En enero de 1824 Bolívar se hallaba enfermo de cuidado en Pativilca, en la Costa del Perú, donde recibió la noticia de que la guarnición del Callao se había pasado a los realistas. Ante tantas dificultades, su indomable espíritu se manifestó en su exclamación famosa: "¡Triunfar!".
Lima cae en manos de los realistas, pero el Congreso del Perú, antes de disolverse, nombra a Bolívar Dictador -como en la antigua República Romana- con facultades ilimitadas para salvar al país. Él acepta serenamente tan tremenda responsabilidad. Retirado a Trujillo, trabaja infatigablemente; su genio y su fe en el destino de América operan el milagro. Emprende la ofensiva, y el 7 de agosto de 1824, en Junín, derrota al Ejército Real del Perú. .
La campaña continúa, y mientras Bolívar entra en Lima y restablece el sitio del Callao el 5 de diciembre, el General Sucre, en Ayacucho, por su parte pone el sello definitivo a la libertad americana el 9 de diciembre de 1824. Dos días antes, desde Lima, Bolívar había dirigido a los gobiernos de Hispanoamérica una invitación para enviar sus plenipotenciarios al Congreso que habría de reunirse en Panamá, el cual efectivamente se celebró en junio de 1826.