He leído mucho.
Mi hijo mayor está a punto de cumplir 4 años, y en estos 4 años, más su embarazo he leído mucho, a veces pienso que tal vez demasiado sobre crianza, de todo tipo, de muchísimos autores con opiniones dispares, si, también he leído a Estivill, y entre todo lo leído me quedo con una sola cosa:
Sigue tu instinto, y ante cualquier duda actúa como actuarías con tu igual, simplemente, el respeto que le debes a cualquier persona también se lo debes a tus hijos, con mas motivo, porque además de convivir con ellos, los amas.
Y diréis: ya, esto ya lo sabíamos, pues probablemente si, pero últimamente doy con personas que independientemente de que no críen como yo(ni mejor ni peor, distinto) veo cosas que me sorprenden, y me planteo si lo estaré haciendo bien, si omito derechos fundamentales a mis hijos, o si simplemente vivimos en mundos distintos, en planetas distintos.
Me parece un derecho fundamental que mis hijos puedan elegir, optar si algo les agrada o no, que puedan decidir, pero todo tiene unas pequeñas pautas, o límites que desgraciadamente(o no) no podemos saltar, porque si no quieren comer, yo no les obligo, es su cuerpo y su derecho y soy muy consciente de que tarde o temprano tendrán hambre y comerán, pero esto implica que si no comes lentejas, dentro de diez minutos, no te daré chocolate, en cambio si tengo un puré que sobró ayer, si se lo ofreceré.
Ellos son los que mandan en sus gustos, yo también tengo mis manías y hay alimentos que no terminan de gustarme y procuro evitar en la medida de lo posible, esto me parece respeto y lógica, ahora bien, si mi hija tiene 40ºC de fiebre le voy a dar medicina, sí o sí, aunque no le guste, aunque llore, aunque se defienda, procuraré darle algo que pueda ser mas fácil para ella(el paracetamol jamás lo han tolerado, en cambio el ibuprofeno si) pero tomará medicina, porque su salud esta en juego.
No soporto ver los padres que directamente ceban a sus hijos, y convierten la hora de la comida en una pesadilla, hasta una pequeña merienda o tentempié en un parque se convierte en una guerra sin cuartel.
Mi chico grandote va al cole, pese a que estamos encantados con su cole, con su maestra(es un amor) y con su adaptación que ha sido simplemente fantástica, a veces(algunas tardes) no ha querido ir, normalmente esto está relacionado, con que nos haya visto menos(yo salgo tarde de trabajar, y algunas noches se ha dormido antes de que yo llegara) así que como tenemos mas opciones(las clases de la tarde son de 15 a 17, y estamos los dos en casa) nos lo podemos permitir, pero entiendo(porque nos ha ocurrido), que si no hay más opciones, desgraciadamente tendrá que asistir. Yo he tenido que dejarle en una guardería con todo el dolor de mi alma, porque no había mas opciones, debía ir a trabajar.
Tampoco concibo el otro extremo, tener que esperar pacientemente a que el hijo de unos amigos entre en el coche, y no, el niño no ha montado un pollo para ello, (si, yo también he convertido un viaje de 15 minutos en una hora de paradas, calmando y evitando un disgusto), pero ni siquiera has intentado sentarle en su silla, le abren la puerta y esperan a que decida subir. Vale, tu no tienes prisa, pero yo si. No quiero perder nuestra tarde en intentar que un bebé que aun no ha cumplido los dos años decida por iniciativa propia subirse al coche.
Así mismo, una vez dentro, NO, no es negociable, el cinturón y los arneses de seguridad son obligatorios, si no los lleva tu hijo(porque le molestan, le pican, etc…) yo no conduzco. Si soy, absolutamente intransigente, no admito que un capricho ponga en peligro la vida de alguien.
¿Soy poco respetuosa con mis hijos y los tuyos por ello? Yo creo que no, las circunstancias obligan, y seamos sinceros, yo la mayoría de los días prefiero quedarme en casa a ir a trabajar, pero el deber me llama.
Dar opciones aunque también poner límites, aunque me guste poco esta palabra, que suena a rejas, cárceles y opresión.
Otro ejemplo, en estos momentos la lactancia de mi pequeña esta pasando por un bache, a veces me molesta sobremanera, me duele, y necesito quitarla y esquivar su demanda con trucos y entretenimientos, paso por una época de “agitación del amamantamiento”, he hablado en muchas ocasiones con otras madres sobre este tema y me siguen sorprendiendo las que con sufrimiento y lágrimas omiten sus sensaciones y continúan dando el pecho a demanda, auténticas heroínas desde luego, pero por qué tiene mas valor la necesidad(que ya no es tanta, hablamos de bebes mayorcitos) de un niño, al bienestar de una madre? Por qué no valoramos nuestro cuerpo, nuestras necesidades? No hablamos de que el bebé vaya a sufrir, ni sea una necesidad absoluta, hablamos de un niño que se va a conformar con una caricia, un juego, una atención distinta al pecho.
