EDUCARSE PARA EDUCAR
Hace varios años comencé a leer sobre educación positiva. Como es lógico, lo hice por necesidad, como lo suelen hacer todos los padres noveles al estrenarse en el tema. Los que habréis pasado por esa etapa recordareis lo complicado que es a pesar de la ilusión y la felicidad que, ser padres, te aporta.
Antes del nacimiento todo es fascinante, mes a mes, una se da cuenta de lo milagroso de la formación de nuestro bebé dentro del vientre pero, también se hacen patentes los miedos que generan esa cuenta atrás. No solo queda esperar e imaginar como será la cara de nuestro hijo o sus manitas, su tacto, sino ansiar que todo salga bien.
Ya estamos embarcados en la aventura más larga y ardua de nuestra vida porqué, un niño no lleva un manual de instrucciones bajo el brazo. Y averiguar qué hacer con un bebé que, llora a todas horas, no siempre resulta evidente, ni fácil.
Por eso, es a partir del nacimiento de tu hijo que, te das cuenta de la responsabilidad que ello conlleva y que por ello, tu paz se terminó para siempre. Aunque eso no quiere decir que no asumamos con valentía esta primera lección y con agrado.
Empieza el peregrinaje a bibliotecas, cursos y reuniones con otros padres en búsqueda de nuestra nueva finalidad, aprender a ser los mejores padres para nuestro bebé. El tema puede convertirse en una especie de competición (Los que son padres veteranos pueden dar fe de ello) Y tanto trabajo para acabar descubriendo con los años que, esos cursos, reuniones y encuentros en la tercera fase, no nos van a hacer los mejores padres del año.
Hace mucho que abandoné la lucha por ser una madre modélica. Eso fue cuando descubrí que, solo tenia que seguir mi intuición materna natural y si me lo permitís, os narraré como descubrí que, no hacia falta buscar una receta mágica para ser padres.
En cuanto nació mi primer hijo me entregaron un libro del Método Estivill. Muchos lo conoceréis, algunos le adorareis y otros le habréis aborrecido porqué sus métodos no dejan de ser algo radicales. Mi marido y yo lo intentamos pensando que, era efectivo, no sin sufrir por ello. La verdad es que oír llorar en soledad a un bebé ahora me parece lo mas cruel que se pueda esperar de alguien con dos dedos de frente, pero en ese momento nos pareció el único sistema. Por fin, el sentido común y la intuición nos hicieron abandonar ese método y el niño acabó durmiendo la mar de bien. Lo recalco porqué es verdad, el método Estivill me parece cruel e innecesario.
Entonces descubrí los libros de Carlos González y sus consejos me parecieron apabullantes, por evidentes. Un bebé solo quiere el contacto amoroso de la madre y el padre. La receta del éxito es esa y no otra. Besame mucho es un libro que te hace sentir lo natural que resulta educar a un bebé, sin tener que sufrir por ello. La lectura es igual de amena que educativa y proporciona la tranquilidad de saber que la crianza de un hijo no requiere de sistemas especiales, ni represiones o castigos, solo requiere mucho amor y paciencia.
Seguimos sus consejos y si le habéis leído os daréis cuenta de lo lógico y sencillo de su “método” si se le puede llamar así. En esa etapa de nuestra paternidad, el niño acabó durmiendo al lado de su padre mientras este miraba el televisor (no os escandalicéis, es algo que todos acabamos haciendo y, a la vez, negando que lo hacemos). El pequeño dormía plácidamente al saberse acompañado, a la espera que yo llegara del trabajo. Ni siquiera recuerdo cuando le metimos en la cuna y durmió toda la noche, lo hizo y ya está. Ahora es un muchacho de catorce años, sano, estable emocionalmente, muy querido, escuchado y duerme como un lirón toda la noche. Fue tan fácil que decidimos darle un hermano y repetir la grata experiencia.
Superar una etapa con éxito es una satisfacción, más si lo consigues con tu segundo hijo que, resulta igual de complicado, teniendo en cuenta que, son dos personas diferentes y con diferentes caracteres. Pero la vida sigue y se abren nuevas etapas que, sin duda, siguen siendo una fuente de aprendizaje.
Quiero decir que, me encanta ser madre, por ello, he seguido buscando para ampliar la información que me acompañe en mi aventura personal y me ha fascinado descubrir que, por suerte, se encuentran buenos consejos entre mucha paja. Una de estas joyas es la que os refiero más abajo.
Si os interesa comunicaros con vuestros hijos, en Cómo hablar para que los niños escuchen y cómo escuchar para que los niños hablen, encontrareis fórmulas para conseguir esta labor con bastante éxito. El libro ejemplifica los problemas, la reacción habitual y otra que, puede resultar tan sencilla y útil que nos sorprenderá al utilizarla con nuestros hijos. Añade unos tests de preguntas y respuestas para practicar.
Para terminar, añado a otro autor, el cual ha escrito varios libros de psicología y da unos consejos muy útiles a la hora de encaminar la educación de nuestros hijos. Augusto Cury es un psicólogo que se dedica al estudio del comportamiento infantil y da una visión muy actual de las situaciones familiares. Pero si yo pudiera aconsejaros uno solo de estos libros, aunque todos merecen especial atención, me quedaría con el último que leí, Padres brillantes, maestros fascinantes de Augusto Cury.
La lista de libros que tratan el tema es muy extensa pero, os he dejado tres de los que he leído a lo largo de estos años porqué, me parecen los más buenos y asimilables. Y a fin de cuentas, lo más importante no es seguir a rajatabla con un sistema, sino servirnos de los consejos más efectivos cómo guía para encontrar nuestro propio método o simplemente, querer con locura a nuestros hijos y escucharles, entenderlos y ponernos en su lugar, sin abandonar nuestra obligación de enseñarles el camino para llegar a ser seres autónomos y útiles.