Marco Rubio y Rand Paul ya tienen sitio en el Senado. La ‘bruja’ Christine O’Donnell ha acusado una campaña que rozó lo surrealista y tendrá que intentarlo en otra ocasión. Los republicanos han tomado la Cámara de Representantes; a falta de concretar 13 escaños, los demócratas han perdido 60 diputados, muy por encima de los 52 de Clinton en 1994 o los 26 de Reagan en 1982.
El movimiento del Tea Party ha movido a la derecha del debate político estadounidense y los republicanos ya piensan en cómo parar el ascenso de Sarah Palin con vistas a las presidenciales de 2012. Con un Congreso dividido y abocado al bloqueo, Barack Obama inicia la parte dos de su mandato. Un paso atrás y la vitola del pacificador serán sus señas de identidad. La batalla política en las Cámaras y Obama ejerciendo el derecho de veto cuando lo vea necesario.
A la espera de la rueda de prensa convocada por Obama, el presidente se ha puesto en contacto con los líderes demócratas y republicanos para mostrar su disposición a colaborar con ellos. John Boehner, próximo presidente de la Cámara de Representantes, está dispuesto aunque pone condiciones: “Esperamos que el presidente Obama respete ahora la voluntad popular, cambie el rumbo y se comprometa a hacer los cambios que la gente reclama. En la medida en que esté dispuesto a esto, nosotros estaremos dispuestos a colaborar con él”. El republicano Mitch McConnel ha sido más claro. “El objetivo de estas elecciones es lograr que Obama no sea reelegido en 2012”, ha declarado.
Lo cierto es que el ambiente es de campaña electoral. Los cambios en el Gabinete Obama piensan en volver a ganar y abandona el ‘gran Gobierno’ de su primera etapa. Hillary Clinton, desaparecida en una gira asiática y ajena al descalabro demócrata, será una figura clave. Los posibles candidatos republicanos se han dejado ver por Iowa, estado clave en el desarrollo de las primarias. Mitt Romney o Bobby Jindal podrían dar el paso en breve.
Incluso Michael Bloomberg, que podría presentarse como independiente. Su candidatura sería la peor noticia para Obama, pues aglutinaría el voto centrista y republicano moderado. Otro escenario podría colocar a un candidato del Establishment al frente del partido conservador y otro independiente del Tea Party.
En cualquier caso, la situación actual deja a un presidente en apuros que debe reinventarse y mostrarse como la figura capaz de encontrar acuerdos. La popularidad de Obama ronda el 45%, similar a la aprobación de Reagan y Clinton en el mismo punto. Ambos fueron reelegidos. ¿Lo logrará Obama?