Indeciso
Maravillado por ello, no sabía cómo elegir, entre tanta variedad de riquezas, las más preciosas, y apartando lo que le parecía de menos valor, pasó el tiempo preocupado por escoger, hasta que la llegada del día puso de manifiesto sus malas intenciones. Despertados de improviso los guardianes de la casa, encontraron al ladrón distraído en elegir. Así que lo cogen y pegándole con látigos y estacas, lo echan dentro de la cárcel y luego, pronunciada sentencia, una vez convicto y confeso, fue condenado a muerte. El cual si hubiese pensado que había de hacerse de día, bien se hubiera precavido para no ser azotado o, lo que fue peor, para no perder su vida.Del libro DISCIPLINA CLERICALIS, de Pedro Alfonso de Huesca