Revista Viajes

Egipto 2016, día 19: barrio islámico, ciudadela y derviches en el cairo

Por Trotaburgos @trotaburgos

Nos levantamos a las 7:45 horas con ganas de seguir viendo la ciudad del Cairo. Aseo, comemos unas galletas y vamos al restaurante donde estuvimos anoche cenando y nos ponen unos capuccinos para llevar. Estábamos en la Plaza Tahrir tranquilamente tomándonos los cafés y haciendo alguna foto, cuando se nos acerca un policía con cara de mala leche y nos pide los pasaportes. Se les enseñamos y se va con ellos donde otro policía. Nos dicen si hablamos árabe, pero señor, usted nos ve con pinta de ello?. Nos hacen un interrogatorio, de donde somos, donde estamos alojados, donde vamos a ir hoy, etc. Añade que no se pueden hacer fotos a la policía, le decimos que no hemos hecho, para una vez que nos comportamos.... Le enseño las últimas fotos y se queda tranquilo. Nos devuelven los pasaportes y se marchan.

Los capuccinos queman a rabiar, así que nos vamos con ellos al metro. Cogemos dirección Shobra hasta Ataba, donde estuvimos ayer. Pero esta vez vamos en dirección a la Ciudadela. Está como a 2 kilómetros y preguntando vamos en buena dirección. La gente se sorprende de vernos, se conoce que por estas zonas no pasan turistas. Nos saludan con su "alo", "welcome" o cuando ven que somos españoles "hola, hola cocacola".

Vemos gente en bici y mujeres llevando bandejas en la cabeza, edificios que tuvieron que ser preciosos en su día y que hoy están en un estado lamentable, basura, suciedad. Con lo que tuvo que ser este país en la época faraónica y lo que es hoy...

Pasamos por una peluquería y entramos para afeitarme. Hace días que quería haberlo hecho, pero no veíamos ninguna y además esta es de las auténticas. Me cobran 10 LE. Un señor muy amable es el encargado de ello y salgo como nuevo.

Continuamos caminando, casi siempre por la carretera, pues como ya hemos dicho muchas veces, por las aceras es imposible. Y en seguida vemos la Ciudadela a lo lejos.

Primero visitamos la Mezquita de Ar-Rifai y la Mezquita y Madraza del Sultán Hassán. Hay que pagar adultos 40 LE y estudiantes 20 LE. por ver las dos. Nos toca una señora y mira y remira los carnets, nos dice que no valen, pero ante nuestra insistencia, al final cuelan. Está claro que las mujeres son más listas, hasta ahora siempre nos han tocado hombres.

Entramos primero a la Mezquita de Ar-Rifai. Su construcción comenzó en 1869 y terminó en 1912, por encargo de Khushyar Hanim, como ampliación al templo zawiya dedicado al santo islámico Ahmad al-Rifai. En ella se encuentran las tumbas reales de la familia real egipcia (Farouk, Khedive Ismail) y del último Sha de Irán.

Cómo en todas las mezquitas, tenemos que descalzarnos, nos quieren cobrar por dejar los zapatos en unas taquillas. Beatriz se tapa el pelo y entramos. Es preciosa. Tiene una entrada muy alta y llamativa. Justo enfrente de la entrada, hay lo que parece ser una tumba. Todos la tocan y dan vueltas alrededor. Una vez entramos en el interior, vemos lo magnífica que es.

La puerta para ver las tumbas reales está cerrada. Casi no hay nadie, solo una pareja de egipcios muy jovencitos. Ella se acerca a hablar con Beatriz, siente curiosidad. Se ríe mucho cuando habla, sabe poquito inglés. Recorremos la mezquita, el minbar (púlpito) es muy bonito.

Salimos y entramos a la Mezquita del Sultán Hassán (1.356-1.363), una de las construcciones religiosas más grandes y bellas del mundo. Vuelta a descalzarnos y a Beatriz la hacen ponerse un vestido cubriéndose entera, hay un cartel que pone que las mujeres no pueden entrar con pantalones.

