Después de casi diez años del atentado contra las torres Gemelas que dejaron más de 3.000 muertos, los norteamericanos descubren el lugar donde el supuesto cerebro y enemigo número 1 se hallaba escondido. Según cuenta Leon Panetta, director de la CÍA, en la cadena de televisión NBC, la información obtenida de los detenidos en las cárceles secretas de la CIA, mediante la polémica técnica de asfixia simulada, ayudó a trazar el plan que acabó con la vida de Osama Bin Laden. El alto funcionario indica que las claves que llevaron a los servicios de espionaje a hallar el escondite del líder de Al Qaeda procedieron de “muchas fuentes de información” y no sólo de ésta. Y, al fin, todos ellas llevaron a su descubrimiento y muerte violenta, objetivo perseguido durante todos estos años, conseguido y celebrado por los americanos “a su manera”. Justamente, con la derrota y desaparición de enemigo número 1, el presidente Obama que apoya la manera americana de liberarse de Obama, consigue aumentar su popularidad en unos diez puntos.
Leon Panetta, director de la CÍA hasta el pasado jueves.
Las técnicas de interrogación coercitivas fueron empleadas, según Panetta, contra algunos de los detenidos. Y el debate sobre si se hubiera podido obtener la misma información a través de otros enfoques, es para el director de la CÍA una pregunta abierta. “Las órdenes del presidente Barack Obama en la operación, exigían matar a Bin Laden y no simplemente capturarle. Eso estaba claro. Pero también lo estaba, como parte de las reglas de la operación, que si él, de pronto, levantaba las manos, entonces tendríamos la oportunidad, obviamente, de capturarlo. Pero esa oportunidad nunca se presentó”. Panetta subraya que el Gobierno paquistaní “nunca supo nada sobre esta misión”, porque Estados Unidos se planteó de forma “deliberada” que se trataría de una “misión unilateral”. Y asegura que, tarde o temprano, la foto del cadáver se publicaría. El titular de la CIA reconoce que existía la preocupación de que las fuerzas paquistaníes respondieran a la presencia de los helicópteros y Fuerza de Operaciones Especiales de la Marina (SEALS) en una “zona tan sensible” y abrieran fuego contra sus fuerzas. “Consideramos esa posibilidad. Por eso teníamos allí helicópteros de refuerzo”.
Khalid Sheikh Mohammed.
Por la base americana de Guantánamo, convertida en cárcel, han pasado unos 800 prisioneros desde 2001, cuando los americanos comenzaron a capturarlos en Afganistán, lugar desde donde Bin-Laden dirigió el 11-S. La mayoría de ellos han sido liberados, quedando todavía unos 150. Fuerzas especiales yanquies se cebaron sobre uno de ellos, Khalid Shaikh Mohammed. Hasta 183 veces usaron con él la asfixia simulada que les permitió conseguir una descripción crucial de Abu Ahmad al-Kuwaiti, mensajero y hombre de confianza de Bin Laden. Mohammed fue interrogado sin éxito en otoño de 2003 sobre el paradero de Kuwaiti. Un año después, Hassan Ghul, miembro de Al Qaeda capturado en Irak en 2005, aseguró que Kuwaiti era una persona cercana a Bin Laden, así como a Mohammed y a Abu Faraj al-Libi, quien fue designado para suceder a Mohammed tras su detención. Libi fue detenido en 2005 y negó conocer a Kuwaiti e incluso llegó a dar un nombre distinto al mensajero de Bin Laden, descartado finalmente por la CIA por ser falso. Sin embargo, según la CNN, la agencia americana confirmaba, en 2007, la identidad de Kuwaiti como el mensajero del líder de Al Qaeda. Los servicios secretos se centraron en él, consiguiendo seguirle la pista hasta Abbottabad, una localidad rural de Pakistán, de apenas 150.000 habitantes, donde se encuentra la mayor academia militar del país. No lejos de ella residía Bin Laden.
