Dentro de los mercados encauzado como ahorro, el dinero se mueve, invierte o acumula, en activos reales, fincas, casas, industrias… o en activos financieros que muy simplificados pueden ser: Pagarés y bonos de empresa, títulos hipotecarios, cédulas, letras del tesoro, bonos y obligaciones del estado, acciones y seguros de vida, planes de pensiones y jubilación, fondos… La decisión a tomar por cada individuo dependerá del objetivo que pretenda conseguir para tomar un camino u otro, teniendo en cuenta que rentabilidad y riesgo fijan criterios, si quiere seguridad, en general tendrá menor rentabilidad. Así unas personas depositarán el dinero en cuentas corrientes para usarlo diariamente y tener algo de liquidez, mientras otros guardarán una parte en depósitos a plazo, con un cierto interés que les rentará algo que impida la mordida de la inflación…
Los caminos son muy variados, pasando por la renta variable, esperando dividendos de dichas acciones o plusvalías mediante su compraventa, o invirtiendo en renta fija, comprando bonos del estado o de una empresa esperan una renta que reciban periódicamente, o bien meterán parte del dinero en planes de ahorro o pensiones como apoyo a su vejez, etc. etc.
Aunque las cifras individuales sean pequeñas, a escala país pueden representar grandes sumas, que se convierten en cantidades de dinero colosales si utilizamos la escala regional o mundial, procedentes del conjunto de la población, no exclusivamente representativas de los ricos. En las noticias españolas sobre las preferentes vemos miles de afectados trabajadores y jubilados, que eran los que tenían los ahorros de toda una vida en esas cajas. A final del siglo XX en España había 9 millones de partícipes en fondos de inversión, convendrán que es imposible que todos fueran ricos, ni siquiera clase media, forzosamente en esa cifra había millones de trabajadores –entre todos los fondos gestionaban un patrimonio de 35 Billones de pesetas-.
Las instituciones que acumulaban y canalizaban el dinero, tradicionalmente fueron los bancos y cajas, cooperativas de crédito, compañías de seguros… y hoy los potentes fondos de inversión. Seguimos con España, cuyos ahorros en el 2007 eran equivalentes al PIB, poco más de un billón de euros, colocados una mayoría en depósitos bancarios, 40% aunque con gran pérdida de peso respecto a 20 años antes que representaban el 65%, con inversión directa cercana a 31%, en bolsa variable un 25% y en fondos de inversión, de pensiones, y seguros un 26% con fuerte crecimiento al alza en los últimos 20 años, que se invierte en los últimos años.
Hemos visto el ahorro desde un lado, si lo miramos desde el lado opuesto, veremos ese ahorro llegar a corporaciones gigantes y empresas medianas o pequeñas y a estados o gobiernos, que tomado como créditos, realizan con esos recursos inversiones esperando obtener retornos superiores a los costes de tomarlo prestado. Este proceso se realiza tanto a escala país, regional o mundial. España ha sido un país con poca capacidad de ahorro interno, por lo que ha necesitado para sus inversiones privadas y públicas tomar prestado del ahorro exterior a través de los mercados. Hay países con capacidad de generar ahorro superior a las necesidades de inversión y prestan los sobrantes fuera, a través de los mercados. En esta situación podemos considerar a Alemania y actualmente a los países emergentes.
Los mercados son el terreno en el que juegan tantos diversos actores, con diferente potencial, cada uno con su propio interés y contradictorio con la mayoría de los otros desde su óptica individual o colectiva, regional o nacional, tanto ahorradores, como prestamistas, inversores, como empresas, gobiernos como jubilados, trabajadores como rentistas, especuladores como millonarios, granjeros como abuelos, industrias y sectores productivos, bancos y compañías de seguros, pensionistas y grandes constructoras, soñadores de proyectos transoceánicos y pymes, emprendedores y tecnológicas, energéticas y muchos etc. etc.
En general, los gobiernos y grandes corporaciones no acuden a capitalistas privados para financiarse, hoy todo el mundo funciona con el crédito tomado a través de intermediarios en los mercados contra emisiones de títulos, casi todo proyecto en casi todos los sitios necesita financiación y para ello acuden allí donde se encuentran las instituciones de inversión colectiva que han captado previamente el ahorro de cientos de millones de personas, incluidos los millones de dólares de la zona oscura, drogas, prostitución, armas… En los mercados, los captadores del ahorro mundial son prestamistas, los que encarecen la financiación privada y pública –hasta hacernos pagar 35.000 millones de euros por intereses, en 2012, suma superior a la totalidad de recortes españoles- o los que pueden derribar gobiernos y monedas, como el euro, si cerraran el grifo de la financiación. Los capitalistas individuales siguen la senda de los mercados, operan en ellos pero no tienen la capacidad de controlarlos, por supuesto iteran con ellos, se relacionan e influyen pero no controlan.