Hace 3 años, en 2015, las Naciones Unidos proclamaron que “la democracia es un valor universal basado en la voluntad libremente expresada por los pueblos para determinar sus propios sistemas políticos, económicos, sociales y culturales y su plena participación en todos los aspectos de sus vidas.”
En tan solo 3 años las cosas han cambiado mucho, y no parece que a mejor. Esta vez el Día Internacional de la Democracia cobra un significado muy especial e importante. Antonio Guterres, Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas expresa así su preocupación: "La democracia se ve sometida a más presión ahora que en ningún otro momento desde hace décadas. Por ello, este Día debería hacernos buscar formas de vigorizar la democracia y respuestas a los desafíos sistemáticos que enfrenta.”
Y continúa diciendo: “Ello supone corregir la desigualdad, tanto económica como política. Supone hacer más inclusivas nuestras democracias, mediante la integración de los jóvenes y los marginados en el sistema político. Y supone hacer que las democracias sean más innovadoras y receptivas a los nuevos desafíos.
Esforzarnos por un futuro que no deje a nadie atrás nos exige considerar interrogantes esenciales y urgentes. Por ejemplo, ¿cómo repercutirán la migración o el cambio climático en la democracia en la próxima generación? ¿Cuál es la mejor forma de aprovechar el potencial de las nuevas tecnologías evitando al mismo tiempo sus peligros? ¿Cómo hemos de construir una mejor gobernanza para que la democracia ofrezca mejores condiciones de vida y colme las aspiraciones de las personas?
En este Día Internacional de la Democracia, comprometámonos a aunar nuestras fuerzas por el futuro de la democracia.”
Esta última frase tiene una importancia relevante. Tenemos que reflexionar seriamente sobre lo que significa el concepto “democracia”, y qué entendemos por “calidad democrática”.
En la Declaración Universal de los Derechos Humanos se dice (artículo 21,3): "La voluntad del pueblo será la base de la autoridad del gobierno" No dice qué parte del pueblo, ni qué partido político. No dice qué porcentaje del pueblo debe gobernar para que represente todo el pueblo. Y allí interviene el concepto “calidad democrática”, o la capacidad de ponerse de acuerdo, de entenderse entre diferentes. Porque la verdadera democracia sirve para unir a la gente, no para separarla. Porque el pueblo somos todos.
Para reflexionar y obtener respuestas sobre la calidad democrática es aconsejable leer un libro de apenas 130 páginas editado por primera vez por la UNESCO en 1995. Su título: “Introducing Democracy – 80 Questions and Answers”. Los autores son el británico David Beetham, Director Adjunto de la Auditoría Democrática del Centro de Derechos Humanos del Reino Unido y Profesor Emérito de la Universidad de Leeds, y el estadounidense Kevyn Boyle, Profesor de Historia Americana del siglo XX a la Universidad Pública de Ohio y autor de varios libros sobre clases sociales, temas raciales y políticos.
Los autores hacen la pregunta: “¿Es la regla de la mayoría siempre democrática? Y hablan por ejemplo de “la subordinación de las minorías”, y “el derecho a vetar las leyes que vulneran sus intereses vitales”, tales como “su autonomía para administrar sus propios asuntos”.
Los autores concluyen con un consejo: “Una mayoría sabia irá de alguna manera al encuentro de la minoría, si es posible, en lugar de usar su posición mayoritaria simplemente para anularla. La democracia solo es sostenible si las personas pueden aceptar continuar viviendo juntas. Y esto requiere que las mayorías, y los gobiernos que las representan, estén preparados para ejercer una medida de autocontrol, y no siempre utilicen el procedimiento mayoritario para capturar todo para sí mismos y su propio punto de vista.” Según Wikipedia se denomina "mayoría absoluta" a la circunstancia que se da en una votación cuando un candidato o proposición obtiene más de la mitad de los votos. O sea que el 50,1% de los electores puede exigir el 100% para sí, en contra de la voluntad del 49,9% de los electores que han votado (que si el voto no es obligatorio, y solo el 75% ejercen su derecho al voto, estos solo representan al 37,6% de los adultos). Pero Wikipedia no define la calidad democrática.
En una democracia de calidad la gente escucha las voces sensatas y cultiva el espíritu crítico y la autocrítica, en lugar de dejarse impresionar por el ruido de los altavoces en los mítines políticos. Es necesario una educación en la democracia, consultar fuentes sensatas, el aprendizaje de la reflexión independiente, la capacidad de pensar por sí mismo de forma crítica y objetiva: saber prever y sopesar las consecuencias de las decisiones que se tomen. Y sobre todo cultivar el espíritu social y de la convivencia. Con el Brexit hemos visto el gran lío que se arma por la falta de calidad democrática y una propaganda engañosa, calentando más los instintos que la razón. Que la gente se entera después de votar, y no antes, de los problemas que se han creado, y muchos votarían hoy de forma distinta. Aquí mismo, en España, observamos el problema que se ha creado con y dentro de Cataluña, dividiendo al pueblo, por la falta de consensos, la falta de calidad democrática.
Este año celebramos también los 70 años de la Declaración de los Derechos Humanos. (La edad de una “anciana”). Se formularon en 1948, tres años después de una terrible guerra mundial que estaba todavía muy viva en la memoria de los que la sufrimos. La ONU fue creada en 1945, nada más terminar la guerra, que las generaciones de hoy no han vivido en sus carnes. Aunque pueden revivir algunos de los horrores, sin sufrirlos, viendo las películas en Youtube. Hay unas cuantas. Aunque ninguna película puede sustituir a la cruda realidad. Hay que conocer la historia y aprender de ella para no repetir errores terroríficos. Una nueva guerra 4.0 será mucho más devastadora que las anteriores.
Cuanto más gente se preocupa por la paz, menos probabilidad de guerra habrá.
“La paz no se puede mantener por la fuerza- Solo se puede conseguir con el entendimiento” dijo Albert Einstein, quien tuvo que refugiarse en los EEUU para no morir en un campo de exterminio alemán. Porque, aunque era alemán, tuvo “la mala suerte” de ser judío.
Hace 3 años la ONU llamó a los líderes políticos de todo el mundo a poner la democracia al servicio del desarrollo sostenible. Miembros de parlamentos procedentes de unos 140 países participaron en la Cuarta Conferencia Mundial de Presidentes de Parlamento para explorar fórmulas que permitan superar los desafíos globales para la paz y la democracia.
Para superar estos desafíos al nivel global, en primer lugar tenemos que ser capaces de superarlos en nuestro propio entorno.