El acoso sexual sale barato
Zaida Cantera. Foto: @zaidacantera.
José de Lezcano-Mújica, el coronel del Ejército español juzgado y condenado a prisión por acoso sexual a la capitán Zaida Cantera, ya está en la calle con libertad condicional. Este ‘buen hombre’, que ha cumplido once meses menos de la sentencia que lo mandó a la cárcel, se valía de su superioridad jerárquica para hacerle la vida imposible a su subordinada. Su caso debió ser tan evidente que el propio Tribunal Militar Central no pudo mirar para otro lado cuando Cantera optó acertadamente por denunciarlo, al comprobar también con gran tristeza que otros militares, conocedores de los abusos, habían decidido callar.
No es la primera vez que traigo a Siempreenmedio el caso de esta mujer. Ya cautivó mi atención al conocer su historia y saber que, tras su dura lucha llena de obstáculos, decidía tirar la toalla y abandonar el cuerpo militar por el que sentía verdadera vocación. Es curioso. La víctima, finalmente, ha tenido que dejar su trabajo, porque a pesar de que el elemento acosador acabó entre rejas, algunos de sus compañeros no dejaron de hacerle la vida imposible por el simple hecho de defenderse y luchar por su honor y su integridad como mujer y como persona.
Pero la historia es aún más injusta si comprobamos que la condena de Lezcano-Mujica no lo inhabilita para seguir en el Ejército, una vez cumplida su pena, al no ser superior a tres años. No. Este personaje despreciable volverá a su puesto de trabajo, mientras su víctima ha tenido que dejarlo hastiada, supongo, de tantos obstáculos. No conozco a este coronel, no he visto su cara, entiendo que habrá cuidado mucho su exposición pública, pero lo imagino hinchado a su vuelta, orgulloso de su hazaña y mostrando sus heridas de guerra.
Qué desgracia que aún el acoso sexual salga tan barato en estamentos como el Ejército, precisamente el que se supone que ejerce las funciones de defensa de nuestro país. Quizá algunos militares entiendan esa defensa de puertas afuera, mientras dentro de la casa se tapan los ojos y permiten el abuso entre semejantes. Luego ya, si eso, la justicia se encarga de premiar al acosador y devolverle su puesto de trabajo. Qué triste.