Revista Comunicación

El alarmismo perderá las elecciones

Publicado el 09 abril 2019 por Nafuente
El alarmismo perderá las elecciones

El Dicionario de la Lengua Española define el alarmismo como la "tendencia a propagar rumores sobre peligros imaginarios o a exagerar los peligros reales". Eso mismo es lo que está sucediendo ahora en la agotadora precampaña electoral en España, que se hará por fin oficial en apenas tres días. Unos cuantos líderes políticos llevan semanas trabajando duro en la tarea de asustar, sobresaltar e inquietar al electorado, recurriendo a mentiras, descalificaciones, insultos e, incluso, infamias sobre sus rivales de cara a las elecciones del 28 de abril.

Descalificación permanente

Por mucho que insistan, el alarmismo perderá las elecciones. Si ya hemos sufrido precampañas electorales barriobajeras, la de este año es la más sucia que recuerde, evidenciando la absoluta desesperación de quienes recurren a agitar a sus masas de forofos por un puñado de votos. Instalarse en la mentira y la descalificación permanente dice muy poco de unos candidatos a la Presidencia del Gobierno que ya saben que no ganarán ni por asomo las elecciones.

La gente bien formada e informada no es tonta y distingue perfectamente al buen político del oportunista, del que dice digo, luego Diego y luego se desdice de todo lo anterior. Llevamos más de 40 años de democracia a nuestras espaldas y tantos exabruptos y falsedades ya no se la cuelan a esa masa de españoles trabajadores, callados y cumplidores que están hasta las narices de tanta agitación político-mediática que agota mentes y conciencias.

Los indecisos deciden, otra vez, el próximo Gobierno

La tropa de indecisos, según varias encuestas, agrupa al 45% de los españoles con derecho a voto, a los que les quedan apenas 20 días para depositar sus papeletas, para decidir cuál será el siguiente presidente del Gobierno de España. Todos los sondeos dejan claro quien ganará los comicios. Lo que no aclaran es quién se llevará el Euromillones de la mayoría absoluta y se sentará en la Moncloa. Vienen muchas curvas y derrapes sobre piso deslizante y lo único de lo que debemos alarmarnos como demócratas es que se traspase la línea roja del sentido de Estado y se caiga en manos de radicales, esos cuyo deporte favorito es reventarlo todo.


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