Reunidos en la Universidad de Wofford, en Spartanburg (Carolina del Sur), los ocho líderes que buscan llegar a la presidencia de Estados Unidos en 2012 afilaron sus posiciones en política internacional, que hasta ahora habían brillado por su ausencia en una campaña centrada en la economía.
El debate comenzó con un favorito de las críticas republicanas a la gestión del presidente Barack Obama, Irán. “Es sencillo: si reelegimos a Barack Obama, Irán tendrá un arma nuclear. Si eligen a Mitt Romney, Irán no tendrá un arma nuclear”, simplificó el ex gobernador de Massachusetts, favorito en las encuestas.
El empresario Herman Cain abogó por exprimir al régimen de Mahmud Ahmadineyad a base de sanciones económicas y rechazó apoyar militarmente a la oposición “por ahora”, mientras que Romney y el ex portavoz de la Cámara Baja Newt Gingrich no descartaron un ataque militar contra Irán. “Si todo lo demás falla, por supuesto que emprenderemos acciones militares”, garantizó Romney.
El congresista Ron Paul, un declarado aislacionista, se indignó ante lo que consideró una réplica “de la propaganda de guerra que llevó a invadir Irak” y provocó “casi diez años de devastación”, y apostó por “dejar que el Congreso decida antes de embarcarnos en guerras ilegales”.
Coincidiendo con el primer juicio encabezado por una comisión militar en la base de Guantánamo desde que Obama intentó suprimir ese tipo de justicia, los aspirantes opinaron sobre las llamadas “técnicas de interrogación reforzadas”, nombre que el Gobierno de George W. Bush concedió a prácticas como la asfixia simulada.
Cain descartó que ese tipo de tácticas puedan considerarse torturas, y se adhirió a la denominación empleada por Bush para justificar su uso en prisioneros de guerra, una postura que respaldaron Rick Perry, Gingrich y la congresista Michele Bachmann. “Que no seamos capaces de intentar extraer información de ellos para salvar a nuestros jóvenes es una aberración”, aseguró Perry. “Esto es la guerra. Estoy a favor de usar esas técnicas y lo estaré hasta que muera”, sentenció.
Paul, en cambio, opinó que esas prácticas son tortura, y como tal, “ilegales e inmorales”, mientras que el ex gobernador de Utah Jon Huntsman recurrió a su experiencia como embajador en China entre 2009 y este año para llamar la atención sobre “los valores que Estados Unidos proyecta al exterior”.
Huntsman y Paul fueron los únicos aspirantes que se mostraron de acuerdo con la decisión de Obama de acelerar la salida de las tropas de Afganistán, mientras Perry consideró que “la idea de dar un calendario a nuestro enemigo muestra un liderazgo irresponsable”.
El gobernador de Texas, autor de varios gazapos en sus declaraciones sobre política exterior y muy criticado esta semana por un lapsus que le dejó en blanco en el debate del miércoles, sobrevivió a la cita de esta noche sin lagunas visibles, y optó por recordar su traspiés con sentido del humor.
Perry logró incluso un inesperado protagonismo, el que le concedió su propuesta de enviar al Congreso un presupuesto que mantenga la ayuda exterior a todos los países en cero dólares, y dejar que los legisladores decidan si desean aumentarlo.
Aunque su idea recibió aplausos de la audiencia y el respaldo de Gingrich, el candidato se encontró entre la espada y la pared cuando debió responder a una pregunta enviada por Twitter sobre si su fórmula se aplicaría también a Israel, el mayor receptor de ayuda exterior estadounidense. “Por supuesto que sí”, respondió. “Por supuesto, Israel es un aliado cercano y es probable que el Congreso decidiera concederle una suma sustancial”, matizó.
Romney, por su parte, quiso poner el acento en una política más agresiva hacia China, y propuso incluso “denunciar su manipulación de la moneda ante la Organización Mundial del Comercio”, una medida que Huntsman consideró que “ni siquiera es viable”. Los aspirantes mantendrán un segundo debate sobre política exterior en la capital, Washington, el próximo 22 de noviembre.
[EFE/LibreRed]