienes están bajo nuestra responsabilidad y lo que serán en el futuro depende de nosotros. El trabajo educativo no debe vincularse con anhelos políticos o económicos. De lo contrario, seremos parte de la deformación en lugar de la formación de nuevas personas.