De todos es sabido que en la sociedad actual existe una importante problemática en relación al aumento afectados por enfermedades crónicas asociadas al sedentarismo y a un estilo de vida poco saludable, algo de lo que es plenamente consciente el colectivo médico (por ejemplo, artritis, resistencia a la insulina, diabetes, enfermedades coronarias, hipertensión, enfermedades respiratorias, etc.).
De igual forma, existen estudios y evidencias científicas que afirman que el ejercicio físico es eficaz en el tratamiento y prevención de las miamas.
Sin embargo, hay pocos estudios que hayan comparado la eficacia de los medicamento con el ejercicio físico en tales patologías, cuyos resultados van más allá de lo ético, lo social y lo político.
Claro está que los primeros interesados en que estos datos no sean conocidos es la industria farmacéutica, que seguramente tenga conocimiento de que el ejercicio físico es un potente “fármaco o medicamento” alternativo. De hecho, si comparamos el volumen de estudios de la eficacia de medicamente para prevenir/curar tales patologías, supera con mucha diferencia los pocos estudios en lo que se utilizaba el ejercicio físico como tratamiento para la misma patología.
Como ejemplo de lo comentado, haremos mención a un reciente estudio publicado en el British Medical Journal (ocubre, 2013) que comparó la eficacia de los fármacos más comúnmente utilizados (estaminas, betabloqueantes, diuréticos, anticoagulantes, antiplaquetarios, inhibidor de la ECA, tiazolidinedionas, etc.) con el ejercicio físico para reducir los índices de mortalidad entre sujetos que padecían patologías tan comunes como las enfermedades coronarias, insuficiencia cardiaca crónica, accidentes cerebrovasculares y diabetes.
El estudio recogió y comparó entre sí un total de 305 estudios sobre el efecto de los fármacos y de 57 estudios sobre el efecto del ejercicio físico (una muestra total de 339.274 y 14.716 sujetos, respectivamente) sobre los índices de mortalidad. Pues bien, el mismo concluye que el ejercicio puede ser tan eficaz -al presentar similares resultados- como muchos de los fármacos prescritos para el tratamiento de algunas de las principales causas de muerte derivadas de estas enfermedades tan comunes. Más concretamente, este interesante estudio concluye que aquellos que hubiesen sufrido un infarto cerebral mostraban un menor riesgo de morir de ello si hacían ejercicio que si sólo se medicaban.
Aquellas personas con enfermedades coronarias o prediabetes que hacen ejercicio pero no consumen los medicamentos típicos prescritos tienen el mismo riesgo de morir -o sobrevivir- de su enfermedad que aquellos que tomen dichos fármacos y no realicen ejercicio...,¡¡y todo esto sin tener en cuenta los efectos secundarios y colaterales para la salud que puedan acarrear muchos de estos medicamentes a largo plazo!!, cuestión que queda sin resolver y que daría más valor en cuanto a proponer el ejercicio físico como tratamiento primordial en tales patologías.
No obstante, esto no quiere decir que los pacientes que sufran este tipo de patologías deban abandonar su tratamiento farmacológico o control médico, sino que deben incorporar el ejercicio físico como un elemento clave colaborador del mismo (quizás el más relevante de todos). Los mismos autores de este estudio comentan además que los medicamentos podrían ofrecer sólo una modesta mejora en los pacientes que sufren estas enfermedades, pero que el ejercicio podría producir ganancias más profundas o sostenibles en la salud.
No obstante, lamentablemente se dipone de insuficiente información proveniente de estudios controlados para establecer una mejor dosis de ejercicio para el tratamiento de la mayoría de patologías descritas, lo cual da más valor en este sentido a los estudios farmacológicos en lo que a precisión de dosis se refiere.
De todo ello, se puede concretar que el ejercicio físico, como tratamiento correctamente prescrito, puede presentar beneficios potenciales tan eficaces como el farmacológico, para reducir la mortalidad, con menos efectos secundarios y mayores beneficios a nivel general. Por ello, el realizar ejercicio debería ser considerado como alternativa o complemente a los tratamientos médicos para reducir las enfermedades del siglo XXI
Sin embargo, todavía comprobamos como las organizaciones e instituciones sanitarias centran demasiada atención en el tratamiento farmacológico y demasiado poco en promocionar el ejercicio como medicina alternativa para combatir y prevenir muchas de las enfermedades que tantos costos sanitarios generan. Por esta razón, el colectivo médico-sanitario debería conocer aún más el potencial de las intervenciones mediante ejercicio, y apostar por que se materialicen verdaderas políticas de promoción, así como saber en qué momento derivar a sus pacientes a los especialistas más competentes para que les prescribieran ejercicio de forma individualiza atendiendo a su condición.
Estamos más cerca, pero aún demasiado lejos. Tú elijes.
Artículo basado en: ¿Ejercicio físico o farmacoterapia? Tú eliges. Guillermo Peña, Juan Ramón Heredia, IICEFS.