En las próximas semanas, el Gobierno comunista de Cuba será retirado del listado de países promotores de terrorismo del Departamento de Estado de Estados Unidos, un vuelco significativo en la política exterior de Washington, que pavimenta el camino hacia la reanudación del intercambio de embajadores, pese a la oposición de un exilio afincado en el sur de Florida y la desconfianza mutua que sigue presente.
“Todo cambiará y será más ágil tan pronto abramos las embajadas. En La Habana no vamos a tener una embajada como en Londres, pero se asemejará mucho a las que tenemos en Moscú y Beijing”, ha dicho la subsecretaria de Estado, Roberta Jacobson, la principal negociadora de su país en la reanudación.
La alta funcionaria aseguró, además, que la retirada de la isla del listado permitirá la normalización de las relaciones comerciales aunque Washington no ha renunciado a su pretensión de que la incipiente iniciativa privada cubana desempeñe un papel fundamental en el nuevo clima que se proponen instalar.
“Las negociaciones están muy avanzadas aunque, de momento, no hay resultados ni puedo juzgarlos”, ha dicho la funcionaria en un seminario en la Universidad de Pensilvania. De hecho, según la ley, la administración de Barack Obama necesita esperar unos 45 días para lograr sacar a Cuba del listado. El plazo comienza a partir del momento en que decida informar al Congreso de su decisión, aunque no depende de un permiso del ente legislativo para implantarrlo. Es una mera maniobra burocrática.
De todos modos, en la misma reunión, el subsecretario para Comercio Internacional de Estados Unidos, Stefan M. Selig, ha explicado que Cuba será sacada del listado porque “el mundo ha cambiado desde que se le incluyó y es consistente con la política” del presidente Obama.
Según el funcionario, sacar a la isla comunista del lislado es, a la luz de una nueva realidad que no detalló más allá del deshielo entre los dos países, “una decisión estratégica” estadounidense que “favorece al pueblo cubano”.
Y fue más allá: “Levantar el embargo es lo correcto”. El embargo económico a la isla, vigente desde mediados de la década de los años 60 del siglo pasado, solo puede ser totalmente eliminado con el permiso del Congreso, ya que desde 1996 la Ley Helms-Burton ha sido ‘codificado’ o sea, depende de que el Gobierno cubano tome una serie de medidas de democratización de la sociedad, como la realización de elecciones libres, libertad de expresión y de prensa y la formación de sindicatos libres.
Consecuencias de esta medida
El momento en que Cuba salga del listado, los bancos e instituciones de crédito estadounidenses van a poder formalizar sus relaciones con dependencias del Gobierno cubano y los diplomáticos de la isla van a poder, finalmente, pasar a utilizar los servicios financieros de su viejo adversario para manejar las cuentas diarias de sus misiones diplomáticas en Washington y ante Naciones Unidas en Nueva York.
“Hemos tenido más de 50 años de desconfianzas. Ahora es el momento de conversar y entendernos. Con las embajadas abiertas totalmente todo será más fácil porque, lo demás, es una cuestión de mirarnos a los ojos”, ha dicho Jacobson a un grupo de académicos cubanoamericanos, según supo la fuente.
De todos modos, ambos países han dado un paso absolutamente inimaginable hace tan solo seis meses. Se han sentado a la misma mesa y abordaron la siempre peliaguda cuestión de los derechos humanos, una crítica permanente de Washington hacia La Habana y un tema que la diplomacia cubana asumió sin grandes complejos en esta inédita ronda de conversaciones.
Este jueves, el principal negociador cubano en materia de Derechos Humanos, Pedro Luis Pedroso, ha sostenido en una rueda de prensa en La Habana, que el encuentro esta semana en Washington se llevó a cabo tras una propuesta de La Habana y sirvió para facilitar el conocimiento sobre la ‘realidad’ de la isla.
“Hay un desconocimiento por lo general sobre la realidad cubana. Y yo creo que esto es un mecanismo que nos permite justamente eso, permitir un mayor conocimiento de nuestra realidad”, ha subrayado Pedroso, para quien el cónclave diplomático se desarrolló en un ambiente ‘profesional y de respeto’.
“Tenemos profundas divergencias, diferencias en concepciones sobre el ejercicio de los derechos humanos. Aún así, las conversaciones sirven para intercambiar e identificar cuáles son los intereses (comunes) y las posiciones de las respectivas partes”, ha enfatizado el diplomático cubano.
Las dos partes no llegaron a un acuerdo, excepto de que volverán a hablar del tema en las próximas semanas con una agenda que será divulgada en ese entonces.
Fuente: El Mundo