Nació el 25 de febrero de 1591, en Düsseldorf. Estudió en el Gimnasio de los Jesuitas de Colonia cuya sotana tomó en Tréveris el 22 de septiembre de 1610. Fue ordenado presbítero en 1622 e inmediatamente comenzó su carrera de profesor de Filosofía en Paderborn y Colonia.
En 1628 comenzó su apostolado en Peine, Hildesheim, siendo un excepcional predicador. Eran los tiempos de la Contrarreforma católica y Friedrich fue activísimo devolviendo a los herejes al seno de la iglesia católica. En solo un año convirtió a la fe a nada menos que 26 pueblos enteros, devolviendo al culto católico las parroquias arrebatadas y dejando en cada sitio laicos sólidamente formados. Por supuesto, los luteranos no quedaron impasibles ante su acción pastoral, y después de las calumnias, las amenazas y las trabas, en 1629 intentaron asesinarle en Woltorf. Casi muere mártir el buen apóstol, pero se recuperó de las heridas y en 1630 le trasladaron nuevamente a Paderborn, donde comenzó a impartir Teología Moral.
El celo de Friedrich se encaminó entonces al asunto de las brujas y las condenas, aunque en su caso, se decantó por la prudencia con que se debía tratar el tema. Trató con muchas acusadas de brujería, escuchó razones, rezó y analizó muchos juicios, para finalmente abogar por la eliminación de tales juicios, debido a los excesos, las pocas pruebas y las supersticiones que, en el fondo, se alentaban al dar por bruja a cualquier mujer sospechosa. En 1631, mientras impartía Teología Moral en Colonia escribió su "Cautio Criminalis", una obra contra los juicios de brujas, dejando mal parados a los jesuitas que, sin prudencia estaban entregados a ellos. Su error estuvo en que no presentó la obra al juicio de sus superiores jesuitas, como mandan las Constituciones de la Compañía, sino que lo dio a leer a un amigo, quien lo publicó por su cuenta.
Friedrich defiende
a una "bruja"
En este ciudad destacó por las innumerables horas que empleó en el confesonario, por sus encendidas predicaciones y su acción caritativa, especialmente en la epidemia de tifus de 1635. Este mal también lo llevaría al paraíso, el 7 de agosto del mismo año.
Fue sepultado en la iglesia de los jesuitas de Tréveris, y su sepultura se perdió con el tiempo, siendo halladas sus reliquias en 1980. Se le sepultó en la capilla del colegio. El proceso de canonización se abrió en el siglo XX y sigue su curso.
Fuente:
A 7 de agosto además se celebra a:
San Cayetano,
presbítero y fundador.
San Alberto de Sicilia,
presbítero carmelita.
Santa Claudia
de Roma, viuda.