La arquitectura del portal a veces se ha comparado a la de la Madrasa Gok de Anatolia por los medallones que flanquean la bóveda de estalactitas, las bandas esculpidas que lo enmarcan y los paneles llenos de dibujos geométricos.

Accedemos al patio por un pasillo con arcadas de estilo medieval.

Al entrar al patio vemos un montón de chicas por pantalones y Beatriz, con razón, se mosquea y se quita el vestido que la han dado. El patio es impresionante, con cuatro iwanes, la fuente de abluciones y un mihrab muy bonito con columnas procedentes de saqueos a los cruzados.

Hay muchas lámparas que cuelgan de los techos. Recorremos todo, vemos que abren una puerta y la gente entra, así que nosotros no vamos a ser menos. Es el mausoleo del Sultán Hassán. Una tumba muy sobria en el centro, rodeada de celosías de madera. Los techos son bonitos pero hay muy poca luz para apreciarlo.

Como curiosidad del lugar decir que, la historia de su creación también incluye un capítulo trágico: cinco años después de iniciada la empresa, uno de los minaretes se derrumbó y causó la muerte de más de 300 personas. En su momento, este accidente de grandes dimensiones fue considerado un mal presagio, de aquí que en 1361 el Sultán fue asesinado, sin haber llegado a ver terminada su gran obra.

Salimos, Beatriz devuelve el vestido de mala gana, nos calzamos y nos vamos hacia la Ciudadela. Para acceder a esta desde la plaza Midan al-Qal'a, donde estamos. Hay que dar un gran rodeo, que se nos ha hecho interminable, bordeando todo el recinto por la derecha y subiendo hasta arriba donde está la entrada principal en la puerta Bab al-Gadid. Tardamos unos 25 minutos.

La Ciudadela es una fortificación islámica medieval, ubicada en la colina de Mokattam. Construida por Salah al-Din (Saladin) en 1.176 para defender la ciudad de los cruzados, se convirtió más tarde en la residencia de los sultanes mamelucos que la llenaron de palacios y harenes y ampliaron sus murallas, que posteriormente siguieron ampliando los otomanos. Su legado es una colección de tres mezquitas muy diferentes, varios palacios que albergan distintos museos y algunas fortificaciones con una vista excepcional de la ciudad.

Nos sentamos antes de la entrada en el único banco que hay a la sombra, a comernos unos bocatas que nos hemos preparado. Los vendedores de papiros se nos acercan a intentar hacer alguna venta, pero pronto se dan cuenta que con nosotros no van a conseguir nada.

La entrada cuesta adultos 60 LE y estudiantes 30 LE. Nos sirven los carnets. Nos cachean como casi siempre y pasamos. Hace bastante calor y poca sombra. Nos acercamos al primer templo, la Mezquita de Mohamed Ali (1824-1857). Es de estilo turco y es donde se encuentran sus restos en una tumba de mármol.

En el patio central hay un reloj, regalo del rey Luis Felipe de Francia, en agradecimiento del obelisco que adorna la Plaza de la Concordia de París. El reloj nunca llego a funcionar porque se estropeo en el viaje y nunca lo han arreglado.

La mezquita es entera de alabastro y es muy bonita y Beatriz aprovecha para dar unos saltos.

En el interior hay una gran lámpara que me recuerda a las mezquitas otomanas de Estambul. Es la que más nos ha gustado de todas las que hemos visto hasta ahora.

Salimos y vamos a la siguiente, la Mezquita de an-Nasir Mohamed (1.318). Es el único monumento de estilo mameluco de la Ciudadela. Conserva sus minaretes cubiertos de baldosas al igual que la cúpula, algo inusual en las mezquitas egipcias.

Nos hacen descalzarnos, el suelo está bastante hecho polvo, pero la mezquita es curiosa. Todo el mármol que tenía fue robado por los conquistadores otomanos.

