El tálamo (etimológicamente: habitación interna o cámara) es una estructura que se encuentra en el interior del cerebro, aproximadamente en el centro del encéfalo. Tradicionalmente, se ha considerado una “estación de relevo sensorial”, ya que todas las vías de los sentidos, a excepción de la olfativa, pasan a través de esta estructura.
En los últimos tiempos, no obstante, se ha descubierto que juega un papel mucho más activo, complejo y dinámico en el procesamiento de la información que posteriormente pasa a la corteza cerebral.
En concreto, la activación cortical producida por las descargas talámicas se encuentra estrechamente relacionada con los procesos perceptivo-atencionales, llegando a denominarse “llamada al despertar” (wake-up call). El control del “arousal” (nivel de activación), del que ya hablamos en un post anterior, se encuentra controlado por la formación reticular y los núcleos intralaminares del tálamo.
Pero el papel del tálamo va mucho más allá que transmitir información hacia la corteza. El tálamo por sí mismo juega un papel fundamental en la transmisión y coordinación de información entre las áreas corticales. La corteza cerebral, lo que también se conoce como “sustancia gris”, es donde se encuentran los cuerpos de las neuronas, es decir, el centro de control de la célula.En consecuencia, una lesión o una disfunción (debida al edema o a alteraciones transitorias) puede provocar que las funciones controladas por la corteza cerebral (lenguaje, memoria, funciones ejecutivas, etc.) no se lleven a cabo por la interrupción en esa transmisión de información que controla el tálamo.
Las investigaciones apuntan a que todas las áreas de la neocorteza (el cerebro más reciente filogenéticamente) reciben proyecciones talámicas, por lo que el tálamo tendría un papel fundamental en el adecuado funcionamiento de estas áreas. Respecto a las áreas motóricas, por ejemplo, el tálamo ejercería de nexo de unión entre la acción y la percepción. Es decir, el área motora daría la orden del movimiento, y el tálamo procesa esa información y envía una copia a la corteza sensitiva para coordinar el movimiento. Un paciente con una afectación en el tálamo en este caso, podría moverse, por ejemplo, extender la mano para alcanzar un objeto, aunque sus movimientos no estarían modulados en base a la información visual y tactil que proporcione la posición de la mano y/o del objeto.
También, mediante un sistema de bucles se sincroniza la actividad de los ganglios basales, corteza, tálamo y tronco del encéfalo. De esta forma, la existencia de conexiones sincronizadas son lo que constituiría el “contenido de la conciencia” y la experiencia consciente. Una de las alteraciones de la conciencia de sí mismo que podemos observar tras un daño cerebral es la anosognosia, que es precisamente la falta de conciencia del daño. El paciente anosognósico no percibe sus déficit, por lo que tampoco considera que precise de tratamiento o rehabilitación ni entienda las reacciones de quienes le rodean ante sus conductas.Los estudios de los efectos de las lesiones talámicas mencionan alteraciones sensitivomotoras, cerebelosas, oculomotoras bilaterales y demencia. Neuropsicológicamente, aparecen alteraciones del lenguaje, de la memoria, confusión y defectos atencionales, heminegligencia. En la localización lesional, al igual que ocurre con las lesiones corticales, las lesiones del tálamo izquierdo producen alteraciones en el lenguaje, mientras que las lesiones del tálamo derecho tienden a producir defectos de negligencia motriz y hemiinatención izquierdas (neglect). No siempre, sin embargo, las lesiones talámicas producen alteraciones cognoscitivas y cuando se producen frecuentemente son pasajeras. La afección talámica bilateral es una causa de mutismo y demencia. Podeis consultar un estudio con 25 pacientes en este enlace.