Escritora: Hannah Arendt
No hay que negar que existe cierta atracción en leer libros sobre el holocausto judío. Nos hacen sentir, y empatizar, se podría incluso decir que desde el dolor nos hace sentir bien al creernos pertenecer a la minoría que actuó bien, pero puesto que no creo que nosotros seamos diferentes a aquellos que fueron y ahora criticamos, ni creo que los del futuro vayan a ser diferentes a nosotros, me interesaba leer algo diferente que realmente hablara de la naturaleza del ser humano.
Este libro ha sido una grata sorpresa, y me ha impactado más que casi ninguna novela. “Eichmann en Jerusalén” es el libro dedicado a cubrir el juicio que en Jerusalén se le hizo a Eichmann, que fue el encargado de organizar las emigraciones primero, y las deportaciones después de los judíos a los campos de concentración.
En este libro la escritora describe las diferentes fases del antisemitismo que acabó en “la solución final” del exterminio; así como retrata la personalidad del acusado; el negocio de las emigraciones; el comportamiento de los diferentes países en la limpieza étnica de judíos; y no duda en criticar al gobierno Israelí por los aspectos legales y objetivos últimos del juicio en sí.
Fue a través de este contacto con el acusado, que Hannah Arendt elaboró una teoría sobre el mal que bautizó con el nombre de “la banalidad del mal”. Llega a este conocimiento al entender que lo sorprendente de este Eichmann, es que no era un loco, no era un fanático, y lo que es peor, ni siquiera era un antisemita. Eichmann no odiaba a los judíos. Eichmann era un hombre normal y corriente, como la gran mayoría de nosotros.
Para Hannah Arendt, cuando el hombre se anula, cuando se convierte en un ser que no quiere pensar, ni analizar, el mal en él pasa por ser algo banal y la bondad pasa a ser sencillamente una tentación a la que tienen la obligación de resistirse. Dice algo así: “El más sofisticado de los males, puede haber sido, sin embargo, realizado por los más mediocres de los seres humanos”. La gran masa que no quiere pensar.
No me quiero ir sin decir que este libro le supuso a Hannah Arendt el pago de un alto precio: el ostracismo de los suyos, porque en su imparcialidad, no quiso pasar por alto que no sólo fueron los verdugos los que actuaron mal; la gran escala de matanzas fue además posible gracias a la colaboración del Consejo Judío en cada uno de los lugares desde donde se organizaban las deportaciones. Eichmann trabajó estrechamente con ellos en cada una de las comunidades a las que acudían. Esto no pudo ser digerido por la comunidad judía.
Me despido con unas curiosidades:
- Le dan en la cárcel a Eichmann “Lolita” de Nabokov. Lo devolvió indignado, diciendo: “Es un libro malsano por completo”.
- Bulgaria tuvo una actuación ejemplar, así como Dinamarca. Dinamarca por ejemplo, no permitió siquiera las iniciales medidas antisemitas, y a la hora de la deportación dijeron: “como estos ciudadanos han pasado a ser apátridas, y por tanto no alemanes, los nazis no pueden apoderarse de ellos sin el consentimiento del gobierno danés”.
- Rumanía, fue la otra cara de la moneda, se cuenta que la brutalidad de estos era tal que hasta los miembros de la SS quedaron sobrecogidos.
Y una recomendación: Hay una fantástica película, que si no os apetece leer el libro, cumple a la perfección con el objetivo de llegar a esta valiente filósofa:
NOTAS:
- Este tema del no pensar, del no analizar, lo toca muy bien Coetzee en su novela “ElizabethCostello”, precisamente comparando las granjas intensivas de animales que todos conocemos que existen con los campos de concentración nazi. Basta con no pensar. Los toros están muy bien, siempre que no pienses en el toro, jeje. (parece una exageración, pero creo que es el mismo proceso).
- Si el comunismo tiene su origen en el marxismo de Marx; el capitalismo, se podría decir que en economistas como Adam Smith; yo por lo menos hasta ahora no sabía que el nazismo tuviera alguna idea filosófica de base. Parece ser, aunque no estoy segura, porque de esto no se habla mucho, o por lo menos yo no me he enterado, que el nazismo también tuvo su base. Me ha parecido entender que en sus inicios buscaba la recuperación de una vida en la que el hombre recuperara su interés por el ser, y no de las cosas, como ofrecía el mercantilismo o capitalismo de EEUU; o la masificación que ofrecían sus vecinos bolcheviques en Rusia. Parece ser que había una base metafísica en la ideología nazi, de recuperación de una forma de gobierno de los griegos presocráticos. Por eso se dice que eran anticapitalistas y anticomunistas.
- Leer “Ser y Tiempo” e “Introducción a la metafísica” de Heidegger.
- Leer “Los orígenes del totalitarismo” de Hannah Arendt.