Guillermo IV de Baviera, duque del lugar, filántropo del cerveceo, buen chaval, alemán de los buenos y otros gallardos adjetivos fija tal día como hoy de 1516 las leyes de cómo debe elaborarse correctamente la cerveza, esto es con cebada, lúpulo y agua para un sabor sin igual y porque lo mandó él…
Unas leyes cuasi divinas que algún eurodiputado “malfollao”, seguro que era francés, decide abolir en 1986 con el respaldo de la pérfida organización