La presidenta del parlamento balear acaba de protagonizar el último caso conocido de corrupción en Podemos. Teniendo en cuenta su breve historia y su escasa presencia institucional no es mal curriculum.
Lo más condenable es cómo reaccionan cuando los culpables son ellos.
Pongámonos en el lugar de Echenique y Espinar haciendo sus discursos, conscientes de que practican lo contrario de lo que están diciendo: el primero hablando de fraudes a la Seguridad Social, el segundo denostando la especulación con la vivienda. ¡Para eso hay que valer!
Falta ver a Mayoral explicando las dificultades de crear una cooperativa, a Errejón fijando criterios para conseguir una beca universitaria y al jefe del clan condenando teocracias islámicas o falsas democracias latinoamericanas. Todo se andará.