Café con leche por la mañana, cortado en el almuerzo, refresco y café en la comida, otro cortado a media tarde... Es mucha la cantidad que cafeína que una persona puede ingerir a lo largo del día y cuando llega el embarazo y nos dicen que es mejor suprimir la cafeína de la dieta a muchas mujeres se les viene el mundo encima, ¿cómo hacer frente al día sin mi dosis de café?
No podemos olvidar que la cafeína es una sustancia que causa adicción, son muchas las personas que si no toman su ración por la mañana tienen dolores de cabeza, están cansadas y no se ven con fuerzas para afrontar el día, del mismo modo su abuso también puede provocar irritabilidad, insomnio o dolor de cabeza.
Es por ello que se debe limitar su consumo a fin de evitar sus efectos más prejudiciales, y esto afecta muy directamente a las embarazadas.
A veces es difícil "dejar" la cafeína por completo
Es difícil erradicar por completo de la dieta toda la cafeína, ya que no está solo presente en el café, también en refrescos, té o chocolate y otros dulces. Si una embarazada está acostumbrada a su dosis de cafeína diaria tener que renunciar a ella puede ser complicado por eso se habla de un máximo de 200 miligramos al día, lo que vendrían a ser tres tazas pequeñas al día.
La cantidad de cafeína va a depender también del tipo de producto que sea, un café instantáneo tiene menos que si es de cafetera, y menos que un refresco de cola. El chocolate negro tiene a su vez más cafeína que si es con leche y en contra de lo que pueda parecer el descafeinado cuenta también con algunos miligramos de cafeína.
De todas formas lo mejor si es posible es renunciar al consumo de cafeína por completo y es que sus efectos no son indiferentes para el bebé en desarrollo. Si las dosis superan la cantidad citada el riesgo de sufrir un aborto espontáneo se incrementa ya que ese exceso de cafeína atraviesa la placenta y llega al feto que no tiene el sistema inmunológico aún maduro para eliminarla.
El desarrollo del feto se puede ver afectado por el consumo de cafeína
Por otro lado su desarrollo se puede ver afectado, una de las consecuencias de esta sustancia es que contrae los vasos sanguíneos por tanto el oxígeno y los nutrientes que recibe el bebé de su madre son menores, lo que impide su normal crecimiento. También se ha relacionado su consumo excesivo con bebés con bajo peso y partos prematuros.
La embarazada tampoco se libra de las consecuencias de un consumo sin control, debido a sus cambios metabólicos el organismo de la mujer embarazada retiene la cafeína durante más tiempo y además provoca molestias estomacales al liberar ácido del estómago, incrementando así el problema de acidez presente de por si en las mujeres es estado.
Pese a que su consumo con moderación no está prohibido por los médicos se recomienda sustituirlo por otro tipo de productos con menores riesgos asociados como puede ser la manzanilla, la tila, los zumos o la leche.