Obama y su gabinete más cercano observan como avanza la operación. PETE SOUZA
A la una y diez de la madrugada, hora paquistaní, daba comienzo el lunes pasado la operación contra Osama, seguida en todo momento desde Langly, donde reside el cuartel general de la CÍA. En él, se dan cita el presidente Obama y su círculo más cercano de poder –Joe Biden, vicepresidente, Hillary Clinton, secretaria de Estado, Leon Panetta, ex jefe de gabinete de Hill Clinton, John Brennan, asesor en asuntos de antiterrrorismo del presidente Obama y otros–. Los Navy Seals, comandos especiales de la Marina de EEUU que llevan a cabo la operación, llegan en dos helicópteros hasta la Mansión Waziristan, en Abottabad, donde se esconde Bin Laden. Brennan comenta que Obama y su circulo siguen la operación en tiempo real. Pero Leon Panneta, le contradice al reconocer que, durante 20 ó 25 minutos (la operación duró 40) “fuimos incapaces de saber qué estaba sucediendo exactamente, lo que provocó momentos muy tensos esperando información”. Al cabo de unos minutos, reciben un mensaje en clave: “Jerónimo EKIA (Enemy Killed In Action” (“Enemigo muerto en combate”), que confirma que Bin Laden ha sido abatido en el tercer piso de su mansión. El brusco encuentro con el líder de Al Qaeda duró apenas unos segundos, según fuentes oficiales. Le dispararon a quemarropa a la cara y al pecho y, junto a él, murieron otras tres personas. Al principio se dice que es su mujer, utilizada por Bin Laden como escudo humano. Luego, se descarta que lo fuera.
John Brennan, jefe de anti-terrorismo de la Casa Blanca.
Los asesores del presidente se congratulan de la muerte de Bin Laden, quien vivía, según John Brennan, en un complejo de un valor superior al millón de dólares, situado en una zona muy lejana al frente [de guerra], escondiéndose detrás de una mujer que fue puesta como escudo. “Creo que esto habla de hasta qué punto era falso su relato durante todos estos años”. Brennan a entender que Bin Laden se ha resistido con armas en la mano y que, por esa razón, le han matado. “Aquí tenemos a Bin Laden –comentaba el jefe del anti-terrorismo en la Casa Blanca al programa Today, del canal NBC–. Su muerte ha sido la última de una serie de operaciones que hemos asestado contra la red de Al Qaeda, en Pakistán y Afganistán. Vamos a intentar sacar ventaja de esta oportunidad que tenemos ahora para asegurarnos de tener la capacidad de destruir a esa organización. Estamos decididos a hacerlo y creemos que podemos”. Dianne Feinstein, presidenta de la comisión de Inteligencia del Senado de EEUU, se suma a las declaraciones de John Brennan y afirms que Bin Laden podría haber estado viviendo en esta mansión durante unos seis años. Feinstein apuntaba, según “The Huffington Post”, la connivencia del gobierno de Pakistán con los talibanes para esconderlo. Tesis apuntada igualmente por el diario estadounidense “The Wall Street Journal” que informa de que varios vecinos de la Mansión Waziristan sospechaban de los que vivían en la mansión. Para ellos, la actividad en torno a ella era inusual. Siempre veían a una misma persona entrando y saliendo de la mansión. Además, según ellos, esta persona –Rashid, como se presentó– ofrecía siempre informaciones contradictorias sobre sí mismo: unas veces era un hombre de negocios, otras un contratista…
Jay Carney ofrece, en una rueda de prensa, detalles de la denominada “Operación Gerónimo”, llevada a cabo por los “rambos” de los Navy Seals. El portavoz de la Casa Blanca advierte que la operación fue realizada “con la más alta profesionalidad” y que los comandos que realizaron el operativo estuvieron “muy atentos” para no causar víctimas inocentes. Dice que la muerte de tres hombres, además de Bin Laden y de una mujer, se debió a la “resistencia que opusieron”. Y justifica la no difusión de la fotografía de Bin Laden muerto porque es “atroz”. Carney descarta que su muerte vaya a condicionar la salida de los soldados norteamericanos de Afganistán. “Nuestra lucha contra Al Qaeda –dice– continuará todos los días y todo nuestro personal en Afganistán está centrado en ello”. Sobre el hecho de que la Inteligencia paquistaní no tuviera conocimiento de la localización de Bin Laden o, en su defecto, lo tuvieran y no hubieran actuado, Carney asegura que el futuro de las relaciones entre ambas administraciones depende de “los intereses que compartan y la cooperación que forjen. Es una relación complicada y tenemos nuestras diferencias”. Desvela que las fuerzas especiales dispararon a una de las mujeres de Bin Laden, “que corrió hacia los soldados norteamericanos”, pero no fallece, como la esposa del líder de Al Qaeda, sino que es herida en una de sus piernas. Confirma que el asalto perpetrado duró 40 minutos. “Esperábamos una gran resistencia y así fue. Había mucha más gente armada en la vivienda”. Y resta importancia a las informaciones que apuntan que la muerte de Bin Laden beneficie “políticamente” al presidente de los Estados Unidos, Barack Obama. Bin Laden, reconoce finalmente, “se ha escabullido de nuestra vista durante mucho tiempo”.
