Contenía la momia al parecer en buen estado de un hombre llamado Neb
Un sarcófago de madera intacto que contenía la momia de un hombre llamado Neb es el nuevo hallazgo de los investigadores del Proyecto Djehuty, liderado desde el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
El descubrimiento, tras una excavación de seis semanas, se ha producido en el extremo norte de la necrópolis de Dra Abu el'Naga, en Luxor (antigua Tebas y a más de 640 km de El Cairo).
Este hallazgo, realizado durante la duodécima campaña de excavaciones arqueológicas, arrojan luz sobre la dinastía XVII. En este periodo histórico, aún poco conocido, la ciudad de Tebas se convierte en capital del reino, y se asientan las bases del imperio, y del dominio egipcio sobre Palestina, Siria, y Nubia.
El cuerpo de Neb ha sido hallado en una cámara sepulcral excavada en la roca a cuatro metros de profundidad. El ataúd, de dos metros de largo y medio metro de ancho, se encuentra en buen estado de conservación, y mantiene brillantes los colores de su decoración original.
La entrada fue descubierta perfectamente cerrada con adobes, por lo que ya se intuía que nunca había sido abierta tras depositar el ataúd.
“Este estilo de ataúd es muy poco frecuente, pues estuvo en uso sólo durante un breve periodo de tiempo, cuando Egipto no estaba unificado. Así, muy pocos han sido hallados en su lugar original y han sido bien documentados en su contexto arqueológico”, detalla el investigador del CSIC.
Una inscripción recorre desde el pecho hasta los pies la tapa del ataúd dirige una invocación de ofrendas a un hombre llamado Neb. Su momia todavía se encuentra dentro de la caja y, aparentemente, en buen estado.
El examen preliminar del sarcófago reveló que sus inscripciones jeroglíficas refieren “el viaje al más allá” y según las creencias de los faraones, los dibujos de plumas simbolizan a la antigua diosa de la verdad y la justicia.
En la mitología egipcia, esta diosa pesaba en una balanza el corazón de los muertos (símbolo de su conciencia) contra una pluma (símbolo de la justicia universal) para determinar su estado en la vida y después de la muerte.