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El aguador de Sevilla, Francisco Robles

Publicado el 16 enero 2013 por Ana1983 @pasenylean1

El aguador de Sevilla, Francisco Robles El aguador de Sevilla, Francisco RoblesAlgaida Editores, Sevilla, 2012






A veces la mentira no es más que la forma depurada de la verdad. He aquí el quid de la cuestión, la clave de la novela histórica que nos ocupa. El aguador de Sevilla es una obra bifronte, como el dios Jano que nos mira doblemente desde la fuente del patio de la sevillana Casa de Pilatos. La novela se construye sobre un juego de dualidades, parejas inseparables como el ser y el querer ser, la historia y la ficción, el pasado y el presente, el padre y el hijo, el creador y lo creado, lo que se muestra y lo que se oculta, y, por encima de todo, el tema central de la obra (y de la vida): la verdad y la mentira, anverso y reverso de una misma moneda que sirve para comprarlo casi todo (página 256).
Los lectores encontrarán en El aguador de Sevilla un apasionante thriller histórico construido con los mejores materiales. Francisco Robles se vale de la vieja técnica narrativa del manuscrito encontrado, con una ligera variante: la del manuscrito vivido premeditadamente para contarlo; consiguiendo así amplificar la sensación de credibilidad de la historia. El narrador escribe las páginas que leemos como transcripción de lo que otro personaje, con autoridad intelectual suficiente, ha ido compartiendo con él a partir de unos hechos perfectamente planificados con un fin muy claro: desenmascarar la falsedad del arte usando como instrumento a uno de los grandes genios universales, Diego Velázquez. Así, el personaje de James R. Silver resulta una especie de Cide Hamete Benengeli que va a proporcionar a Luis todos los datos necesarios para escribir la novela vivida en parte por ellos mismos. El resultado es una novela redonda, con una pátina final de verosimilitud hasta en el propio epílogo de agradecimientos que remata la obra.
Silver, un eminente restaurador británico prepara un golpe que (como si fuera un trasunto de un inmortal Vélazquez que ha vuelto para vengarse) hará temblar los cimientos del mundo artístico. Para ello, contará con la complicidad de Luis, un joven crítico en busca de su propia identidad, y de la periodista Helen Apple, encarnación actual de la Venus del espejo.
El verdadero autor, Francisco Robles, consigue en su obra dar perfecta vida a quien ya la tuvo, enfrentando al lector ante un Diego Velázquez ambicioso y calculador, capaz de falsificar su propia existencia para lograr lo que desea. Hay en las páginas de este libro un magnífico retrato de la Sevilla del Siglo de Oro, puerto y puerta de las Indias, pero también ciénaga amurallada por el castigo de la peste. Al leerlo, bien parece que el autor ha desoído la vieja recomendación a los artistas: Prohibido crear la verdad. Si no la crea, sí la recrea con eficacia; algo que los lectores de novela histórica agradecemos enormemente.
Se puede afirmar que esta novela tiene mucho de pictórica en cuanto a que cada una de sus páginas rezuma óleo, pigmentos y “tierra de Sevilla” (muestra de ello son las descripciones que permiten al lector la contemplación de ambientes dignos del pincel de Cézanne); pero también podemos calificarla como novela metaliteraria, llena de intertextualidades (identificables desde Cervantes a Cernuda, sin necesidad de ponerse estupendo pues quien lo probó lo sabe…) y de teoría literaria desarrollada en paralelo a la obra. La propia novela cuenta cómo se está construyendo, cómo es y cómo debe ser. Así, por boca de Silver se nos dice: una novela es como un cuadro, tiene que haber algo bajo las peripecias o los colores, algo que vaya más allá de la aventura o de un contraluz (pgn. 235-236). Literatura y pintura cogidos de la mano en la prosa brillante de Francisco Robles.
El aguador de Sevilla completa sus 335 páginas a base de pinceladas que nos van descubriendo, a medida que avanzamos en la lectura, la imagen de dos cuadros. El lector ve cómo se van dibujando estas dos pinturas, simultáneamente, a partir de los brochazos que intercalan saltos de espacio y tiempo alternativos. El autor va completando con cada episodio los matices de dos cuadros complementarios: uno refleja, enmarcada en el siglo XVII, la existencia de Diego Rodríguez de Silva y sus esfuerzos por ser el Velázquez que ambiciona; otro retrata, desde la contemporaneidad del siglo XXI, el misterioso plan de acción de Silver. Cada pincelada nos va dando nuevos datos, afinando siluetas, definiendo rostros, matizando espacios, como piezas de un puzle perfectamente dosificadas que dejan la respiración del lector contenida al compás de la de los personajes.
Solo al final, somos capaces de ver la obra terminada, ambas escenas completas para encajar la verdad y la mentira del pasado y el presente. Una sola moneda con anverso y reverso: ficción e historia, mentira y realidad, arte y comercio, verdad y negocio… En conjunto, una más que recomendable novela de Francisco Robles, periodista, escritor y, para los sedientos lectores de buena literatura, aguador de Sevilla. 

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