Revista Cultura y Ocio

El 90 cumpleaños de Carilda Oliver

Publicado el 08 julio 2012 por Mamerogar
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07/07/2012 20:14:50

 

Las celebraciones por el cumpleaños 90 de la poetisa Carilda Oliver, incluyeron numerosos homenajes como reconocimiento a quien ha exaltado la cultura cubana y las letras hispanoamericanas.

 

En Matanzas tuvo lugar la tertulia que lleva su nombre, y que ella misma conduce, en el Museo Provincial Palacio de Junco, un coloquio en Ediciones Vigía, y una serenata frente a su casa en la Calzada de Tirry No. 81.

Cualquier homenaje se antoja pequeño para esta escritora de excelencia, dueña de una obra poética tan intensa y seductora como ella misma, y reconocida por varias generaciones de lectores. La autora de títulos como Al sur de mi garganta, Las sílabas y el tiempo, y Se me ha perdido un hombre, así como los poemas Canto a Fidel, Canto a Matanzas, Me desordeno, amor y otros de indudable trascendencia, es Premio Nacional de Literatura y miembro correspondiente de la Academia Cubana de la Lengua.

Para celebrar también su onomástico, la Cátedra de Estudios Lingüísticos y Literarios Carilda Oliver Labra, de la Universidad de Ciencias Pedagógicas Juan Marinello, entregó el premio Al sur de mi garganta, el cual se otorgó de manera ininterrumpida, desde 1994 hasta el 2004, a personalidades e instituciones destacadas en mantener viva la obra de la poetisa.

 

DISCURSO DE EVA

 

Hoy te saludo brutalmente:

con un golpe de tos

o una patada.

¿Dónde te metes,

a dónde huyes con tu caja loca

de corazones,

con el reguero de pólvora que tienes?

¿Dónde vives:

en la fosa en que caen todos los sueños

o en esa telaraña donde cuelgan

los huérfanos de padre?

 

Te extraño,

¿sabes?

como a mí misma

o a los milagros que no pasan.

Te extraño,

¿sabes?

Quisiera persuadirte no sé de qué alegría,

de qué cosa imprudente.

 

¿Cuándo vas a venir?

Tengo una prisa por jugar a nada,

por decirte: «mi vida»

y que los truenos nos humillen

y las naranjas palidezcan en tu mano.

Tengo unas ganas locas de mirarte al fondo

y hallar velos

y humo,

que, al fin, parece en llama.

 

De verdad que te quiero,

pero inocentemente,

como la bruja clara donde pienso.

De verdad que no te quiero,

pero inocentemente,

como el ángel embaucado que soy.

Te quiero,

no te quiero.

Sortearemos estas palabras

y una que triunfe será la mentirosa.

Amor...

( ¿Qué digo? estoy equivocada,

aquí quise decir que ya te odio. )

¿Por qué no vienes?

¿Cómo es posible

que me dejes pasar sin compromiso con el fuego?

¿Cómo es posible que seas austral

y paranoico

y renuncies a mí?

 

Estarás leyendo los periódicos

o cruzando

por la muerte

y la vida.

Estarás con tus problemas de acústica y de ingle,

inerte,

desgraciado,

entreteniéndote en una aspiración del luto.

Y yo que te deshielo,

que te insulto,

que te traigo un jacinto desplomado;

yo que te apruebo la melancolía;

yo que te convoco

a las sales del cielo,

yo que te zurzo:

¿qué?

¿Cuándo vas a matarme a salivazos,

héroe?

¿Cuándo vas a molerme otra vez bajo la lluvia?

¿Cuándo?

¿Cuándo vas a llamarme pajarito

y puta?

¿Cuándo vas a maldecirme?

¿Cuándo?

Mira que pasa el tiempo,

el tiempo,

el tiempo,

y ya no se me aparecen ni los duendes,

y ya no entiendo los paraguas,

y cada vez soy más sincera,

augusta...

 

Si te demoras,

si se te hace un nudo y no me encuentras,

vas a quedarte ciego;

si no vuelves ahora: infame, imbécil, torpe, idiota,

voy a llamarme nunca.

 

Ayer soñé que mientras nos besábamos

había sonado un tiro

y que ninguno de los dos soltamos la esperanza.

Este es un amor

de nadie;

lo encontramos perdido,

náufrago,

en la calle.

Entre tú y yo lo recogimos para ampararlo.

Por eso, cuando nos mordemos,

de noche,

tengo como un miedo de madre a quien dejaste sola.

Pero no importa,

bésame,

otra vez y otra vez

para encontrarme.

Ajústate a mi cintura,

vuelve;

sé mi animal,

muéveme.

Destilaré la vida que me sobra,

los niños condenados.

Dormiremos como homicidas que se salvan

atados por una flor incomparable.

Ya la mañana siguiente cuando cante el gallo

seremos la naturaleza

y me pareceré a tus hijos en la cama.

 

Vuelve, vuelve.

Atraviésame a rayos.

Hazme otra vez una llave turca.

Pondremos el tocadiscos para siempre.

Ven con tu nuca de infiel,

con tu pedrada.

Júrame que no estoy muerta.

Te prometo, amor mío, la manzana.

 

Etiquetas: Carilda, Oliver, literatura, poesía, poetiza, cuba, Matanzas


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