Lo siento, pero no me parece lógico. El respeto a alguien nunca puede significar faltar el respeto a otros, en este caso me parece una falta de amor propio, necesitamos priorizar y darnos la importancia como personas que tenemos.
Somos madres, si, ante todo y sobretodo, pero también mujeres, personas, y nada, ni siquiera nuestra maternidad puede quitarnos un ápice de dignidad, derechos e importancia.
Hace unos días coincidimos con unos amigos (Su niño es de la misma edad que el nuestro y coinciden en gustos) en un parque, los dos interactúan estupendamente juntos, compartiendo juegos y ejercicios, hasta que la mamá de Sergio intercede, os pongo en antecedentes:
Pau esta jugando con sus palas y cubos en el parque, llega Sergio y Pau le dice:
- Ven! Vamos a construir un castillo de arena- ambos se ponen a la labor.
La mama de Sergio, que estaba entretenida con su otro pequeño, llega cinco minutos mas tarde, e intercede preguntándole a Sergio:
-Le has pedido permiso para jugar? A lo mejor no quiere jugar contigo! Vamos no le vayas a molestar.- Y se lo lleva de la mano un metro mas lejos. Mi hijo se queda sentado mirando la escena sin entender que ha pasado, Sergio un metro mas allá igualmente desconcertado, ambos sin saber por qué no pueden jugar tranquilamente juntos.
STOP! Con esas frases no están educando respetuosamente, lo siento, pero no, en principio le estas diciendo a tu hijo que no a actuado bien(y no es cierto), además das por hecho que no tiene autonomía suficiente ni educación para jugar e interactuar con otros niños, y no es así.
Porque vamos a ver si en lugar de tu hijo, fuese tu madre tomando un café con una vecina en la cafetería de debajo de casa, le preguntarías si le ha pedido permiso a la vecina para acompañarla? Seamos serios, a esto me refiero, a actuar con tus hijos como actuarías con cualquier otra persona.
La educación, el respeto, ha de ser algo natural, creo yo. Los libros están muy bien, nos dan guías en las que apoyarnos, pero siempre debemos enmarcarlos en nuestras necesidades, sin que se conviertan en una pesadilla.
Tus hijos son seres que merecen ante todo tu admiración y aceptación incondicional, tan poco práctico me parece actuar así, como ante una disputa entre niños interceder en favor del otro, humillando y quitando la razón de tu hijo.
Lo siento, pero no comparto esta forma de educar. La respeto, pero no quiero que mis hijos se críen así, porque me parece que es igual que criarse como hace cincuenta años, entre normas regias y obsoletas.
La educación y la crianza en casa me parece más una cuestión de no excederse en los extremos, de buscar un termino medio en el que los hijos, sus padres y el resto del mundo con el que vayan a convivir sean felices.
Mis hijos pintan en casa(Y si, aunque me enerva, también pintan paredes, tele y todo lo que pillan al mas mínimo descuido) pacientemente intento enseñarles donde si, y donde no se debe pintar, aunque parto de la base de que las pareces tienen arreglo y la tele también (el limpia cristales hace milagros) sin embargo si voy a casa de unos amigos, bajo ningún concepto pintarán en lugares no adecuados, a esto me refiero, y si para ello debo quitarles los rotuladores(después de amigablemente intentar explicarlo) lo haré, incluso si no soy capaz de mas, nos marcharemos de su casa, antes de hacer algo que considere incorrecto, lo mismo pido a las personas de las que nos rodeamos, lo lamento, pero no permito que tus hijos jueguen a la pelota en el salón entre mi cristalería, ni admito que golpeen los cristales con piedras, ni apruebo que jueguen con agua encima de las camas…
Mis hijos no comen si no quieren, pero intento enseñarles que la hora de comer es importante para todos, y con hambre o sin ella compartimos mesa, y eso implica que no nos levantamos mientras comemos, aunque si no tienen hambre haremos ese rato corto. Entiendo que tú, en tu casa, no lo hagas, pero si estoy en un restaurante exijo que tus hijos no corran alrededor de mi mesa molestándome, porque si ellos no tienen hambre, o los educas para que aprendan a sentarse durante x minutos, o los entretienes, o sencillamente te marchas y les das la atención que necesitan en ese momento, sin que su comportamiento implique que molesten al resto de comensales.
Y no por ello no los respeto, simplemente considero que es tu responsabilidad educarlos para la convivencia, y la convivencia implica respetarme a mi. Así que no, no soy tolerante con este tipo de acciones, ni creo que sea un mal amigo por ello, ni que vaya a crear un trauma irreparable en tus hijos.
Educar respetando implica respetarse a si mismo, en la misma medida que respetamos a los demás. Sin extremos, forjando hombres y mujeres aptos para la convivencia.
Porque convivencia y tolerancia son sinónimos.