Revista Opinión

Efemérides: Cayetano Ripoll, el último asesinado por la Santa Inquisición

Publicado el 31 julio 2016 por Habitalia
Corría el año 1826, cuando en Valencia, España, en la Plaza del Mercado, tiene lugar el último auto de fe realizado en España contra Cayetano Ripoll, condenado por hereje contumaz a morir en la horca y ser quemado después, aunque, al no consentirse tan horrible espectáculo en aquel tiempo, la sentencia dispone que la quema no sea real, sino simulada por medio de llamas pintadas en un cubo, dentro del cual se pondrá el cadáver para ser luego arrojado al río. Un decreto de 15 de julio de 1834 abolirá definitivamente el Tribunal de la Inquisición, creado en 1478. (Hace 190 años)

Cayetano Antonio Ripoll ( Solsona, 1778 - Valencia, 1826) fue maestro de escuela en Valencia. Acusado de no creer en los dogmas católicos, fue condenado a muerte por hereje en Valencia y ahorcado el 31 de julio de 1826. Se ha afirmado que fue la última víctima de la Inquisición española, sin embargo no fue condenado por el Santo Oficio porque en 1826 no existía ya que no había sido restablecido por Fernando VII tras el fin del Trienio Liberal, sino que fue sentenciado por la Junta de Fe de la diócesis de Valencia que había sido creada por el arzobispo Simón López para que ejerciera las funciones del extinguido tribunal. El proceso y ejecución de Cayetano Ripoll causó un gran escándalo en toda Europa, aunque en España quedó casi oculto debido a la censura de prensa. Fue el último ejecutado en España por el llamado delito de herejía, mientras que la última persona condenada a muerte por la Inquisición fue una mujer, María de los Dolores López, que en 1781 fue estrangulada a garrote vil en Sevilla y su cadáver arrojado a la hoguera.

Ripoll había luchado contra los franceses en la Guerra de la Independencia como oficial de infantería; fue hecho prisionero y llevado a Francia.

En Francia se relacionó con un grupo de cuáqueros que le acogieron y se convirtió al deísmo.

Según consta en el informe que el arzobispo de Valencia envió al nuncio, Ripoll se había " establecido con el encargo de maestro de escuela en la parroquia de Ruzafa, extramuros de la ciudad [de Valencia], partida del Perú o Ensilvestre", que era una zona de huerta que hoy, integrada en la ciudad de Valencia, se conoce con el nombre de La Punta. Fue denunciado por vecinos de la zona, "analfabetos en su mayoría, [que] no entendían por qué no seguía los rituales tradicionales del catolicismo, a pesar de la bondad, el desprendimiento y el amor a sus semejantes de que siempre hizo gala, según los testimonios recogidos por algunos de sus coetáneos".

Fue detenido en octubre de 1824 y durante los dos años que permaneció en una antigua cárcel inquisitorial de la ciudad de Valencia no quiso " rectificar en su alma las verdaderas ideas de nuestra santa religión, para restituirla a la creencia católica", según el informe del presidente de la Junta de Fe de la diócesis de Valencia, Miguel Toranzo, antiguo inquisidor. En el informe que envió al nuncio el arzobispo de Valencia decía que Cayetano Ripoll:

No creía en Jesucristo, en el misterio de la Trinidad, en el de la Encarnación del Hijo de Dios, en el de la Sagrada Eucaristía, ni en la Virginidad de María Santísima, ni en los Santos Evangelios ni en la infalibilidad de la Santa Iglesia Católica, Apostólica, Romana; no cumplía el precepto pascual, impedía a los niños dijesen 'Ave María Purísima' y que hiciesen la señal de la cruz, que no era necesario oír misa para salvarse y retraía a los mismos a dar la debida adoración al Señor Sacramentado, cuando era llevado para administrar el viático a los enfermos.

Fue condenado a muerte por el Tribunal de la Fe diocesano por hereje contumaz y relajado a la justicia ordinaria. La Audiencia de Valencia, a pesar de no contar con la autorización del rey, dictó y ejecutó la sentencia el 31 de julio de 1826. Fue ahorcado y, por orden del tribunal, el cadáver fue metido en una cuba, pintada con unas llamas. La cuba fue llevada al río y el cuerpo fue " enterrado en el lugar destinado a tales reos [condenados por herejía], fuera del cementerio", tal como relató el presidente de la Junta de Fe. "Cayetano Ripoll fue "entregado a las llamas", al infierno, como en otro tiempo se hacía con los herejes contumaces", afirman La Parra y Casado.

Según otras versiones la cuba con el cadáver fue quemada en el antiguo Cremador de la Inquisició (crematorio de la Inquisición), próximo al puente de San José, precisamente donde ahora se encuentra el Centro Comercial Nuevo Centro, en la parte recayente al antiguo cauce del río Turia.

Actualmente existe una plaza, la Plaça del Mestre Ripoll, dedicada a su figura al final de la avenida Vicente Blasco Ibáñez con frondosos árboles.


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