Como cabo apuntador, me encontraba formando parte de la dotación del bou armado “Euskal Herría”, en compañía de amigos y compañeros como el capitán D. Augusto F. de Linares y el maquinista Julián Boenechea, en la mar, en la fecha arriba mencionada, cumpliendo una orden del Jefe de las Fuerzas Navales del Cantábrico, el entonces Capitán de Corbeta D. Federico Monreal y Pilón (1).
Serían aproximadamente las cuatro de la madrugada cuando divisamos en el horizonte las luces de un barco, por lo cual se ordenó se levantase todo el personal, pues creíamos llegado el momento de cumplir la misión que nos fue confiada, y con los siete marineros de la Armada (personal que sorprendió el movimiento con licencia), y en compañía del querido amigo Armengual, cubrimos el único armamento que teníamos a bordo: un glorioso cañón que había pertenecido a nuestro llorado “Jaime I”, aI mismo tiempo que en el telégrafo de máquinas sonaba la orden de avante toda.
El «Euskal Herría» avanza impulsado por el máximo de revoluciones que da su máquina - aquella que tantas veces impulsó al “Terranova” - mientras sus hombres, con la máxima rapidez, cargan y apuntan su 101.6, para castigar a los piratas que navegan al margen de la Ley.
Ya estamos cerca, cuando, en la obscuridad, divisamos un crucero alemán que con seguridad protege al de las luces encendidas, sobre el cual está apuntando nuestro cañón. Entonces, el capitán Augusto ordena que no se dispare porque el crucero pone proa a nosotros. Alguien ha dicho: “¡qué lástima, no encontrarlo en nuestras aguas, y no, en la mar libre! “. A lo que otro contesta que no tendría Alemania suficientes cruceros para impedir que nuestros disparos fuesen los primeros, si el de las luces encendidas no quería acompañarnos hasta Bilbao.
Destructor "Velasco"
Nos alejamos, rumbo a la costa francesa, para ponernos frente al puerto de Pasajes, a cumplir la obligación que se nos había ordenado. Después de estar toda la noche de guardia en el puente, castillo y toldilla, me acuesto, vestido, a las 9 horas - «No te acuestes desnudo en la mar, porque te puede pesar» - , A las 9,30 horas me sacude un marinero, que dice haber visto un barco en el horizonte, y, levantándome, cojo los prismáticos, y reconozco— nada más, ni menos— que al “Velasco”, con sus características cuatro chimeneas, por lo cual doy la voz de zafarrancho y ruego al capitán Augusto que se encargue de mantenernos siempre de costado, y nunca le dé la popa. En seguida, se prepara una bandera nueva que teníamos a bordo, con los tres colores más hermosos que la de ninguna otra, la que cambiaremos por otra un poco descolorida que llevamos izada, cuando suene el primer disparo, que será nuestro (nuestro cañón alcanza más que les suyos). Claro, muy claro, se ve al “Velasco”, y, también, a un bou nuestro, que resultó ser el “Mistral”, que se une a nosotros. Por fortuna, teníamos que encontrarnos a las 9 horas en aquel punto con otro bou que no sabíamos cuál sería.Calculo 8.000 metros, y los pongo en el alza y deriva 4 derecha. «¡Fuego!»... Y en ese momento, el contramaestre de a bordo cambia la bandera, que saludamos con un ¡Viva a la República ! que lo han tenido que sentir en el “Velasco”.., Observo el pique, el cual cae bien centrado, pero un poco corto. Y, cuando al caer y ver este pique ya está el cañón cargado, de nuevo «¡Fuego!», otra vez con la misma alza, cuyo pique no se ha visto por los del cañón ni los del puente. Disminuimos 300 metros, y «¡fuego!» otra vez, y otra, y otra, hasta seis disparos, sin ver más que tres piques en el agua, cuando se nos rompe la pieza camón del extractor de la tuerca portallave.
En este momento, nos cae cerca, y un poco corta, una salva de dos cañonazos, que claramente vemos salir de los cañones uno y tres, y que nos refresca la cubierta. Al mismo tiempo, veo unos piques muy cerca del “Velasco”, y me dicen que el “Mistral” rompe el fuego. Me tranquiliza el saber que el “Mistral” tiene a bordo un telémetro, el cual le permite tomar las distancias mejor que los del «Euskal Erría», donde se hace a ojo. Nuestros esfuerzos son grandes por quitar pronto el estopín, cuya dilatación motivó la rotura. Y aún con baquetas metidas por la cabeza móvil y dándole con toda fuerza, no conseguimos que salga. Nos ponemos bajo el fuego enemigo, y en compañía del maquinista Boenechea, a deshacerlo con una broca y un taladro de mano, lo cual conseguimos un poco más tarde.
