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Egipto: La Vida después de la Muerte

Publicado el 21 noviembre 2016 por Lidia Lidia Romero Lorenzo

Hola mis poetas, bienvenidos de nuevo.
Hoy voy a hablaros de la momificación egipcia.
Según creían los egipcios, el cuerpo constaba de diversas partes: el bai o alma, el ka o fuerza vital y el aj o fuerza divina inspiradora de vida. Para acceder a la vida después de la muerte, el ka necesitaba un soporte material, que habitualmente era el cuerpo del difunto. Éste debía mantenerse incorrupto, lo cual se conseguía con técnica de la momificación. Los sacerdotes funerarios se encargaban de extraer las vísceras del cuerpo y procedían a embalsamarlo. El tipo de momificación variaba según la clase social a la que pertenecía el difunto. La técnica de embalsamación era muy complicada y los sacerdotes debían de tener conocimientos de anatomía para extraer los órganos sin dañarlos. Durante el proceso de momificación, los sacerdotes colocaban una serie de amuletos entre las vendas con las que envolvían el cadáver, en las cuales había inscritas fórmulas destinadas a la supervivencia del difunto.
El dios Anubis se lleva el corazón del difunto:
Una vez preparado el cadáver y depositado en el sarcófago, tenía lugar una procesión que lo conducía a la tumba. El cortejo se iniciaba con el sacerdote funerario, al cual seguían varios criados que portaban los objetos pertenecientes al difunto. Estos objetos tenían la misión de proporcionarle comodidad en el Más Allá. El sarcófago era arrastrado por un primer trineo, mientras que otro trineo llevaba los vasos canopos. Cuando la procesión llegaba a la tumba, el sacerdote realizaba el ritual de la apertura de la boca, con el que se creía que la momia volvía a la vida. Todo el ajuar funerario, junto con el sarcófago y las ofrendas, se depositaba en la tumba, que seguidamente se sellaba para que nadie turbara el eterno reposo del difunto. Entonces, éste iniciaba un largo recorrido por el mundo de ultratumba. Anubis, guardián de las necrópolis y dios de la momificación, le conducía ante Osiris, soberano del reino de los muertos, el cual, junto con otros dioses, realizaba el llamado Juicio del Alma, en el que se pesaba el corazón del difunto. Si el peso de las malas acciones era superior al peso de una pluma, el difunto era devorado por un monstruo. Si superaba satisfactoriamente esta prueba, debía recorrer un mundo subterráneo lleno de peligros hasta llegar al paraíso.
Egipto: La Vida después de la Muerte
El cortejo fúnebre:
Los objetos que los criados llevaban en los cortejos fúnebres permiten conocer múltiples aspectos de la vida cotidiana  en el Antiguo Egipto. En las representaciones de estos cortejos podemos ver jarras, cofres, sillas, lechos, ropa, alimentos y otras muchas cosas.
Egipto: La Vida después de la Muerte
Los vasos canopos:
Las vísceras, una vez extraídas del cuerpo del difunto, se lavaban y embalsamaban. Después se depositaban en cuatro jarras que representaban unas divinidades llamadas Hijos de Horus, las cuales las protegían de la destrucción. Estas jarras, con tapa en forma de hombre, mono, chacal y halcón, se conocen como vasos canopos. Su nombre puede deberse a la cuidad de Canopus, cercana a Alejandría, donde Osiris era adorado como jarra con cabeza humana. Según otra versión, Canopo era un personaje mitológico que fue enterrado en Egipto. Los vasos canopos se introducían en una caja que, en el cortejo fúnebre, era arrastrada por un trineo.
Egipto: La Vida después de la Muerte Amset: El hígado estaba en una jarra con tapa en forma de cabeza humana
Egipto: La Vida después de la Muerte Duamutef: Un vaso con tapa en forma de chacal guardaba el estómago
Egipto: La Vida después de la Muerte Hapi: La cabeza de mandril indicaba el vaso que contenía los pulmones
Egipto: La Vida después de la Muerte Kebsenuf: Un vaso con la cabeza de halcón guardaba los intestinos

Las Máscaras funerarias:


El difunto debía ser reconocido en el Más Allá. Por ese motivo, encima de las vendas del cuerpo momificado se colocaba una máscara con un retrato idealizado. Las máscaras de los faraones estaban hechas de oro y lapislázuli. Según el mito, la carne de los dioses era de oro, su cabello de lapislázuli y sus huesos de plata, material muy escaso en Egipto. Los faraones se representaban con la apariencia del dios Osiris, soberano de los muertos. En la cabeza llevaban el nemes, que era un tocado a rallas con el ureo, la serpiente protectora de los faraones, en la parte frontal. Los brazos aparecían cruzados sobre el pecho y con una mano sujetaban el cetro real, mientras que con la otra sostenían un flajelo.
Egipto: La Vida después de la Muerte Máscara funeraria de una princesa del Imperio Medio
Anubis y la momificación:
El dios Anubis era el guardián de las necrópolis y, según los egipcios, estaba presente en el proceso de momificación. Su cabeza en forma de chacal, que representaba su animal favorito, hacía referencia a los animales que merodeaban por las tumbas. Los sacerdotes embalsamadores le tenían como patrón y cuando realizaban el ritual de la momificación se ponían una máscara de chacal, adoptando el papel de Anubis.
El escarabajo del corazón:
Entre las capas de vendajes se colocaban diversos amuletos. Algunos tenían forma de escarabajo, de ojos o de pilares, y eran auténticas joyas. Estaban destinados a proteger al difunto contra los peligros que le acechaban en el otro mundo. Un escarabajo como el que aparece en la imagen se colocaba en lugar del corazón. En su cara posterior llevaba grabado un capítulo del Libro de los Muertos, que hacía referencia al Juicio del Alma. En él, el difunto rogaba a su corazón que no lo contradijera y que no mintiera delante de los dioses.
Egipto: Vida después Muerte
Los Ushebtis:
Los ushebtis, palabra que significa “los que responden”, eran pequeñas estatuillas que se colocaban en la tumba del difunto y tenían la función de servirle en el Más Allá. Los más valiosos estaban hechos de lapislázuli, pero también los había de madera o de piedra. A menudo eran figuras masculinas con un arado o una azada y un saco en la espalda. En la parte delantera llevaban escrito un capítulo del Libro de los Muertos. Recitándolo se les dotaba de vida y podían trabajar en lugar del difunto. En algunas tumbas se han encontrado hasta trescientos sesenta y cinco ushebtis, cada uno de los cuales correspondía a un día del año. En las tumbas de los faraones, el número de ushebtis puede ser incluso superior.
Egipto: La Vida después de la Muerte
Los Sarcófagos:
La momia se colocaba en un sarcófago, que podía ser de piedra, de madera recubierta con materiales preciosos o simplemente de madera. Inicialmente, los sarcófagos eran rectangulares, pero más tarde se construyeron con forma humana.
Egipto: La Vida después de la Muerte Sarcófago de Tutankhamón
Y esto es todo por hoy, seguiré subiendo más cosas sobre Egipto y más música, nos vemos en la siguiente entrada.

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