Los detalles de la “Operación Gerónimo” llegan a la prensa a cuentagotas. Brennan confirma la existencia de fotos y de un video, no expuestos aún al público. “Queremos asegurarnos ser capaces de hacerlo de una manera cuidadosa. Y anticiparnos a las reacciones que podría haber por parte de Al Qaeda”. Dice, asimismo, que Bin Laden vivió los últimos cinco o seis años en ese complejo fortificado, que Khalid, uno de los hijos de Bin Laden, muere en el asalto, que una mujer de Bin Laden es baleada en la pantorrilla, pero sobrevive, que el mensajero, otro miembro de Al Qaeda, y una “mujer no identificada” fallecen asimismo en el asalto.
Mansión Waziristan, en la que vivía Bin Laden.
Sin embargo, a medida que pasan las horas y los días, aparecen nuevas contradicciones de la versión gubernamental. Un portavoz del Pentágono afirma: “Bin Laden vivía en una mansión que era ocho veces el tamaño de cualquier otra casa en los alrededores, bastante confortable. Él y otros combatientes usaron aparentemente, a mujeres como escudos”. Otra fuente de inteligencia asegura: “Bin Laden murió durante un tiroteo”. Luego, se desmiente que estuviera armado y que se escondiera detrás de su mujer. Panetta, intenta aclarar: “Para ser franco, creo que no tuvo mucho tiempo para decir nada. En el momento de la llegada de los norteamericanos a la Mansión Waziristan, se produjo un tiroteo. Y, al llegar a la tercera planta, encontraron a Bin Laden. Creo que fue una acción que duró un abrir y cerrar los ojos”. El director de la CIA puntualiza: “La autoridad aquí era matar a Bin Laden. Y, obviamente, según las normas de enfrentamiento, si él hubiera puesto sus manos arriba, rindiéndose y no presentando ningún tipo de amenaza, lo hubiesen capturado. Pero tenían toda la autoridad para matarlo”.
El presidente de Pakistán, Asif Ali Zardari, y el ISI (Agencia de Inteligencia de Pakistán), reconocen que sus fuerzas de seguridad fueron excluidas de la operación estadounidense que terminó con la vida de Osama Bin Laden. La colaboración se limitó a labores de información e inteligencia, según confirma un alto cargo del ISI, sin precisar si fue decisiva para lanzar el ataque o para conocer el paradero de Bin Laden. De esta forma, Pakistán intenta desmarcarse de la muerte física de Bin Laden, al tiempo que intenta justificar ante Estados Unidos cómo Bin Laden pudo vivir cómodamente durante años cerca de Islamabad. Algunos congresistas estadounidenses se preguntan cómo era posible que el terrorista viviera en un área habitada cerca de una academia de entrenamiento militar, sin que ninguna autoridad supiera o autorizara su presencia. Y el presidente Zardari y los servicios de Inteligencia se dedican a mandar mensajes ambiguos sobre si habían participado en la operación que acabó con el asesinato del terrorista más buscado del mundo o no, pese a que el presidente de EEUU, Barack Obama, dijera en su comunicado inicial que el Gobierno de Pakistán no estaba al tanto. Leon Panetta, declara que no se había informado a la Inteligencia paquistaní por miedo a que la operación se fuera al traste, lo que delata una clara desconfianza de Washington hacia Pakistán. El ISI, por medio de un portavoz, reconoce que era un poco “embarazoso”, el hecho de que Bin Laden se encontrara en aquel lugar. Y el presidente Zardari manda una columna al “Washington Post” en la que explica: “No estaba en un lugar donde habríamos anticipado que estaría, pero ahora ha desaparecido [...] Aunque los hechos del domingo no fueron una operación conjunta, una década de cooperación y sociedad entre Estados Unidos y Pakistán condujeron a la eliminación de Osama Bin Laden como una amenaza continua para el mundo civilizado”.