A la entrada hay una librería de madera con libros sobre el islam en varios idiomas, entre ellos el español. Estábamos poniéndonos el calzado cuando se acerca una chica bastante jovencita y nos pregunta si sabemos lo que es el islam. La decimos que algo y nos dice que podemos coger gratuitamente algún libro. Beatriz coge uno que lleva por título, "La mujer en el islam". La chica muy simpática, hasta accede a hacerse una foto con Beatriz, pero nos da una buena chapa sobre el asunto.

Salimos de la mezquita y vamos a la izquierda hasta un mirador desde donde se tiene unas bonitas vistas del Cairo islámico. Incluso a lo lejos se intuyen las Pirámides de Giza.

Al lado esta lo que fue la prisión de la Ciudadela. Hay diferentes celdas y en algunas se pueden ver unos muñecos semejando a algún prisionero dentro de ellas.

Entramos al Museo Nacional del Ejército, pero está cerrado. Lo único que podemos ver en el exterior son carros de combate, algunos aviones y cañones de diferentes tipos.

Nos acercamos al Museo del Carruaje, dentro hay cerca de 10 carruajes en muy buen estado. Casi todos son franceses de la época de Napoleón. No dejan hacer fotos.

Justo de frente está la Mezquita de Suleiman Pasha (1.528). Es de estilo otomano. Solo la vemos por fuera porque está cerrada.

Pasamos por unas baños que pone un cartel de gratuitos. Jorge entra y un señor que está en la puerta le quiere cobrar. Le señala el cartel y se hace el longuis, al final le dice que pase de mala gana. Supuestamente el señor está para la limpieza de estos, pero más mierda no puede haber. Te quieren cobrar y una pocilga estaría mucho más limpia, en fin esto es Egipto.

Una vez visto todo lo que se puede ver nos marchamos siguiendo el mismo camino que al venir. Compramos algo de beber, pues el calor nos deshidrata.

Una vez en la plaza donde está la Mezquita del Sultán Hassán preguntamos cómo llegar a la última mezquita que queremos ver, Ibn Tulun, que es la más antigua del Cairo. Vamos por una calle no muy ancha llena de tráfico. Pasamos varias mezquitas pero no entramos a ninguna. Preguntamos de nuevo a un chico y nos indica, pero también nos dice que cierran a las 15:00 horas, es decir está cerrada pues son casi algo más de las 16:00 horas.

Pasamos por un zapatero y le decimos si puede pegar la puntera de una de las zapatillas de trekking de Beatriz, que se la está despegando. La dice que se descalce y se pone manos a la obra. Lo limpia bien y empieza a poner pegamento con los dedos. El tío muy meticuloso con varias herramientas y más pegamento, lo deja mejor que el primer día. Tarda 10 minutos y nos cobra 5 LE. En estos países todo se hace en el momento, de forma artesanal y barato.

Llegamos a una que tiene pinta de ser muy antigua y está cerrada, Preguntamos a un señor y nos dice que esa no es, parece que nos la hemos pasado. Nos dice que está cerrada, que según él cierran a las 16:00 horas. Como veis cada uno te dice una cosa.

Retrocedemos, vemos una abierta y entramos. Es la Mezquita Príncipe Khanqah Srgtmh. Una vez dentro un chico nos dice que si queremos subir al minarete que hay muy buenas vistas, pero pagando 40 LE. Le decimos que porque hay que pagar, si en la guía pone que es gratis. La argucia de siempre, es gratis visitar la mezquita pero no subir al minarete. Le decimos que no y le preguntamos si esta es la Ibn Tulun, nos dice que no, que está cerrada y que desde arriba se la ve muy bien, pues está justo detrás.

Salimos y por una calle transversal por fin damos con ella. Vemos la puerta abierta y para dentro. Nos dicen unos señores que hay a la entrada que está cerrada. Son las 17:00 horas cuando llegamos y nos dicen que cierra a las 16:00 horas, pero que podemos verla rápido.

