Antes de que nos embargase el deseo de ver más y más series, de que surgiese la duda sobre si estamos viviendo o no una nueva era histórica en la ficción televisiva, o de que repentinamente todo el mundo se enganchase a los “fenómenos televisivos” del momento, antes de todo eso ya había en el mundo millones de espectadores preocupados por la ficción televisiva. O más concretamente, seamos realistas, espectadoras. Porque esto que ahora denominamos “seriefilia” en su momento no tuvo nombre pero sí un fin, el mismo que en la actualidad, enganchar espectadores de todo el mundo capítulo tras capítulo. Y aunque ya existían las series de televisión tal y como las conocemos hoy en día, el éxito para las cadenas estaba asegurado si se utilizaba su versión más melodramática y romántica, la telenovela. Hubo un tiempo en el que las telenovelas se llevaban por delante las siestas de muchas amas de casa y se convertían en la excusa perfecta para organizar una merienda con las vecinas. Si se cambian los sujetos de la acción, se adaptan al siglo XXI y se ponen unas cervezas de por medio, el resultado es el mismo. Y tampoco hay que rebuscar demasiado para encontrar en las series actuales guiones en los que no faltan los ingredientes esenciales de cualquier “culebrón”: un amor truncado, una mujer incomprendida y mucha sed de venganza.
Pero una cosa es aderezar una historia con giros que embauquen al espectador y otra muy diferente es utilizarlos, parodiarlos y seguir adelante con una historia tan simpática como surrealista. Y eso es lo que hace el último fenómeno televisivo norteamericano, Jane The Virgin, que Canal + Series comenzará a emitir mañana sábado, 24 de enero. La Jane a la que hace referencia el título es Jane Gloriana Villanueva, una joven trabajadora que muy pronto se convertirá en profesora y vive un feliz noviazgo con Michael, policía de profesión. Por un capricho del destino, y un error humano, en una revisión ginecológica Jane es inseminada por error y se queda embarazada.
Por si esto no fuera suficiente, el donante y padre de la criatura no es un extraño, sino el dueño del hotel en el que trabaja como camarera mientras estudia, un apuesto joven que años atrás despertó su interés. De repente la vida de Jane se convierte en una de las locas telenovelas que ella misma ve. Jane es una joven humilde que vive con su abuela Alba y su madre Xiomara, una mujer que trabaja dando clases de baile mientras pasan los años y sigue esperando poder cumplir su sueño, ser cantante profesional. Xiomara decidió ocultar a Jane la identidad de su padre, una figura que siempre ha añorado y que en realidad conoce mejor de lo que cree. Y es que para rizar un poco más el rizo, la estrella de la telenovela del momento, Rogelio de la Vega, es el viejo amor de Xiomara, que repentinamente verá como su vida da un giro inesperado.
Meses antes del estreno de la serie no eran pocos los que preveían que CW, la cadena responsable de Jane The Virgin, cancelaría la serie antes de terminar el año. Y es que hay que reconocer que suena estrafalario que una cadena que hasta ahora no ha destacado por la brillantez de sus series adaptase la telenovela venezolana Juana la Virgen. Pero todo cambió tras el estreno, y no pasó mucho tiempo hasta que la crítica se rindió ante el encanto de un universo poco verosimil pero muy humano, y los fans se enamoraron de la propuesta, un pastel al que pusieron la guinda las dos nominaciones a los Globos de Oro de la serie, las primeras para la cadena. Y desde hace unos días CW guarda en sus estanterías uno de ellos, gracias al trabajo de Gina Rodríguez en el papel protagonista. Además de la brillante interpretación de la que los medios dicen que aspira a convertirse en la Meryl Streep latina, la producción creada por Jennie Snyder tiene otras características sobresalientes.
Uno de ellos es sin duda la presencia de un narrador, que lejos de formar parte de esa moda que ha reaparecido últimamente, resulta esencial a la hora de equilibrar la balanza entre el drama y la comedia, y además “acompaña” al espectador en los esperadamente inesperados derroteros de la historia. Otro de los ingredientes con más sustancia de ésta simpática producción es el personaje de Rogelio de la Vega, interpretado por Jaime Camil y que encarna a la estrella del folletín a la perfección mientras la ridiculiza y se convierte en uno de los roles más queridos por la audiencia. La ternura que despiertan la madre y la abuela de Gloria, el temido delincuente llamado “Sin Rostro” y la alocada trama criminal que conlleva o la necesidad de elegir entre dos hombres son otros de los puntos fuertes de la serie, que en su conjunto ha logrado conformar un universo tan compacto como surrealista, pero creíble y adorable.
Para terminar, destacar que es un alivio encontrarse en Jane The Virgin con una familia de inmigrantes que lucha por salir adelante cada día, y sueña con formar un hogar. Es decir, con una familia normal, sin delincuentes, ni drogas, ni emboscadas en callejones oscuros, tal y como han reflejado en los últimos años las series norteamericanas. Pero aunque no cae en los estereotipos, o por lo menos no constantemente, la producción tiene tiempo para introducir en las tramas las fiestas tradicionales, el miedo a ser deportados o sus latinismos, que además sirven para evidenciar la convivencia entre las culturas latina y norteamericana. En definitiva, una historia que llega a la pequeña pantalla de la manera más rocambolesca e inesperada posible, pero rodeada de cariño, simpáticos giros de guión y muchas ganas de procurar a la audiencia un buen rato frente al televisor. Algo que consigue, sin ninguna duda.