Jacob G. Hernberger*.- Un juez chileno procesa a un oficial naval jubilado de EEUU, capitán Ray E. Davis, por el asesinato de dos ciudadanos norteamericanos en Chile durante el golpe de Pinochet, que fue apoyado por EEUU en 1973. La acusación indica que militares de EEUU y la CIA pudieron haber sido responsables del “asesinato por Seguridad Nacional” de dos estadounidenses varias décadas antes del inicio de la guerra contra el terrorismo.
Los dos estadounidenses eran periodistas —Charles Horman, de 31, y Frank Teruggi, de 24 años–. Ambos jóvenes fueron hechos prisioneros y ejecutados a sangre fría durante el golpe de Pinochet en 1973.
Por décadas, jugando al inocente, la CIA negó cualquier implicación en estos asesinatos. Luego, en 1999 un documento desclasificado del Departamento de Estado reveló que la CIA había desempeñado de hecho un cierto papel no identificado —por lo menos en el asesinato de Horman.
¿Qué papel? No lo sabemos. Desde la revelación de ese documento del Departamento de Estado, la CIA mantiene silencio sobre el caso, obviamente desde la posición que la mejor política es el secreto y el encubrimiento. De la misma manera, a pesar de que el documento del Departamento de Estado suministró claramente suficiente fundamento para designar a un gran jurado federal que se abocara a investigar el papel de la CIA en el asesinato, el Departamento de Justicia rehusó firmemente hacerlo, bajo gobiernos republicanos y demócratas.
Al mismo tiempo, el Congreso también falló y rechazó abrir una investigación sobre los asesinatos o un proceso de citación a funcionarios de la CIA para declarar cuál fue exactamente el papel de la agencia en estos asesinatos, la identidad de los funcionarios CIA que participaron en las muertes, y si el presidente Richard Nixon u otros altos funcionarios de EEUU ordenaron la eliminación física de los dos estadouniodenses. El asesinato de Horman fue el tema de la película Missing, de Costa Garvas, protagonizada por Jack Lemmon y Sissy Spacek.
La acusación chilena de un oficial jubilado del ejército de EEUU trae una nueva dimensión al caso, la confluencia de las dos ramas de la seguridad nacional del estado EEUU –los militares y la CIA–, según se dice, para llevar a cabo el asesinato de dos periodistas norteamericanos por razones de seguridad nacional.
¿Qué hicieron, supuestamente, Horman y Teruggi para justificar su eliminación?
La explicación es que durante el golpe, Horman adquirió pruebas documentales de la complicidad del gobierno de EEUU en el golpe. Por lo tanto —se argumenta—, al adquirir tal información Horman se convirtió en una amenaza inmediata para la seguridad nacional de Estados Unidos.
Por otra parte, el hecho de que Horman y Teruggi fueran liberales, izquierdistas, o socialistas, que apoyaban el régimen socialista de Salvador Allende, también pudo servir como “prueba” de constituir una amenaza grave para la seguridad nacional de Estados Unidos durante la guerra fría.
La acusación chilena de Davis argumenta que éste, al trasladar a Horman a su apartamento en Santiago, le dio a Horman un paseo por la instalación militar de EEUU en Valparaíso, donde Horman adquirió la alegada información que mostraba la complicidad de EEUU en el golpe. Después de eso, Horman fue buscado por los matones de la seguridad nacional de Pinochet, apresado y ejecutado.
Mientras nadie –excepto la CIA, y posiblemente el militar de EEUU– conoce exactamente cuál fue el papel de la CIA en el asesinato, la presunción es que la CIA y los militares [de EEUU] señalaron a Pinochet que querían la ejecución de Horman (y posiblemente de Teruggi) pero sin dejar ningún rastro que señalara la complicidad de EEUU en sus asesinatos.
Un giro irónico de esta saga involucra el asesinato de un ciudadano chileno por el régimen de Pinochet, por razones de seguridad nacional. Durante su dictadura brutal, Pinochet envió a Washington, D.C., a un equipo de asesinos de su seguridad nacional que dio muerte en las calles de la capital a Orlando Letelier, quien había servido en el gobierno de Allende.
Aunque la persona que orquestó el asesinato, un hombre llamado Michael Townley, llegó a un acuerdo muy amistoso con la fiscalía —sin duda porque había sido agente de la CIA—, por lo menos el Departamento de Justicia estadounidense trató este atentado como homicidio y no como un asesinato legítimo perpetrado por el régimen de Pinochet para proteger la seguridad nacional de Chile.
Por otro lado, sin embargo, el gobierno de EE.UU. nunca ha tratado de la misma manera las ejecuciones de Charles Horman y Frank Teruggi.
Al parecer, la idea ha sido que una vez que la seguridad nacional del estado de EEUU decide que alguien constituye una amenaza para la seguridad nacional de EEUU, incluyendo a ciudadanos estadounidenses, posee la autoridad legal para eliminar esta amenaza a través del asesinato.
Igualmente importante, la presunción parece ser que el juez final sobre qué constituye una amenaza a la seguridad nacional suficiente para justificar el asesinato de un estadounidense, o cualquier otra persona, es la seguridad nacional del estado por sí misma, ya sea a través de la CIA, que toma la determinación por cuenta propia, o siguiendo órdenes del presidente.
Todo esto, por supuesto, es una tontería. Existe una clara evidencia que indica que dos estadounidenses han sido asesinados por agentes del Estado, de la seguridad nacional de EEUU. Este no es un caso en que las víctimas sean acusadas de haber desempeñado un “papel operacional” para atacar a Estados Unidos o, incluso, entregar información clasificada embarazosa para el gobierno de EEUU.
La peor cosa que supuestamente hicieron Horman y Teruggi fue obtener información de fuentes militares que indicaron la complicidad del gobierno de EEUU en una operación de cambio de régimen en un país extranjero, y de ser liberales, izquierdistas, o socialistas.
¿Desde cuándo ocurren cosas como justificar asesinatos de la seguridad nacional estadounidense de ciudadanos norteamericanos, ya sean perpetrados por militares de EEUU o por la CIA?
No hay estatuto que reglamente asesinatos. El gobierno de EEUU, incluidos el Departamento de Justicia y el Congreso, le debe al pueblo estadounidense, incluyendo a las familias de Charles Horman y Frank Teruggi, la apertura de investigaciones oficiales sobre las muertes de estos dos jóvenes y llevar ante la justicia a todos los funcionarios de EEUU que participaron en sus asesinatos.
Si los chilenos no tienen miedo de enfrentarse a la verdad, ¿por qué lo tienen los estadounidenses?
* Abogado y economista estadounidense, fundador y presidente de The Future of Freedom Foundation (Fundación el futuro de la libertad).
En MWC News – Media With Conscience—.Traducción del periodista Ernesto Carmona.
Fuentes:
http://freedomwatchonfox.com/
http://mwcnews.net/focus/politics/15968-assassination-of-americans.html#