Revista Insólito
Juan Manuel Macho
José Luis de Mier
Es, sin duda, el mejor y más completo acueducto que nos queda de todos los que se construyeron en el Imperio Romano, no solo por su excelente conservación, sino también por su concepto, tamaño y diseño. La grandiosidad, armonía e integración que la obra aporta al paisaje de la ciudad han sido motivo fundamental para que esta obra sea considerada la obra de ingeniería más artística y monumental de la historia romana.
Su datación es complicada, ya que no nos quedan inscripciones claras o documentación suficiente para certificar el origen de su construcción. Se le ha atribuido a Trajano, a Claudio, a Nerva o a Domiciano. Pero lo que es casi seguro es que debió ser a finales del S.I o principios del S.II. El acueducto toma el agua del río Frío situado a 18 km. de la ciudad, la Secovia romana. Se conduce mediante un canal de 0,30 m. de ancho y 0,30 m. profundo. Discurre a cielo abierto hasta el pinar de Balsaín, donde se entierra hasta llegar a un primer filtro de arena -turris aquae-. Desde ese punto el cauce se eleva sobre un muro -parte de la conducción está hoy perdida- que desemboca en un segundo deposito de decantación. Este está protegido por una caseta rectangular de 7,70 m. por 4,80 m. de planta con una bóveda de cañón ligeramente apuntado. El estanque interior mide 4,30 m. por 2,20 m. de planta y 2,60 de profundidad. Su fábrica está compuesta por seis hileras de sillares.
De este segundo depósito sale el acueducto y la conducción elevada conocida en todo el mundo. Está compuesta de 166 arcos de medio punto -68 sencillos y 44 dobles superpuestos-, y su longitud total es de 638 metros. ______________________
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Barcelona, Julio de 2012
Y esto es todo, amigos. Muchas gracias por vuestro interés. Ha sido un enorme placer compartir con vosotros esta visita virtual a las maravillas romanas que conserva nuestra tierra.
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