A los jueces que ven estos días en Burgos el caso de la jovencísima exconcejal del PP del ayuntamiento de Ponferrada que denunció al alcalde cuarentón de su mismo partido por acoso sexual, tras una ruptura traumática de sus relaciones sexuales, les va a ser muy difícil sentenciar: hasta ahora no tienen pruebas, solo la palabra de los dos protagonistas.
Más fácil les sería fallar en contra de bastantes medios informativos: por acusadores.
Tras la ruptura de una pareja, si hay acoso, lo común es que lo sufra la mujer. Pero no es una verdad absoluta, por lo que los comentaristas no pueden emitir un veredicto antes de que lo haga la justicia, teniendo como único base la declaración de la denunciante o del denunciado.
Es posible que la acusación sea cierta. Pero algunos medios han convertido las posibilidades en dictámenes, como hacen los espectadores de “El Gran Hermano”, definiendo quien es bueno o malo.
Las conductas de los docudramas televisivos inspiran cada día más a algunos análisis periodísticos: es ideal que haya casos que, como éste, ofrecen morbosas relaciones desiguales de edad, poder y experiencia.
Para los medios críticos con el PP he aquí el caso didáctico de un político de derechas que, naturalmente, es acosador, incluso de una chica de derechas.
Para los más cercanos al PP, defender a la chica, y no al hombre, es demostrar que ya no son machistas, como era habitual.
Acoso, despecho, docudrama: medios influyentes están dictado sentencia, aunque los jueces, conocedores de todos los pormenores, no lo tendrán tan fácil.
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