Plymouth-A Coruña, primavera de 1589.
Hay que imaginarse el aguerrido Plymouth atestado de navíos ultimando los preparativos de la expedición punitiva contra la Monarquía Hispánica, en tanto los supervivientes de la Armada Invencible de Felipe II buscaban el abrigo de los puertos españoles.
La Contra Armada al mando de Francis Drake y John Norris al cargo de las tropas de desembarco debía mostrar un aspecto magnífico: 180 barcos y 27.667 ingleses. La flota mandada armar por Isabel I de Inglaterra era incluso nominalmente superior a las cifras más optimistas barajadas para la Invencible (133 barcos, 25.696 españoles).
Encontraron A Coruña, una ciudad casi desguarnecida, con tan sólo 5 barcos, procedentes de la dispersión de la Armada, tratando de reparar su lamentable estado en medio de la rada coruñesa.
No contaban los ingleses con la resistencia organizada eficaz, aunque parsimoniosamente, por el Marqués de Cerralbo. Lograron incendiar y quemar la Pescadería, pero frente a las murallas viejas se dieron de bruces con una inopinada resistencia.
Se dice que en el peor momento de la batalla, María Pita tomó un sillar procedente de las casas de la ciudad vieja desmontadas por las mujeres coruñesas y lo arrojó desde siete metros de altura sobre el primer inglés provisto de manta y armadura que se le venía por la escala de asalto.
Fuente:
- "El adoquín de María Pita".