Yo, que soy de La Armuña y adoro el inmenso amarillo del trigo y de la cebada, siento una conexión brutal con la orilla de cualquier mar. Decía Karen Blixen que ”la cura para todo tiene que ver con el agua salada: sudor, lágrimas o el mar” y lo siento así. Trabajo mucho muchísimo porque las cosas salgan bien. Muy cosas me resultan fáciles y sé que la suerte no existe, solo es trabajo, trabajo y trabajo. Cuando después de esforzarme no lo consigo, lloro. Porque es la única manera que tengo de dejarme caer, abrir todo lo que llevo dentro y no sé sacar hasta que se convierte en lágrimas. Y después siempre encuentro la manera de curarme cerca del mar. Respirar la brisa y dejar que las olas mezcan lo que llevo en la cabeza hasta que quede ordenado de nuevo. Y luego vuelvo a empezar. Siempre.
(Costa Quebrada, Cantabria)