Ejecutivo al minuto (parte 2)
Como prometí en la entrada anterior, retomo mis comentarios sobre el libro “El ejecutivo al minuto”, de Kenneth Blanchard y Spencer Johnson. Me quedaba pendiente compartirles un pequeño resumen de su mensaje que creo es muy interesante para intentar aplicar en los diversos ámbitos de nuestra vida.
Empecemos por definir el “ejecutivo al minuto” en palabras del propio ejecutivo de la historia: “Me llamo así porque necesito muy poco tiempo para obtener buenos resultados de mi personal”. ¿Eso significa que es un líder que dedica poco tiempo a su gente? Sería muy errado sacar esta conclusión. Es un líder con excelentes habilidades de comunicación, que sabe motivar a su personal a la vez que corregirlos en lo que sea necesario.
El ejecutivo al minuto tiene una serie de principios en los cuales basa su actuar, que podemos resumir de la siguiente manera:
1- Previsión de objetivos de un minuto: Lo primero será establecer los objetivos, y los medios para su mejor realización práctica. Estos deben ser escritos en una sola hoja, sin emplear más de 250 palabras, para que leer y releer los objetivos pueda ser una tarea diaria que sólo requiera un minuto. Durante cada jornada de trabajo, cerciorarse que su tarea concuerda con los objetivos planteados (esto sólo llevaría un minuto).
¡Qué práctico suena! ¿no? Hasta de sentido común. Pero cuántas veces trabajamos sin tener los objetivos del todo claros… o, teniéndolos muy claros al iniciar un proyecto, sólo volvemos a revisarlos en el momento de evaluación final… lo cual muchas veces es un año después de haberlos establecido. Con certeza encontraremos grandes desvíos si trabajamos de esta forma.
2- Elogios de un minuto: Para que sea efectivo el elogio debe cumplir con algunos requisitos. Debe ser sincero y oportuno, es decir, debe darse inmediatamente cuando se merece. Debe ser concreto, especificando en detalle lo que se ha hecho bien y explicando de qué manera esto beneficia a la organización y a los que trabajan en ella.
El elogio es altamente motivador para quien lo recibe, siempre que sea sincero y cumpla con los requisitos enumerados. Y como vemos, no necesitamos más que un minuto para hacerlo.
El libro agrega también que es importante detenerse y guardar un momento de silencio para que “noten” lo satisfecho que se siente, estrechar la mano y dar unas palmadas en la espalda para que quede claro que realmente apoya el éxito de esas personas en la organización. Señalo esto último aparte, ya que a mi entender dependerá de la cultura en la que estemos insertos y de la personalidad de las personas que intervienen… lo importante es que el elogio sea sincero, y saber transmitirlo de manera que se perciba como tal. A veces el contacto físico es percibido negativamente.
3- Reprimenda de un minuto: Las reprimendas están conformadas por dos partes:
a – deben ser inmediatas al hecho por el cual se generan y decir en concreto qué es lo que se ha hecho mal. Debe comunicar lo que piensa, claramente y sin vueltas, sobre lo que se ha hecho mal. Detenerse y guardar unos segundos de incómodo silencio para que noten lo insatisfecho que se siente respecto a ese actuar en concreto.
Acto seguido, se pasa a la segunda parte de la reprimenda de un minuto:
b – les hace notar que usted se halla honestamente al lado de ellos, recordando la estima en que los tiene y reafirma que los tiene en buen concepto pero que en ese caso puntual no puede elogiar su trabajo. Finalmente, da a entender que cuando la reprimenda se acabó, se acabó (y a no volver permanentemente sobre el asunto!!).
Nuevamente, el libro hace referencia a dar la mano o palmada… pero vale aquí también mi comentario realizado para los elogios de un minuto.
Si unimos el concepto de elogios y reprimendas (a las que prefiero llamar “corrección de lo que se hizo mal”) tiene mucho que ver con el feedback sandwich que hemos repasado en una publicación anterior. ¡Qué importante es comunicarnos en positivo, aún cuando estamos corrigiendo a alguien! Pero ojo, como se resalta en “El ejecutivo al minuto”, es tan importante motivar comunicando lo que se hace bien, como detallar claramente lo que está mal hecho. Lo que me resulta muy interesante del libro, es su simplificación, al establecer ¡sólo un minuto! para estas cosas. Y es que más allá del tiempo concreto es cierto que hay que ser muy prácticos porque, de lo contrario, solemos caer en que “por falta de tiempo” dejamos de comunicar elogios y reprimendas, tan necesarios para la efectividad de las personas. Lo mismo para el establecimiento de objetivos.
Yo tuve la suerte de tener una jefa que claramente aplicaba estos conceptos … ¡cuánto aprendí con ella! Aprovecho aquí a dejarle mi agradecimiento.
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