Este martes 26 de abril se cumplen 25 años del desastre nuclear de Chernobyl, considerado el peor accidente nuclear de la historia y cuyas secuelas todavía repercuten en más de diez regiones de Rusia. Las zonas más contaminadas son las regiones de Briansk y Kaluga, cuyos residentes reciben dosis de radiación que exceden el límite legal. La presencia de la radiación se encuentra en la leche, la carne, las bayas y numerosos alimentos de la zona.
La catástrofe produjo la liberación de 190 toneladas de material radiactivo a la atmósfera, y el incendio en la planta nuclear se prolongó durante casi dos semanas. Este incidente dejó enormes daños materiales y afectó la salud de varios cientos de miles de personas, dejando también a decenas de miles sin hogar y sin empleo. En este informe se puede tener un acercamiento al número de víctimas, aunque la cifra real nunca se conocerá del todo.
Si bien se pensó que las lecciones de Chernobyl podrían ayudar a la comunidad mundial a orientar el desarrollo hacia otras energías, como la energía nuclear más segura con el torio, o toda la cadena de energías limpias, con la catástrofe de Fukushima se ha demostrado nuevamente lo poco que se aprende de los errores del pasado (al igual que lo ocurrido con la crisis financiera). Por eso, este nuevo aniversario de Chernobyl no pasará inadvertido.Una mirada no convencional al neoliberalismo y la globalización