Sí, ya lo sé, el titular tiene doble sentido. Y a los dos me refiero. A esa ley que nos retrotrae treinta años atrás y a ese ministro que queda definido en la cuarta acepción del DRAE: Engendro, monstruo. Porque sólo a un engendro se le puede ocurrir una ley que nos vuelve a las tinieblas y que hace de la mujer un ser indefenso e incapaz de decidir sobre su propia vida.
Pero no quiero hablar de la ley en sí, es tanto lo que se ha escrito y tanto lo que se ha hablado de ella que estoy seguro que los lectores de Kabila tienen conocimiento y opinión sobre ella.
Quisiera hablar del aborto de Gallardón. Este tipo que para muchos pasaba por lo más progresista del PP, ese que se reunía con los gays y que fue apoyado por diarios que se dicen progresistas como El País, resulta que durante su reinado ha sido capaz de hacer que la Justicia no es igual para todos, de partida, puesto que hay que pagarla y no todo el mundo puede, y dos, una ley del aborto que responde a lo más granado de la extrema derecha y de la Conferencia Episcopal. Y que trata de convertir lo que para ellos es pecado, en un delito.
Este tipo que se dice dialogante y que es capaz de decir que su ley del aborto –a pesar de que debe pasar por el Congreso y por el Senado, y recoger todo tipo de enmiendas— no se va a cambiar. O sea que se pasa de antemano, sin saber cuáles pueden ser las propuestas de la oposición o de su mismo grupo –algunos peperos ya han manifestado su desacuerdo— por el arco del triunfo. ¡Como tiene que ser! Sí señor, un demócrata de toda la vida, como papá.
Pero es que además es un atrevido, porque estoy seguro de que este empeño enfermizo contagiado con el virus episcopal, le va a costar su carrera política, pero él: erre que erre. Esta ley será la que tenga más oposición dentro y fuera de España. Todo el arco parlamentario menos el PP –y ya veremos si no hay algún disidente— se muestra contrario. Pero es que además todas las asociaciones progresistas y de mujeres también. Y la cosa no queda sólo en este país, porque la prensa europea ya ha tomado partido y los periódicos más importantes de Francia, Reino Unido, Italia o Alemania, incluidos los conservadores, ya han hablado y se han pronunciado en contra, con gran carga crítica.
Así es que ahí le tienen ustedes, ese faraón que arruinó Madrid durante su alcaldía y la dejó con la deuda más alta de las capitales europeas, tiene como aliados a la Iglesia Católica, a la parte más cutre y extrema de su partido, incluido Rajoy, y fuera de España, a su amigo Le Pen del Frente Nacional, o sea los fascistas franceses. Esos son sus aliados. Y para ellos es capaz de cambiar una ley que estaba en línea con la mayoría de los países de nuestro entorno –Italia, Reino Unido, Francia, Alemania, etc.—, para acompañar a lo más retro y ultracatólico de Europa, como Polonia o Irlanda.
El aborto de Gallardón es probable que salga adelante, porque es también el aborto de Rajoy, y el PP tiene cogido a sus diputados por las partes blandas y les obligará a votar a su favor, pero será lo último que haga como político, porque, sin duda, esta ley que si se aprueba verán como se cambiará con una nueva mayoría en próximas elecciones, le dejará herido de muerte políticamente, acabado y en el eterno banquillo de los retirados. Por un puñado de votos, el PP puede perder más.
Merece y sería de agradecer que terminara así, si no fuera porque mientras que está aprobada hará un daño terrible a las mujeres y a la salud democrática de este país. Y esas mujeres a las que se les prohibirá abortar en nombre de una sobreactuación de la defensa de la vida –falaz e hipócrita--, quedarán lastradas para siempre por una gracia de un ministrillo que les ha demostrado su desprecio.
Salud y República
P.D. Vale la pena leer un artículo magistral de la periodista Diana López Varela, titulado: Mi coño, tu coño.