Patricio Montesinos.-- La Venezuela agredida continuamente por Estados Unidos propinó un nuevo y contundente revés a Washington, al ser elegida como miembro No Permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, con 181 votos a su favor de los 193 Estados que integran la mayor organización mundial.
El régimen norteamericano recibió otro sopapo de la Revolución Bolivariana del Gigante Hugo Chávez y del presidente Nicolás Maduro, y se puso en evidencia una vez más su creciente aislamiento, no solo en Naciones Unidas, sino también en otros organismos internacionales y regionales, incluyendo la Organización de Estados Americanos (OEA).
A pesar de los ingentes esfuerzos que hace Washington para cercar a Venezuela, de la misma forma que lo ha intentado con Cuba sin conseguirlo durante más de 50 años, los representantes de la Casa Blanca salieron de la sede de la ONU en Nueva York mordiéndose sus garras.
En lo adelante y durante dos años tendrán a los delegados de Caracas frente a sus caras en el Consejo de Seguridad, y estarán obligados a escuchar muchas verdades que se esconden, como las relacionadas con el crimen reciente del joven diputado Robert Serra, asesinado por terroristas financiados y entrenados por el Pentágono.
La administración del mandatario Barack Obama, heredera de la de George W. Bush, no ha cesado de atacar a Venezuela con campañas mediáticas, agresiones económicas, y acciones terroristas y subversivas, pero al final lo único que ha logrado es el repudio de la comunidad internacional a esa postura.
Igual le ha sucedido al decadente imperio con Cuba, la cual se alista para presentar el venidero 28 de octubre en la Asamblea General de la ONU (AGNU) otro proyecto de Resolución de rechazo al criminal bloqueo que le impone Estados Unidos desde hace más de 50 años.
Washington ya tiene garantizada otra escandalosa derrota frente a Cuba, como le ha sucedido durante 22 años consecutivos en la AGNU, donde ha sido condenada casi unánimemente esa fracasada política agresiva hacia la Isla caribeña.
El régimen de Obama será noqueado por Cuba, al igual que le ocurrió con la elección de Venezuela para el Consejo de Seguridad, que fue respaldada por la inmensa mayoría de los países miembros de la ONU.
Las autoridades norteamericanas están arrinconadas, similar a los boxeadores que van hacia una esquina del cuadrilátero cuando les han hecho varios conteos de protección, y lanzan peligrosas pegadas al aire, en demostración de desespero.
Cierto que Washington no ha parado de recibir guantazos en la Patria Grande en los últimos tiempos. Otro reciente se lo dio Bolivia con la indiscutible victoria del presidente Evo Morales en las elecciones del pasado domingo.
Les tocará entonces a Dilma Rousseff, en Brasil, y a Tabaré Vázquez, en Uruguay, imponerse en los comicios de sus respectivas naciones, el próximo 26 de octubre, para que Estados Unidos acabe de darse cuenta que es hora de que tire la toalla, al menos, en Latinoamérica y el Caribe, donde impera la independencia de los pueblos, la paz, la solidaridad, y la integración.