Revista En Femenino
Los que me conocéis sabeis que soy un gran defensora de educar con el ejemplo. En realidad creo que es la única forma de hacerlo si se quiere respetar el libre albedrío de nuestros hijos. Huyo de cualquier forma de manipulación por muy sutil que sea. Pero estos días atrás he estado reflexionando mucho sobre todo esto. Me pregunto si yo, nosotros, hijos de una educación totalmente manipuladora estamos preparados para ello.. porque nuestro comportamiento está impregnado de todo lo que recibimos.
Siempre digo que en condiciones favorables es relativamente fácil dejar ser a nuestros hijos. Es relativamente fácil limitarnos a acompañarles en su camino. Pero ay! cuando las condiciones se vuelven desfavorables! lo mamado se cuela por agujeros imperceptibles y queda a ojos de todos, sobre todo a ojos de nuestros hijos que todo lo ven. Cuando las condiciones se tornan desfavorables nuestros hijos quedan desamparados.. nosotros, sus madres y padres, desaparecemos como acompañantes amorosos para volver a ser esas niñas y niños que crecieron emocionalmente solos. Entonces somos nosotros los que necesitamos acompañamiento y nos quedamos incapacitados para ser las madres y los padres que queremos para nuestros hijos. Padres desamparados, hijos desamparados. Y nuestro actuar en estas condiciones desfavorables también son un ejemplo para nuestros hijos.
Cuando hablo de condiciones favorables/desfavorables me refiero a nuestro mundo emocional, al de las madres y padres. Porque una rabieta de nuestro hijo, por poner un ejemplo claro, no supone ningún problema si estamos con la claridad suficiente para ver que nuestro hijo solo nos necesita a su lado, acompañándole, acogiendole, ayudándole a trapasar esas emociones que le ahogan, .. pero cuando algo nos pasa, cuando lo frágil dentro de nosotros tiembla, cuando no somos madres ni padres sino niñas y niños, no podemos manejar esa rabieta.. ni la nuestra ni la de nuestro hijo. Y entonces puede que le chillemos o que le ignoremos o que le agarremos violentamente, .. y ese es el ejemplo que se colará sin que queramos, sin que podamos evitarlo en el momento.
Entonces me pregunto.. en estas condiciones, educar con el ejemplo, es suficiente? estamos capacitados para ello?
En un principio pensé que debería apoyar con palabras algunos de mis comportamientos para aclarárselos a mis hijos pero luego me di cuenta de la cantidad de cosas que debía transmitirles sin ni siquiera darme cuenta.. qué estaba buscando? algún método externo para educar sin implicarme? me temo que eso no puede ser.. y más me temo que eso no es lo que quiero en realidad.. no quiero no implicarme con mis hijos. Pero tampoco quiero repetir la historia. No quiero quedarme en el "perdona cariño.." pero volver a caer una y otra vez en la misma piedra.
Ahora mismo, mientras escribo, creo que todos nosotros, independientemente de que tengamos hijos o no, tenemos un niño más a nuestro cargo.. y es nuestro niño interior. El niño desamparado que deja desamparados a nuestros hijos. Y creo que el secreto está ahí.. tenemos que acoger a ese niño y ver cómo se comporta, por qué lo hace así y cuándo.. tenemos que ver qué necesita y dárselo.. creo que según vayamos sanando a nuestro niño interior, las condiciones desfavorables se tornarán más favorables y nosotros seremos más libres. Padres liberados, hijos liberados.
También creo, bueno.. de esto estoy segura, que no se trata de evitar emociones sino de reconciliarnos con ellas. De cada emoción podemos aprender mucho de nosotros mismos.. o eso intuyo por lo menos, porque no he llegado tan lejos aún. Quizá de aquí a un tiempo vuelva a hablar del tema desde otro lado radicalmente diferente.. vamos viendo los detalles del paisaje según avanzamos por el camino. Lo que está claro es que la ma(pa)ternidad consciente es el camino del crecimiento personal.
Os dejo con un video que seguramente ya hayais visto pero os invito a hacerlo de nuevo bajo las reflexiones que he compartido hoy. A mí no deja de impactarme por mucho que lo vea. Gracias por escuchar mis comeduras de coco.. últimamente no me levanto del diván.