Tras una noche de combates con las guerrillas del vietcongs, una unidad de soldados de los EE UU descansa en la selva (1965) / AP Photo/Horst Faas, cortesia Steven Kasher Gallery, New York / 20 MinutosS
¿Quién no ha visto una película de soldados estadounidenses luchando en la guerra del Vietnam? Y es que esta guerra que duró más de quince del años, del 1959 al 1975, dejó más de 1,1 millones de vietnamitas y 58.000 solados estadounidenses muertos e inspiró películas hollywodienses y libros de todo tipo. Este viernes, Vietnam celebró los cuarenta años de la caía de la ciudad Saigón, actualmente Ho Chi Minh, lo que implicó la victoria de los vietnamitas del norte, el fin del conflicto y la reunificación del país.
Ahora, cuarenta años después, las relaciones entre Washigton y Hanoi han dado un giro de 180 grados y han pasado de ser enemigos irreconciliables, tras el final del conflicto, a aliados indispensables, ¿cómo ha sido esto?
Todo empezó en julio de 1995, ahora hace casi veinte años, cuando el inquilino en la Casa Blanca era Bill Clinton y decidió restablecer las relaciones diplomáticas con el gobierno vietnamita. En estos casi veinte años, los dos países, paulatinamente, han ido estrechando sus relaciones comerciales y militares.
En buena medida, esto ha sido posible porque los dos comparten un enemigo común en la región: China. Si bien hasta ahora el gigante asiático había sido un férreo aliado de los vietnamitas, ya que ambos países están gobernados por el Partido Comunista, las desavenencias territoriales ha ido resquebrajando las relaciones. Y es que Pekín y Hanoi mantienen una disputa por la islas Spratly y Paracel en el Mar de la China Meridional. Unas tensiones que explotaron con fuerza el año pasado, cuando Pekín decidió instalar una plataforma petrolera en las aguas de las islas Paracel.
“Mientras que China ha sido un factor significativo para hacer un empujón en las relaciones entre Estados Unidos y Vietnam, las principales diferencias que han mantenido a Hanoi y Washington se mueva más en el plano ideológico y psicológico en lugar de materiales”, explica Alexander L. Vuving, en un artículo en la la revista The Diplomat.
Y esto, precisamente, es uno de los motivos que ha llevado a que los dos países emprendan una cooperación militar en seguridad marítima, en búsqueda y rescate, asistencia humanitaria, en operaciones de socorro, operaciones de mantenimiento y paz. Además, Estados Unidos ha ayudado a fortalecer la guardia costera vietnamita, le ha vendido patrulleras marítimas al gobierno de Hanoi y, en octubre, levantó parcialmente del embargo para vender armas a Vietnam.
Pero poco a poco, también se han ido incrementando las relaciones económicas entre los dos países. Y es que uno de los objetivos de Washington es convertirse en el principal socio comercial de Hanoi. En este contexto, los dos países, junto a otros diez, están enfrascados en la negociación para un Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica para crear una gran área comercial en el Pacífico donde también estarían Australia, Brunei, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú y Singapur.
Pero además, Vietnam y Estados Unidos también han emprendido vías de cooperación en las áreas de energía y seguridad energética, medio ambiente y cambio climático, ciencia, tecnología, educación y salud.
Y una buena muestra de que las relaciones se van estrechando poco a poco son las visitas oficiales de altos representantes de ambos países. En 2012, por ejemplo, la entonces Secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, hizo un viaje oficial al Vietnam. Un año después, el presidente Barack Obama y su homologo Truong Tan Sang se reunieron en Washington. Este mes de marzo, el ministro vietnamita, Trai Dai Quang, viajo también a Estados Unidos, donde visitó las principales agencias de seguridad como el FBI, la CIA o el departamento de Defensa o el de Seguridad. Y esta visita es el primer paso para allanar el camino, ya que se prevé que Truong Tan Sang visite este año Estados Unidos otra vez.
Así que cuarenta años después del final de uno de los episodios más tenebrosos y trágicos de la historia humana, dos países con una base ideológica profundamente diferente, se han visto obligados a entenderse.