Entramos y nos hacen poner unos patucos de tela para no descalzarnos, accedemos aun a sabiendas de que íbamos a tener que pagar algo por ello, pero ya que es gratuita y nos hacen el favor de poder verla... Le damos 4 LE y nos dice que eso es por los patucos pero que tenemos que dar un donativo también. Metemos un billete de 5 LE en una caja y nos dice que eso es poco y que echemos más, nos negamos y el hombre de mala gana termina cediendo.

La vemos de forma rápida. La Mezquita de Ibn Tulun, (876-879), con casi 26.318 metros cuadrados, es una de las mezquitas más grandes del mundo. Están hecha de ladrillo rojo revestido con una capa de estuco. Refleja todos los rasgos característicos de la arquitectura Abbásida con influencias de la mezquita de Samarra de Iraq.

Su minarete es el único de El Cairo con una escalera externa en espiral. Es muy bonita y nos merece la pena el esfuerzo hasta llegar aquí.

Salimos y nos tomamos en un chiringuito, unos vasos de fruta con yogurt por 5 LE cada uno que están de escándalo además de fresquito.

Cogemos un taxi hasta la plaza al lado del Café Fishawy. Pone el taxímetro y pagamos 10 LE. En un principio íbamos a ir andando, pero llevamos ya demasiados kilómetros hoy encima.

La idea de venir aquí es buscar el Palacio de Ghuri Wakala, para ver el espectáculo de los Derviches. Queda todavía más de una hora, así que antes visitamos la Mezquita de Al-Azhar. F undada en el 970 por los Fatimíes. Se la denonominó "Al Azhar" por Fatima Al Zahra, hija del profeta Mahoma.

Es la sede de la famosa Universidad Islámica, uno de los más importantes centros de enseñanza del Islam de su época y una de las instituciones educativas en funcionamiento más antiguas del mundo. Hoy es la principal institución sunní del mundo islámico y su imán es la máxima autoridad religiosa para los musulmanes sunníes de Egipto.

La mezquita tiene seis entradas, nosotros entramos por la principal, Bab al-Muzayini del s. XVIII (la puerta del barbero). Arquitectónicamente la mezquita es una mezcla superpuesta de todos los estilos e influencias que han pasado por Egipto. Hay cinco bellos minaretes con pequeños balcones y columnas de complejo esculpido. La vemos con bastantes andamios y a Beatriz la hacen ponerse un vestido para entrar. En esta no vemos ninguna mujer con pantalones.

Una vez vista, salimos y preguntamos por el palacio. Mucho vendedor pesado intenta llevarnos para el mercado de artesanía, pero no hacemos caso y seguimos a la intuición. Sabemos que está muy cerquita y en 1 minuto llegamos. Está un poco escondido en una calle estrecha, justo después de un pequeño mercado de frutas y verduras. Tiene una fachada muy bonita con ventanas con celosías de madera. El Palacio de Ghuri Wakala, con más de 500 años de historia, se ha convertido ahora en teatro para todos los públicos.

Nos dicen que el espectáculo es a las 18:30 horas, como queda media hora, damos un pequeño paseo por los alrededores. Entramos al mercado de verduras que acabábamos de pasar. Parece que retrocedemos en el tiempo, todos los puestos tienen balanzas antiguas. Está lleno de gatos y lo más sorprendente es que vemos un par de ratas deambulando sin que los gatos se inmuten. Da un poco de yuyu ir andando y verlas corretear.

Compramos una botella de agua y regresamos al Palacio de Ghuri Wakala. A las 18:30 horas abren la puerta y entramos. Hasta hace 3 años este espectáculo era gratuito tanto para locales como extranjeros. Hoy cuesta 30 LE para extranjeros y 5 LE para locales. Esto se puede ver los lunes, miércoles y sábados a las 19:30 horas. Las butacas no están numeradas así que conviene ir con un poco de tiempo para coger buen sitio. No teníamos billetes pequeños y el chico, bastante borde por cierto nos hace esperar hasta tener cambios. Nos hemos encontrado durante el viaje con gente encantadora, pero también con gente muy poco amable y bordes.