Bou sin artillar
Mientras ésto ocurría, el “Mistral” se da cuenta de nuestro silencio, y tapándonos con humo se mete entre el «Euskal Herria» y el “Velasco”, reclamando el fuego sobre si, y recibiendo dos granadas, que no causan víctimas. Mientras se quita el estopín, se observa por los anteojos al “Velasco”, que también hace fuego desde el puente con una ametralladora, observando que no lleva bandera y que hace un lance de torpedos, en cuyo momento el personal corre para proa, abandonando el cañón tres.Listo nuestro cañón, nos lanzábamos de nuevo hacia el “Velasco”, cuando, con gran sorpresa, vemos que éste se aleja a todo cuanto dan sus máquinas. Nos acercamos al “Mistral”, y peguntamos si hay novedad, que nosotros no tenemos ninguna, contestándonos lo mismo, y que podrá navegar tan pronto tapone un boquete que tiene en la línea de flotación, porque la granada que explotó en la cruceta no se lo impide.
Con los puños en alto, brindamos este hecho a los compañeros que nunca olvidaremos y que un día formaron la dotación del ”Almirante Ferrándiz”, así como también a los mercantes asesinados por los que, hallándose frente a dos bous, no han izado bandera para luchar. El entonces comandante del “Velasco”, Calderón, fue en una ocasión tercer comandante del que hoy es buque insignia de nuestra Flota, y a los hombres que componían su dotación, les decía “mis cachorros”...
El «Euskal Erría» es uno de los que lucharon contra el “Cervera” y el “España” en la boca del puerto de Bilbao, entrando en puerto después de quemarle el puente las granadas enemigas. Es aquél que capturó prisionero al “Palos”, buque alemán despachado en Hamburgo para San Sebastián y Sevilla, con material de guerra, que tenia a bordo un español indocumentado, siendo capturado en aguas españolas, aunque venía escoltado por el «Koenisberg», cumpliéndose lo que había dicho; “No tendría cruceros Alemania...”
Bou artillado "Nabarra"
Hoy, aun existe el «Euskal Herria». Es uno de los cinco hermanos de nuestro valiente “Tramontana”, que continúa a las órdenes del único Gobierno legítimo que tenemos todos los españoles, tanto los que luchamos por la independencia de nuestra amada Patria, como los que sufren viendo en las estaciones de ferrocarril y buzones de correos sus nombres en italiano y alemán. ¡Si, sufren viendo esos letreros. Pero ¡también les consuela ese dolor el saber que aquí estamos sus hermanos, dispuestos a derramar la última gota de su roja sangre, para conseguir quitar con sus manos esos letreros, y, fundidos en un fuerte brazo, empezar la labor de reconstrucción de nuestra traicionada, pero no vencida España, para entonces poderla mostrar al mundo enteré convertida en una, grande y libre!... Pero, nuestra, de los españoles dignos, y jamás, de los que cantan el “caralarga” ; esos, que no tienen ni saben lanzar al viento una bandera en el momento de un combate, como lo hacemos nosotros, aunque al hacerlo se rompa...
Que a la Bandera de nuestra Flota, ya le ha dicho un marino, frente al enemigo: ¡ Rómpete, pero no te rindas!
PABLO OCHOAAuxiliar Alumno de Artillería.
A bordo del “Miguel de Cervantes”, noviembre de 1938. La Armada 19-11-38
(1) Federico Monreal y Pilón.- En fecha del 18 de julio de 1936* comandante del cañonero "Canalejas" (Clase Canovas del Castillo). Capitán de Corbeta de la Escala Activa del Cuerpo General de la Armada, nacido el 1 de septiembre de 1894. Recibió su primer nombramiento en la Armada el 18/12/1912, ingresando en el servicio en enero de 1913. Asciende a Capitán de Corbeta en diciembre de 1928. Comandante del cañonero "Canalejas" desde febrero de 1935. *(Tomo I del Estado General de la Armada. 1936).
Cañonero "Canalejas"
Al ser detenido el comandante del destructor "Sánchez Barcáiztegui" por adhesión a la rebelión, se hace cargo del mando del destructor, ejerciendo como comandante del mismo desde el 19 de julio de 1936 hasta el 21 del mismo mes, siendo sustituido por el Alferez de Navío Alvaro Calderón Martínez.
En Málaga, en 19/07/1936, intercede a favor de Valentín Fuentes, comandante del destructor "Lepanto", asegurando que era fiel a la República.
El 24 de octubre de 1936 es nombrado Jefe de las fuerzas navales en el Cantábrico, cargo que ostenta hasta diciembre de 1937, fecha en la que es destinado a Cartagena al mando del Servicio de Vigilancia Costera.
Benito Sacaluga.