El pasado 7 de noviembre, el canciller Bruno Rodríguez Parrilla describió en Naciones Unidas un escenario de agravamiento de las relaciones de Cuba y Estados Unidos. Declaró que la actual administración “utiliza falsedades y calumnias como pretexto para intensificar su agresión”.
Rodríguez Parrilla hizo énfasis en las medidas que en los últimos meses han contribuido al recrudecimiento del bloqueo económico, comercial y financiero que EE.UU. impone a la Isla hace 60 años. ¿Pero qué otras acciones del gobierno estadounidense inciden en las relaciones entre ambos países?
Carlos Fernández de Cossío, director general para EE.UU. del Ministerio de Relaciones Exteriores, accedió a conversar brevemente con Cubadebate sobre elementos que en el ámbito diplomático confirman un contexto hostil tras el restablecimiento de relaciones el 17 de diciembre de 2014.
—Fernández de Cossío, más allá de las sanciones económicas, ¿qué otras señales confirman un escenario de agravamiento en las relaciones bilaterales entre Cuba y los EE.UU.?
—El ministro fue explícito al describir varios hechos que demuestran ese agravamiento. Es cierto que el énfasis puesto por él, en esa ocasión, estuvo asociado fundamentalmente a las medidas del bloqueo económico y financiero, medidas que buscan asfixiar nuestra economía y dañar al pueblo cubano. Sin embargo, el agravamiento en las relaciones bilaterales se representa también por otras acciones adoptadas por el gobierno de los Estados Unidos.
Desde la llegada al poder, un segmento influyente dentro del actual gobierno de los Estados Unidos, formado por varios sectores anticubanos, se ha propuesto deshacer todo lo que se avanzó bajo el gobierno de Barack Obama, llevar las relaciones a los puntos de mayor agresividad en el pasado y tratar de poner en el camino los suficientes obstáculos para que sea difícil en el futuro cualquier retorno o recuperación en los vínculos bilaterales.
Varias esferas de cooperación bilateral que se habían formalizado entre los dos países están casi todas paralizadas. Mecanismos de diálogo bilateral son casi inexistentes. Se han introducido obstáculos adicionales a los intercambios culturales, deportivos y educativos, así como a los vínculos entre las familias a ambos lados del Estrecho de la Florida. Está el hecho también de que se ha degradado el funcionamiento de las dos embajadas.
El gobierno de los Estados Unidos decidió unilateralmente en el 2017 reducir el personal de su embajada en Cuba, incluyendo el que se encarga de los servicios consulares, y también decidió unilateralmente expulsar de forma arbitraria e injusta a 15 funcionarios diplomáticos de la embajada de Cuba en los Estados Unidos.
Como se alertó hace prácticamente un año, la embajada de los Estados Unidos también ha estado negando visas o demorando el otorgamiento de visas para funcionarios diplomáticos cubanos en nuestra embajada en Washington. Por supuesto, eso daña el funcionamiento de las dos misiones diplomáticas y obliga a Cuba a actuar con reciprocidad, puesto que las relaciones diplomáticas entre los países se conducen sobre la base de la reciprocidad.
—¿Estas acciones podrían conducir al cierre de las embajadas?
—Sabemos que hay quienes dentro del gobierno de los Estados Unidos o personas con influencia dentro de él han promovido esa intención. Algunos de los elementos anticubanos más extremos han dicho pública y explícitamente que buscan el cierre de las embajadas. Es una ambición concebida desde que se establecieron las relaciones en 2015. Naturalmente, el gobierno de los Estados Unidos tratará de encontrar pretextos para justificarlo en la eventualidad de que se decida a dar ese paso.
En cuanto a las visas diplomáticas, no existe duda de que es algo que se trata de presentar como un incidente. Hasta hoy, que conozcamos, no es una decisión, pero no nos sorprendería que eso pudiera suceder en el futuro.
Lo que sí puedo asegurar es que Cuba tiene total compromiso con el buen funcionamiento de las respectivas embajadas en ambos países, como tenemos ese total compromiso con el funcionamiento de las embajadas en Cuba de todos los países con los que tenemos relaciones diplomáticas, y como tenemos la obligación de velar por el buen funcionamiento de nuestras embajadas en todas la capitales.
—En algún punto de esta escalada provocadora, ¿la iniciativa podría partir de la parte cubana?
—Cuba no se propone dar ese paso. No es nuestra intención, ni creemos que nadie gane con él. No gana nada nuestro pueblo, ni ganaría tampoco el pueblo de los Estados Unidos. Lo que sí es cierto, y esto debe entenderse, es que el funcionamiento de las embajadas en los respectivos países depende de la voluntad de ambas partes y se basa en la reciprocidad. Las condiciones de trabajo y de plantilla han de ser recíprocas, si bien no idénticas.
El gobierno de Estados Unidos no puede esperar que, al negarle determinadas condiciones mínimas a la Embajada de Cuba en ese país, se le vayan a garantizar aquí todas la condiciones que reclama para su misión diplomática.
Estados Unidos se niega a otorgarles visa a funcionarios de Cuba para determinadas responsabilidades en nuestra embajada que son análogas a responsabilidades que tienen funcionarios de ellos en su embajada en La Habana. Es una posición insostenible.
Debe comprenderse que nuestro país actuará siempre sobre la base de la reciprocidad. Estamos en disposición de acomodar los requerimientos de personal que tenga la embajada de los EE.UU., siempre que haya de parte de ellos la disposición de acomodar los requerimientos de personal de nuestra embajada en ese país.
—Y hay notables diferencias de seguridad entre La Habana y Washington…
—Estados Unidos es un país donde hay mucha violencia; es algo bien conocido. Ese no es el caso de Cuba. En EE.UU. las autoridades de la policía encargadas de la seguridad de los diplomáticos no siempre son capaces de garantizar plenamente la seguridad de los funcionarios de otros países, ni de las sedes diplomáticas. Tenemos amargas experiencias en ese sentido. Además, se conoce bien la tolerancia e incluso la complicidad que disfrutan los elementos más agresivos contra Cuba en EE.UU., en particular con las actuales autoridades de gobierno.
—¿Cuál podría ser la próxima medida o acción de EE.UU contra Cuba?
—Es lógico esperar que adopten nuevas medidas contra nuestro país y contra lo que queda de las relaciones bilaterales, pues es algo con lo que se han comprometido públicamente. Puede esperarse cualquiera que tenga como fin dañar a la población, perjudicar la vida cotidiana del cubano, deprimir su nivel de vida y hacerla más incómoda. Ese ha sido el sentido evidente de las medidas tomadas a lo largo de este año, por solo referirme a las más recientes. Es el motivo siniestro y original con que se concibieron las primeras medidas de bloqueo económico y ese empeño no ha cambiado a lo largo de 60 años.
También pueden dirigirse a cortar en términos aún más absolutos cualquier contacto o intercambio entre los pueblos de ambos países, incluso los intercambios entre los cubanos que allí viven y su país de origen. Debe comprenderse que le temen a esos contactos, necesitan impedir que la mayoría de los ciudadanos de EE.UU conozca Cuba y desmientan, por ellos mismos, las falsedades que se divulgan sobre este país y su pueblo.