El presidente Obama, anunciaba el jueves la designación del director de la CIA, Leon Panetta, como nuevo secretario de Defensa y su sustitución por el general David Petraeus.
La operación contra Bin Laden había sido “histórica”, según palabras del Presidente Obama, y revelaba la “grandeza” y el “compromiso por defender nuestros valores” de una nación “con libertad y justicia para todos”. Cualquiera hubiera asegurado que Bin Laden había sido capturado para ser llevado ante un tribunal, fuera de EEUU o a la Corte Penal Internacional. Pero la realidad era otra, muy distinta. El demócrata Obama había dado su autorización para que un comando militar de élite lo cogieran “vivo o muerto”, según palabras mantenidas por George W. Bush, su predecesor, quien le felicitaría, pese a ser del partido republicano. Osama Bin Laden, el enemigo Publico número 1, había sido sorprendido desarmado, se le habían disparado varios tiros y había sido arrojado al mar como fiambre. La noticia había sido aplaudida por gobiernos de medio mundo. Lo chocante del caso era que el presidente de los EEUU justificara en público la operación y ejecución extrajudiciales con estas palabras: “Se ha hecho justicia”. Y como colofón de este hecho, tres días más tarde, nominaba a Leon Panetta, director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), como nuevo secretario de Defensa. El mandatario elogió la trayectoria de Panetta en la CIA. Y nombró al general David Petraeus, director de la CIA. Extraña manera de combatir al “terrorismo”.
Júbilo popular en los EEUU por la muerte del terrorista Osama Bin Laden.
Y, mientras el pueblo americano se alegra de la muerte de Osama Bin Laden, periódicos y revistas no cesan de exigir las fotos de su muerte. Se sabía que había recibido un disparo en el ojo izquierdo y el otro en el pecho. Pero el presidente Obama se mantiene fuerte en su decisión, negándose a mostrar aquella imagen del cadáver del líder de Al Qaeda, porque el cuerpo del terrorista “no es un trofeo”. Philip Gourevitch escribe en el “New Yorker”: “Una foto de la violencia que infliges es siempre un autorretrato. Al deshacerse de Bin Laden, Obama ha dado el paso más grande para poder dejar atrás esa etapa [la de Bush, no vayas más lejos]. ¿Queremos que una foto del cráneo de Bin Laden perforado por las balas eclipse este momento? El asesinato de Bin Laden nos permite pasar página, pero no, si esa página está impresa con un fototrofeo”. El presidente Omar aclara: “No vamos a utilizar ese material como un trofeo, no se trata de algo que haya que celebrar como si hubiéramos metido un gol; no somos así”. “Sin embargo –como dice Arcadi Espada en sus Diarios–, la clave del discurso de Obama está en otra frase: ‘Nosotros no somos así’. El otro es Bush, y su exhibición del cadáver ahorcado de Sadam. La foto de Bin Laden da a los demócratas una inesperada posibilidad de diferenciarse de sus antagonistas republicanos. Si los hechos de muerte son los mismos, que no lo sean sus fotos. La socialdemocracia siempre ha sido muy la fotogénica. Es probable que los republicanos, algunos, gocen con la exhibición de la cabellera. Pero eso no deja de ser un juicio de intenciones. Lo que cuenta es la mayor visibilidad, a veces descarnada, de su política. Su dirty realism”.
