El #22M como ruptura democrática

La crisis de la política se expresa en la distancia que existe entre los problemas que la ciudadanía pide solucionar: pobreza energética, económica, alimentaria, educación, sanidad, cultura y todo lo básico para una vida digna y la capacidad que la política tiene para poder llevarlos a cabo. Algo que refleja claramente la incapacidad del bipartidismo para ponerse al servicio de la mayoría social y expresa la crisis del Régimen a la que nos enfrentamos, tan necesitada de unos procesos constituyentes que puedan poner a la política al servicio de la ciudadanía.

Es necesario recuperar la conexión entre la política y la ética, la poliética de la que hablaba Francisco Fernández Buey, para que la política sea un medio al servicio de las personas. Una de las maneras de conseguirlo es mediante la movilización y la protesta social. Es necesario que nos concienciemos que para recuperar los derechos perdidos y nuestra dignidad como personas tendremos que luchar. Una lucha pacífica, no-violenta contra las políticas indignas de quienes nos gobiernan contra nuestra voluntad.

Explicitar la subyugación del sistema político a un sistema económico entumecido que se ha vuelto viejo, mucho más a medida que está siendo cuestionado por más gente. Marchamos para construir un sistema económico más humano que tenga en cuenta otros parámetros distintos a los que interesan a los grandes capitales. Para movilizar estos sistemas hacia un nuevo paradigma es preciso que nos concienciemos de la necesidad de nuestra participación y de la lucha por la transformación del mundo.

Por eso surgen las Marchas por la dignidad del próximo 22 de marzo y por eso miles de personas nos desplazaremos a Madrid, algunos y algunas llevan andando desde hace varios días y han conseguido movilizar y concienciar a la gente por las ciudades y pueblos que han recorrido, incluída Palencia, por donde pasaron un grupo de personas que se añadieron en Valladolid a la marcha nordoeste.

Los motivos son la aglutinación de todas las luchas de los distintos sectores donde el Gobierno ha estado haciendo recortes indignos. Vamos a decir que no a hacer la vida cada vez menos humana y más difícilmente vivible, no al paro, a la esclavitud laboral que nos quiere autómatas. Queremos una vida mejor para nosotros y nosotras y para las generaciones venideras, conseguir derechos cívicos como una renta básica y ciudadana que permita la supervivencia de los marginados y los excluídos por el sistema, que cada vez son más.

No hay dinero para las necesidades básicas de las personas pero hay 130.000 millones de euros para el rescate bancario, la diferencia entre ricos y pobres ha aumentado en un 30%, el número de personas ultrarricas ha aumentado en el último año a 1625 personas. Estas noticias son una tomadura de pelo para la mayoría social en nuestro país y queremos desequilibrar la balanza, redistribución de riqueza, justicia social, solidaridad con los y las que menos tienen. Esas personas que requieren de unos servicios públicos de calidad para poder vivir dignamente, tener una educación y una sanidad públicas es garantía para que quienes menos tienen puedan vivir mejor. Los trabajadores y las trabajadoras necesitamos de lo público para vivir. Otros, en cambio, han demostrado que les sobra.

Por eso vamos a Madrid, por eso gritaremos para que el miedo cambie de bando, para que las decisiones se tomen pensando en la mayoría en lugar de en las puertas giratorias de la post-política, ese momento que los políticos del bipartidismo aprovechan para lucrarse y cobrarse los favores prestados durante la etapa previa. Gritaremos contra la Deuda ilegítima, contra la modificación del artículo 135 de la Constitución Española que prioriza el pago de la deuda frente al resto de necesidades de la ciudadanía.

¡Diremos que NO! Y reclamaremos otro modelo con pan, trabajo y techo para todas y para todos. ¡Nos vemos en Madrid!