Dentro se pueden hacer fotos pero no está permitido grabar en vídeo. Pero nosotros vemos a mucha gente grabando, así que también grabamos. Tampoco se puede introducir comida o bebida, solo agua. Este edificio se construyó para dar posada a los comerciantes que venían de toda África en los pisos superiores mientras que en los inferiores tenían las habitaciones para guardar las mercancías y los animales en los que las transportaban, y también las tiendas.

Alprincipio del espectáculo salen algunos músicos y bailarines con sus instrumentos tocando juntos y después cada uno actúa haciendo un solo tocando o tocando y bailando. El abuelete que toca los saggats (pequeños platillos), es el que se lleva las mayores ovaciones, es un crack poniendo caras. Luego aparece un cantante, que con su prominente voz, relata versos y canciones religiosas alabando al profetaMahoma. Nunca se despega de esa intención mística.

Luego salen unos bailarines tocando la pandereta y dan vueltas alrededor del bailarín principal o latife, "el que da vueltas en círculos infinitos", que representa al sol y que está alrededor de 28 minutos dando vueltas sin parar según la música, unas veces más lento, otras más rápido y otras mucho más rápido. Es una pasada verles girando como una peonza durante tanto tiempo como si nada.

En la filosofía sufí la danza simboliza la transición del mundo terrenal al mundo espiritual. El baile se relaciona con el movimiento giratorio de los planetas y la conexión con Dios. El objetivo de todo derviche es encontrar la belleza de Dios. Aunque la danza de los derviches es originaria de Turquía, en Egipto los musulmanes sufíes la adaptaron a su propia cultura. Para ellos, la importancia de la falda es vital. Son faldas multicolores que llegan a pesar 13 kilos.

El movimiento circular es contrario a las agujas del reloj, igual que hacen los peregrinos musulmanes alrededor de la piedra negra, la Kaaba, en La Meca, porque según los sufíes, el movimiento circular es perfecto puesto que no tiene principio ni fin, es finito e infinito. El círculo aparece como irradiación del punto, que es su centro, y el punto es, al mismo tiempo, el principio, el centro y el final de las cosas. El universo proviene del mismo punto de rotación y el derviche, en su baile, es punto y círculo a la vez.

Todo en el baile tiene su simbología, por ejemplo, cuando el bailarín principal extiende su mano derecha hacia arriba y con la izquierda señala hacia abajo, significa la unión entre la tierra y el cielo, y cuando desata el nudo de la falda de alrededor de su cintura y la levanta, simboliza que está moviéndose hacia arriba, al cielo.

Además de evocar a Dios, la danza sufí indaga en el amor y otros valores universales como la amistad, la generosidad o la sabiduría. Son parte del ideario de esa congregación perteneciente al sufismo y fundada por Jelaludin Mevlana Rumi en el siglo XIII.

Y para finalizar, tres derviches, dos vestidos de verde y el principal de amarillo con sus faldas de diferentes colores, hacen su actuación al mismo tiempo, formando figuras, lanzando sus faldas al aire y en resumen cerrando la noche con un espectáculo lleno de acción y colorido. Es algo digno de ver. El espectáculo dura 1,15 horas y nos deja con la boca abierta. Es algo que no os debéis de perder si estáis en el Cairo.

Ha sido un bonito broche para acabar el día ver el espectáculo de los Derviches. Vamos andando hasta la estación de metro de Ataba. Ya nos movemos por aquí como 2 cariotas más. Buscamos algún sitio para cenar algo, pero no vemos nada. Cogemos el metro hasta la estación de Sadat, Plaza Tahrir. Nos metemos en un restaurante y nos pedimos una especie de plato combinado para cada uno. Filetes de pollo empanado, patatas fritas y arroz. Antes nos traen una especie de ensaladilla rusa y salsa rosa. Todo muy bueno y contundente, pagamos por todo 80 LE.

Con las mismas al hostel a descansar, ha sido un día muy largo e intenso, como lo han sido casi todos. Tenemos las piernas cansadas de andar pero el alma feliz por todo lo visto y aprendido.

Saludos viajeros.


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