En los últimos días, la cadena Al Arabiya, citando fuentes de seguridad paquistaníes, informaba sobre las declaraciones de una hija de Bin Laden quien aseguraba que su padre había sido capturado por el comando estadounidense que asaltó la casa en la que vivía y luego fue ejecutado delante de la familia. En la casa quedaron cuatro cadáveres y las fuerzas paquistaníes detuvieron a dos mujeres y seis menores, de entre 2 y 12 años de edad. Uno de ellos, una hija de Bin Laden, de 12 años, indicó que las fuerzas estadounidenses capturaron a su padre quien, a continuación, fue disparado delante de los miembros de su familia. Según las fuentes consultadas por Al Arabiya, ninguno de los detenidos estaba armado y ninguna de las personas que se encontraban en el interior del recinto dispararon contra los helicópteros o los efectivos norteamericanos. Las fuerzas paquistaníes procedieron a un registro minucioso de la vivienda y no encontraron ni armas ni explosivos. Tampoco se encontró ningún búnker. Entre los detenidos, figuraba una mujer yemení, posible médico personal de la familia. La otra mujer, también yemení, se cree que era una de las mujeres de Bin Laden, que “quedó inconsciente durante la operación”. Según un responsable, la mujer indicó que “se trasladaron a la casa de Abbottabad hace cinco o seis meses”. Por el contrario, un responsable estadounidense señala que Bin Laden llevaba cinco o seis años en este lugar”.
“Triste euforia”, titula Jesús Maraña, director de “Público”, en su blog en el que escribe: “La muerte de Osama Bin Laden a manos de comandos especiales norteamericanos es ya considerada como el mayor éxito político de la presidencia de Barak Obama, lo cual no significa que pueda pasar a la historia como un acto de justicia. Acabar de un tiro en la cabeza con un individuo y arrojar su cuerpo al mar para evitar homenajes no puede defenderse como una forma justa de actuar. La Casa Blanca asegura que lo habrían capturado vivo ‘si hubiera sido posible’, pero diversas fuentes oficiales admiten que la orden dada a los comandos era la de matarlo. Es una de las pocas certezas, porque son muchas las incógnitas abiertas sobre la operación y algunas de las cuales posiblemente no se cierren nunca. Si Bin Laden estaba localizado desde agosto en esa casa del norte de Pakistán, ¿no ha habido una sola oportunidad en ocho meses, con sus días y sus noches, de capturarlo con vida? ¿No era prioritario interrogar al líder de la más compleja organización terrorista del mundo después de haber torturado a centenares de inocentes en busca de pistas sobre su paradero? Las imágenes de euforia en Estados Unidos por la muerte de Bin Laden responden a la lógica de un sentimiento colectivo de venganza acumulado desde la barbarie del 11-S. Algunas de ellas eran estampas no muy diferentes a las que muestran a grupos fanáticos islamistas festejando un atentado. La fortaleza de la democracia no consiste en celebrar tiroteos nocturnos”.
Bajo el título “No ha sido justicia, sino venganza”, Carlos Enrique Bayo escribe: “Lo que más aterra del ‘asesinato’ selectivo (mujer-escudo-humano incluida) de Bin Laden es que el presidente de EEUU considere –y proclame– que ‘se ha hecho justicia’ porque fuerzas de élite le han pegado un tiro en la cabeza al enemigo declarado y luego han arrojado su cadáver al mar. Si ésta es la forma en que Obama cree que se hace justicia, entonces se explica por qué ha perpetuado infamias de la “guerra contra el terror” de Bush como Guantánamo o las “renditions” (entregas) de sospechosos a terceros países donde se sabe que van a ser torturados y/o ejecutados. Como el mundo entero ha de celebrar la desaparición de un líder de terroristas, y responsable de espantosas masacres, resultará que pronto confundiremos la venganza violenta, la aniquilación militar de los (presuntos) criminales, con la administración de justicia. Pues incluso tratan de convencernos de que ‘a Bin Laden se le dio la oportunidad de entregarse antes de darle muerte’. ¿También le hicieron la prueba del ADN, para verificar su identidad, antes de dispararle? La Casa Blanca admite que las órdenes eran “matar a Bin Laden”, y no capturarlo, pero sorprende que el comando de los Seals tuviera tanta prisa en deshacerse de su cadáver, cuando sin duda se hubiera extraído información interesante de su examen forense. Igual que su interrogatorio habría sido altamente “instructivo”… sobre todo en las celdas de tortura de la base estadounidense de Bagram, en Afganistán, adonde llevaron su cadáver, tras al parecer rematarlo de un segundo disparo. Entonces, ¿por qué no se intentó apresarlo? ¿Ya no necesitan sus ejecutores conocer lo que él sabía? Lo único indudable es que no querían que compareciera ante un tribunal. Y eso no tiene nada que ver con la Justicia”.
