Revista Cultura y Ocio
No suelo hacer post homenaje a cuenta de la muerte de nadie. No hago necrológicas. Pero hoy tengo necesidad de dejar como testimonio unas líneas por la muerte de un músico popular de la Argentina y Latinoamérica que sentía cercano. Un grande de la música de rock y la música popular de quien nos hemos ocupado en varios posts. Un tipo querido por todos, de una gran calidad humana.
Decía en un post de marzo del 2007 a propósito del Gitano: "Tuve la suerte de ir a uno de esos recitales en el Gran Rex, hubiera jurado que habían sido anteriores al 2004 pero debo rendirme ante la evidencia de la información registrada en la web. Desde pequeño voy a recitales de rock, folklore, música clásica y popular y, les aseguro, que este quedará para mi entre aquellos que no olvidaré. Y les dio a todos el chagüi de cantar con un micrófono que le echaba oxígeno para facilitarle la respiración... Un monstruo".
Me siento triste. Y después de escribir esto me resulta extraño. Me parece raro sentir tristeza por alguien a quien no conocía personalmente. Alguno puede decir que un artista está en el corazón de su pueblo. Debe ser así. La primera vez que sentí eso fue cuando a mediados de los '90 murió Marcello Mastroianni. Yo crecí con las películas de Marcello y sentí que su muerte me dejaba un poco más sólo en el mundo. Debo confesar que no sentí lo mismo con la muerte de otros artistas tan grandes como Sandro, porque no tuve el enganche que tenía con él.
El vacío será grande y la tristeza, también. En la Argentina ya empiezan a comparar su funeral, que será mañana en el Congreso Nacional, con el de Gardel.
"No quiero que me lloren
cuando me vaya a la eternidad,
Quiero que me recuerden
como a la misma felicidad;
pues yo estaré en el aire,
como las piedras y el palmar;
estaré entre la arena
y sobre el viento que agita el mar."
(Sandro, Una muchacha y una guitarra)Blog del autor del libro de cuentos "Historias fugaces de hombres y mujeres".