Revista Comunicación

Efectividad es prever en lugar de suponer

Publicado el 02 abril 2021 por Jmbolivar @jmbolivar

Efectividad es prever en lugar de suponer. Llevar a cabo este cambio supone, como ocurre con casi todos los cambios, un reto considerable.

Suponer es un impulso natural, al igual que procrastinar. Ambos comportamientos están en nuestra naturaleza.

Desde el punto de vista evolutivo, suponer es un comportamiento que ha resultado muy útil gracias a ser un proceso mental fácil, rápido y automático que apenas consume recursos.

El problema de suponer es que resulta altamente inefectivo en situaciones cambiantes, imprevisibles y ambiguas como las actuales.

En nuestras circunstancias, prever resulta mucho más efectivo que suponer. Prever funciona donde suponer fracasa.

Sin embargo, prever ni es rápido ni es automático y, por si fuera poco, supone un mayor esfuerzo y consume muchos más recursos que suponer.

Además, nadie nace con el hábito de prever de manera sistemática, así que necesitamos aprender a hacerlo. Prever es un hábito que hay que desarrollar.

Por qué suponemos

Suponemos porque es un comportamiento que nos ha resultado muy útil desde el punto de vista evolutivo. Costaba pocos recursos y funcionaba bien.

Suponer es un mecanismo que se apoya en la heurística, una serie de «atajos mentales» que funcionan muy bien en determinadas circunstancias pero pueden llevar a errores sistemáticos en otras.

En concreto, cuando las circunstancias son conocidas y previsibles, la heurística suele funcionar. Por el contrario, cuando las circunstancias son desconocidas, ambiguas o cambiantes, suele fallar.

Por otra parte, al igual que ocurre con todos los procesos gestionados por el Sistema 1, suponer es un comportamiento automático, rápido, sencillo, inconsciente y que haces sin esfuerzo.

Todo esto nos lleva a que suponer es el comportamiento natural de las personas ante lo desconocido.

El problema de suponer

Además de ser un comportamiento profundamente inefectivo, suponer mata y cuesta tiempo y dinero.

La gente se mata en un choque frontal adelantando porque supone que le va a dar tiempo; se mata al caer de un andamio porque supone que no se va a caer y no toma precauciones; fuma porque supone que no le va a afectar el cáncer. La lista es interminable.

Y también nos cuesta una fortuna. Por ejemplo, perdemos satélites porque, en lugar de verificarlo, suponemos que hemos puesto bien los cables.

La lista de errores asociados a suposiciones es la historia de la incompetencia humana. Nadie queda a salvo del pensamiento supositorio.

¿Aún te quedan dudas de por qué es mejor prever en lugar de suponer?

Prever, la alternativa inteligente a suponer

A diferencia de lo que ocurre con suponer, prever es una actividad gestionada por el Sistema 2.

Esto significa que ni es automático, ni rápido, ni sencillo y que, además, hay que hacerlo de manera consciente y supone un esfuerzo. Vamos, que puede dar una pereza mortal, para qué negarlo.

Las personas efectivas prevén porque saben que hacerlo es infinitamente más efectivo que suponer.

Prever significa —primero— imaginar posibles escenarios para los que —segundo— hacemos un análisis coste/beneficio, es decir, qué gano/qué pierdo en cada uno de ellos.

Por ejemplo, al adelantar hay dos posibles escenarios. Te da tiempo a adelantar y todo perfecto o no te da tiempo y te estrellas.

¿Qué ganas en el primer escenario?, ¿llegar unos segundos antes a tu destino?, ¿qué pierdes en caso contrario?, ¿realmente compensa lo que puedes ganar con lo que puedes perder?

Constatar, aún mejor que prever

En muchas ocasiones, además de prever puedes constatar, es decir, asegurarte de algo en lugar de suponerlo.

La suposición conlleva despilfarro de recursos, rework y frustración. La constatación sólo conlleva ventajas.

A menudo nos da pereza comprobar las cosas. Comprobar exige atención, así que es lógico que genere resistencia.

Por eso, el impulso natural es suponer que todo está bien. Suponer es engañosamente liberador.

Según esto, podrías pensar que suponer es propio de personas optimistas, pero el tema en realidad es más complejo y sutil.

La gente pesimista sólo lo es para las cosas que no suponen esfuerzo (preocuparte es gratis); para las que sí requieren esfuerzo es optimista. Curioso, ¿verdad?

Conclusiones

Sólo puedes sentirte bien con lo que no haces cuando sabes qué es lo que no haces. Si crees saber lo que no haces o, peor aún, lo supones, difícilmente te sentirás bien.

Para poder elegir con confianza qué tiene más sentido hacer en cada momento necesitas saber —en lugar de suponer— qué opciones tienes.

Para trabajar de manera efectiva —haciendo bien las cosas correctas— necesitas cerciorarte de que lo que haces cumple su propósito.

En definitiva, mejorar la efectividad exige reprimir el impulso natural de suponer y sustituirlo por los hábitos de prever y constatar.

Como ocurre con la efectividad personal en general, desarrollar estos dos hábitos conlleva recorrer un camino.

Lo bueno es que recorrerlo tiene premio. En la medida que seas capaz de prever en lugar de suponer, tus niveles de control y confianza —y también tu autoestima— pasarán a estar a otro nivel.

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