Es innegable el hecho de que todas, en más de una ocasión, hemos deseado olvidar, borrar momentos tristes, dolorosos y penosos.
Deseamos olvidarnos de personas que consideramos "non-gratas", por algún mal recuerdo que tenemos en relación con su nombre; pero en ese momento, no nos detenemos a pensar en las razones y el origen de dichas sensaciones.
Nos empecinamos en la idea del tiempo y en su don de sanar heridas; entonces, cada día que pasa, anhelamos con más vehemencia que acabe el dolor y no contamos con que el tiempo es tiempo y ese "olvido", no llega de un día para otro. Tampoco es una decisión que se toma y en seguida nos transforma la vida. No, la decisión de olvidar y borrar, es un afán generado por el dolor, los recuerdos y los sentimientos rotos.
A medida que van pasando los primeros días, se siente la determinación y el orgullo erguido, la sensación de que todo es posible, de que no es tan doloroso como se creía, de que fue llanto de una noche y nadie es indispensable. Pero los días no pasan en vano y, el tiempo, no es el camino fácil al olvido; por el contrario, el tiempo es la prueba de fuego, el tiempo nos pone las barreras y los obstáculos que nos impiden avanzar y que se necesitan para superar un duelo.
Y, ¿cómo juega el tiempo? Juega con la casualidad y la memoria que son las peores enemigas del olvido. Y al paso de los días, las personas en común nos traen recuerdos, los lugares, el ambiente, una canción, una calle, una frase, un libro, el aroma de un perfume, una foto. Y son, cada una de esas casualidades, las que abren de nuevo una herida sin sanar; entonces, esos tres pasos que creímos avanzar, retroceden.
La rutina empieza otra vez, caer y levantarse. Una y otra vez y cuantas veces sea necesario porque así es como el tiempo nos enseña que el olvido no llega, es cuestión de costumbre. Es aprender a vivir con los recuerdos, con el pasado, con los sentimientos.En ese afán por el olvido, anhelamos cualquier motivo que nos haga odiar, ya que consideramos que así, todo es más fácil; pero no. No se odia lo que alguna vez se amó. El olvido es convivir con las consecuencias del pasado.Así que, para lograr perdonar y perdonarnos, debemos usar la sensatez y tener luz para reconocer que algunas personas se quedan y, otras, solo van de paso.&version;¡Gracias por leer!