“Transparencia –escribe Marco Schwartz en su artículo “La falta de transferencia alimenta más las dudas”, aparecido en “Publico”– es, precisamente, lo que falta al Gobierno de EEUU con respecto a la eliminación del terrorista al que responsabiliza de los atentados del 11-S, la mayor matanza de la historia en suelo estadounidense. La confesión del portavoz de la Casa Blanca de que Bin Laden se encontraba desarmado en el momento de la operación no hace sino avivar las suspicacias de muchos ciudadanos que se preguntan por qué no se detuvo al terrorista para que fuera conducido a juicio, como corresponde en un Estado de derecho. Y contribuye a alimentar teorías de todo tipo que no hacen sino engrandecer mediante el misterio al personaje que se pretende suprimir de la historia. ‘Gerónimo, enemigo muerto en acción’, comunicó en clave el director de la CIA el fin de Bin Laden. En 1886, el Ejército de EEUU logró en una acción militar que el jefe apache Gerónimo se entregara. E iba armado de un rifle Winchester”.
“Yo no quiero ver la foto del cadáver de Bin Laden –confiesa Ignacio Escolar en su blog del viernes que titula “Bin Laden en bullet time”–. Yo lo que de verdad quiero ver es la película: la grabación de ese asalto de los Navy Seals y la CIA, unos comandos que suelen llevar en el casco una cámara de vídeo. El fundador de Al Qaeda ya lleva cinco días durmiendo con los peces y, a la vista de las distintas versiones que ha dado la Casa Blanca, más que una película normal, el vídeo de su muerte debe de ser un DVD interactivo, con distintos finales según el punto de vista. En la primera versión, Bin Laden murió en un tiroteo, intentando usar a su propia mujer como escudo humano (fundido a negro, aplausos). En la segunda, la mujer ya no era escudo humano, sino que recibió un disparo en la pierna por intentar resistirse. En la tercera, Bin Laden ya no estaba en el tiroteo de la primera planta, sino que se llevó su ración de balas después del tiroteo y mientras estaba desarmado porque “se resistió”. En la cuarta, la resistencia de Bin Laden consistió en que no se rindió: en que no levantó una banderita blanca, que era, al parecer, lo único que hubiese evitado su asesinato. Como la cuarta versión deja de pena al Nobel de la Paz entre los demócratas trasnochados, la Casa Blanca ha filtrado un quinto relato: Bin Laden iba desarmado, sí, pero intentó alcanzar un Ak-47 que había en la habitación donde estaba, en la segunda planta. Y aquí vienen mis dudas: si Bin Laden tenía intención de coger su fusil y resistir como Pacino en Scarface, ¿no es un poco raro que no le diese tiempo siquiera a rozar su kalashnikov desde que empezaron los tiros en la primera planta hasta que los Seals subieron a la segunda planta y lo mataron? ¿A qué velocidad se mueven los terroristas en las películas de acción que produce la Casa Blanca? ¿A cámara lenta?
La noticia, en clave de humor: Bin Laden, vigilando los mares. Le siguen varios dibujos de Kappel, J.R. Mora, Eneko, Forges y Meiji.
La actualidad, vista por el ingenio y agudeza del humorista, Manel Fotdevila, en: Juego, Que lo digan ya, Momentos mediáticos, Revista de prensa y Rechazo.
Seguimos con los dibujos de Territorio Vergara: Hoy, el chiste lo hace Obama, No humo más remedio que matarlo, Empieza la campaña y Reacciones a la sentencia y La evolución de las especies.
Y terminamos con los de Pep Roig: ¡Pitas, pitas!, Política y Campaña basura.
Con esos vídeos, nos despedimos, hasta la semana que viene.