Reservado, trabajador, profesional, racional, prudente, responsable, hogareño, sendentario, religioso, atento, cariñoso, cauteloso, agradecido, comprometido, sobrio, modesto, culto, aficionado a la lectura, a la pintura y sobretodo a la arquitectura ... Así era también Felipe II.
Felipe II era un hombre reservado que ocultó su timidez e inseguridad, dado el puesto que ocupaba, bajo un manto de seriedad que le valió la imagen de hombre frío e insensible, aunque no era ni oscuro, ni amargado. Era un trabajador serio e incansable. Un profesional del reinado. Muy racional y prudente meditaba sus resoluciones hasta la saciedad para no tener que rectificar, cosa que evitaba a toda costa para que sus vasallos no pensaran que era débil y fácil de manejar.
En sus años mozos y de aprendizaje viajó por toda Europa. La responsabilidad de la gestión un Imperio, su seguridad personal y finalmente la edad cortaron las iniciativas de nuevos viajes y se fue transformando en una persona hogareña. Encontraba el placer de la distracción en la caza y la pesca pero era más bien sedentario.
Religioso. Bastante, mucho o muchísimo, no lo sabemos, si bien le gustaba practicar con el ejemplo. Lo que sí tenia claro es que la unidad religiosa era pilar fundamental de su política para mantener unidos sus territorios... exactamente igual que todos los demás reyes y principes de la época, aunque no está de más recordar que la acción política no es igual a personalidad.
Con su familia era atento y cariñoso por las frecuentes cartas que se escribía con sus hijas y lo que en ellas se detallaba. Era, sin embargo, cauteloso con los que le ayudaban en la gestión del reino y siempre escuchaba varias opiniones sobre un mismo asunto. Además de tener oidos y ojos en todas partes. Agradecido con sus bisabuelos, abuelos y padres y comprometido con la herencia recibida de sus territorios, no concebía su separación o disgregación. Se preocupó concienzudamente de mantener y proteger ese legado y no le dolieron prendas en la consecución de ese objetivo. Para bien o para mal.
Además era un hombre sobrio y modesto, no gustaba de lujos y excesos, siendo buena muestra las ropas que vestía o que no consintió que se editaran biografías suyas en vida. Lo que pesó luego en que la 'leyenda negra' quedara sin respuesta adecuada.
Tenía numerosas aficiones muy típicas en un personaje culto, tales como, los libros, la pintura, el coleccionismo de obras de arte, relojes, armas, reliquias…, y muy especialmente la arquitectura. Ejemplo claro es El Escorial en cuya planificación y construcción estuvo muy implicado y que convirtió de facto en una academia de las ciencias donde reunió el conocimiento proveniente de todo el 'orbe'. Incluido el esoterismo o la alquimia, en las que Felipe II estaba muy interesado y que tanto riñen con la religiosidad férrea con que le han tildado.
Fuentes:
Archivo de la Frontera
http://algargosarte.lacoctelera.net/post/2009/03/30/normal-0-21-microsoftinternetexplorer4
Wikipedia