Revista Opinión

El `aguijón´ de Rosetta

Publicado el 12 noviembre 2014 por Daniel Guerrero Bonet
El  `aguijón´ de RosettaSi todo sale como está previsto, la sonda “Rosetta” de la Agencia Espacial Europea (ESA) hará descender, hoy miércoles, un pequeño módulo de casi 100 kilos de peso, el Philae, sobre la arrugada superficie de un cometa con forma de cacahuete, que se halla actualmente entre las órbitas de Marte y Júpiter, tras un viaje de persecución de más de 6.000 millones de kilómetros. De resultar con éxito, se trataría de una hazaña sin precedentes de la industria astronáutica europea, empeñada en misiones de bajo coste relativo para la investigación espacial. Las posibilidades de conseguir hacer aterrizar el artefacto sobre el satélite, lo que no se ha realizado nunca hasta la fecha, son del 70 por ciento, por lo que los responsables de la misión contendrán el aliento durante las siete horas que tardará en completarse la maniobra de descenso.
Nada en esta misión ha sido fácil. El viaje ha durado 10 años desde que Rosetta fuera lanzada al espacio el 2 de marzo de 2004, describiendo órbitas elípticas que le han permitido aprovechar los campos gravitatorios de la Tierra y Marte para impulsarse hacia el encuentro con el cometa 57P/Chrryumov-Gerasimenjo, de tan sólo 5 por 3 kilómetrosde diámetro, es decir, una mota de polvo en el Universo.
El  `aguijón´ de RosettaUn cuerpo sideral tan pequeño apenas tiene gravedad, por lo que el módulo Philae, si consigue aterrizar sin novedad, deberá clavar dos arpones en la superficie del cometa, como sendos aguijones, para anclarse y evitar salir rebotado otra vez hacia el espacio. Una vez “sujeto” al peñasco espacial, el módulo obtendrá por primera vez en la historia imágenes “in situ” de un cometa e iniciará los estudios que tiene encomendados sobre la composición geológica del terreno, análisis de polvo y plasma y medición del campo magnético, entre otros. Está previsto que el artefacto permanezca, al menos, una semana en plena actividad, transmitiendo a la Tierra los datos que obtengan los diferentes instrumentos de que dispone, a través de una compleja configuración de comunicaciones entre el módulo, la nave y el centro de control en la Tierra. En el proyecto de ESA, con un coste aproximado de 1.400 millones de euros, han participado compañías de 14 países europeos y grupos científicos españoles.
El interés de la misión estriba en conocer la composición de un cuerpo que pasa la mayor parte de su vida congelado, lo que hace suponer que se conserva tal como se formó hace millones de años, sin apenas alteración, permitiendo así conocer los materiales originales con los que se “construyó” nuestro sistema planetario. Para entenderlo mejor gracias a un símil: se estudiará el ladrillo con el que está construido el edificio cósmico en el que habitamos una de las viviendas. Además, el módulo permitirá detectar los cambios que se producen en un cometa debido al incremento de la radiación solar en su acercamiento al Sol, cual es la emisión de gases que se produce cuando el aumento de la temperatura hace que se evapore parte del hielo presente en su composición y se escapen los gases atrapados en su interior, formando la característica cola. Incluso puede aportar datos interesantes que avalen la teoría de que la vida, en su forma más primitiva e inorgánica, provino a bordo de estos cuerpos caídos en la Tierra, hace millones de años.
El  `aguijón´ de RosettaDe ahí las enormes expectativas que depara el aterrizaje que hoy debe producirse sobre ese minúsculo cometa que vaga solitario por el espacio, un desafío acorde a la ambición científica que lo motiva y a la audacia tecnológica que lo hace posible. Como aquella milagrosa piedra que permitió descifrar los jeroglíficos de la antigüedad, la nave homónima puede ayudar a comprender y conocer algo mejor los misterios que aún encierra nuestro Sistema Solar. Nada hay más fascinante que la ciencia explorando lo ignoto, dedicar el raciocinio al servicio de la Humanidad para elevar el conocimiento que tenemos de nosotros mismos y de nuestro entorno. Hay que felicitarse porque todavía miremos y busquemos las estrellas en busca de respuestas. 

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