Tres turistas vietnamitas fallecen en la turística Guiza como consecuencia de un atentado terrorista. Pocas horas después, las autoridades egipcias causan la muerte de cuarenta presuntos terroristas en las operaciones subsiguientes a los hechos descritos.
Cuarenta muertos. No cuatro ni diecisiete; cuarenta. Muchos muertos. No pongo en duda la eficacia, diligencia y profesionalidad de la policía egipcia, pero personalmente siguen pareciéndome demasiados fallecidos. Es natural la reacción humana frente a quien comete un acto de terror, frente a él, y también frente a quienes lo han apoyado; sin embargo me siguen pareciendo muchos muertos.
Ahora bien, el progresismo militante de nuestro país que se rasca las vestiduras cuando se producen lesiones mínimas en manifestantes, mantuvieron un más que prudente silencio con relación a estos acontecimientos. Ni una palabra. No vi al señor Iglesias, al señor Echenique o a don Juan Carlos Monedero salir en los medios de comunicación cuestionando la violencia utilizada por las fuerzas de seguridad egipcias en el control del ataque terrorista. Y me extraña profundamente, toda vez que son personajes bastante proclives a retratarse con individuos como el señor Otegi, cuyo historial democrático fue escrito con sangre, quiero decir con la sangre de otros, no la suya. Sin embargo, se producen cuarenta muertos, cuarenta posibles asesinatos en un no tan lejano Egipto, y vuelven la vista a otra parte.
Coherencia de la izquierda de chaqueta de pana… y Visa Platino.