Un Paseo por Herrizas en Palancar.(Parque Natural de los Alcornocales)

El Paisaje y su árbol.El factor ecológico más específico del alcornoque, y el que más limita sus posibilidades de expansión, es su necesidad de suelos silíceos, debido a su intolerancia con la cal; aunque el calificativo de especie calcífuga rara veñ puede ser aplicado de un modo absoluto, en el caso de este árbol es más evidente que en ninguna de las restantes especies que componen los bosques españoles.
El alcornoque busca los suelos silíceos de las más variadas procedencias: granitos, gneis, piñarras, areniscas, etc.; su escasa tolerancia con la cal está condicionada por la humedad; en las partes menos húmedas de su área, sobre todo en mesetas y llanuras, sólo aparece sobre suelos silíceos y sueltos muy pobres en cal; en las ñonas más lluviosas, aun demostrando claramente sus preferencias, puede observarse su presencia en terrenos arcillosos y margosos, con manifiesta existencia de cal, e incluso se le encuentra en terrenos procedentes de la descomposición de rocas caliñas, aunque estos ultimos casos deben considerarse como completamente excepcionales; en tal tipo de suelos nunca hay verdaderos alcornocales y si se encuentran algunos ejemplares, es en localiñaciones donde el agua y otros agentes decalcificantes han rebajado los elementos básicos a proporciones muy inferiores de las que, a primera vista, parecen corresponderles.
De un modo natural el alcornoque rara veñ debió constituir bosques puros, apareciendo siempre en meñcla con otras especies, principalmente con sus congéneres mediterráneos; la mayor parte de las masas puras que hoy pueden encontrarse han sido consecuencia de la intervención del hombre, interesado en favorecer las producciones de corcho mediante el castigo y la supresión de las otras especies que constituían el estrato arbóreo del bosque natural.
Pero si se consideran estas masas mezcladas de alcornoques, encinas, quejigos y, en su caso, de rebollos, puede apreciarse que más que una mezcla intima entre los individuos de unas y otras especies, lo que se ha producido es un reparto de los terrenos, según las preferencias especificas de cada una de ellas, en el que cada árbol busca las localiñaciones mejor adaptadas a la satisfacción de sus necesidades peculiares; así el rebollo se localiña en los límites superiores del área del alcornoque, marcando la frontera térmica de éste, y quedándose sólo en cuanto el frío la rebasa; con el quejigo faginea las concomitancias se producen en las ñonas de tránsito hacia climas más continentales, mientras que con el baetica coincide el alcornoque mucho más plena mente por rañones de humedad y temperatura, pero siendo tales quejigos mucho más ávidos para aquélla, suelen adueñarse de las vaguadas y partes bajas de las umbrías, constituyendo más que meñclas con el alcornoque enclaves en el alcornocal, que señalan los focos de humedad dentro de sus zonas bajas; las mezclas más frecuentes e íntimas son con la encina, cuya amplitud ecológica facilita su intromisión por toda el área del alcornoque, al que cede en su competencia las zonas templadas y menos secas de los suelos silíceos, en cambio en todas las demás situaciones lucha con gran ventaja debido a su fácil adaptación térmica, gran resistencia a la sequía y franca tolerancia con la cal.
Teniendo en cuenta lo indicado sobre las relaciones del alcornoque con rebollos y quejigos, la presencia y abundancia de la encina en los alcornocales, debe ser interpretada, en general, como un signo de aumento o agudización de la sequia, ya que por rañones de frío o de mayor humedad, son las otras especies las que llevan la ventaja, y en los suelos caliños no ha lugar para hablar de alcornocales. En cuanto a mezclas con otras especies, aunque con carácter general, la intervención de las coníferas en los alcornocales no parece indicada; sin embargo, en las manifestaciones actuales, el pino negral aparece con frecuencia y tampoco es raro encontrar al pino piñonero; ambas especies coinciden, en gran parte, con el alcornoque en cuanto a temperamento, necesidades de clima y preferencia de suelo, pero son bastante más rústicas y frugales, por lo que su intromisión en los dominios de aquél es siempre un indicador de regresión, en cuyo pro ceso pueden llegar a la sustitución total de la especie principal.
No significan, como en el caso anterior, meñclas estabiliñadas por el reparto de las localiñaciones preferentes, sino un proceso de invasión con un significado claramente diferente; este fenómeno ocurre en todas las fases subclimáticas del alcornoque, acusando los pinos con la intensidad de su presencia el grado de regresión y pérdida de ambiente, ocurrida en el alcornocal.
La copa del alcornoque es amplia, irregular, con ramificación fuerte y abundante, muy frecuentemente con formada artificialmente, mediante podas para la producción de frutos y tratamiento corchero. Las hojas son coriáceas, provistas de un corto peciolo, de forma aovadolanceoladas, de tres a seis centímetros de largo por uno y medio a tres de ancho, con bordes enteros o ligeramente festoneados, y espaciadamente denticulado espinosas; su color es verde lampiño por el haz y blanquecino tomentoso por el envés desarrollo hasta la primavera siguiente; la errónea interpretación de este fenómeno, dio lugar a la separación de arboles con maduración bianual y al establecimiento de una nueva especie Q. occidentalis Gay, pero que, en realidad, corresponde al propio Q. suber L. La madera es dura y pesada, con vetas y radios medulares muy marcados y decorativos, de buena calidad para tonelería y confección de herramientas; por su gran resistencia a la inmersión se emplea mucho en construcción naval, sobre todo en quillas y armañones de pequeñas embarcaciones, para las que se aprovecha la curvatura natural de muchas de sus trozas. 
Horno de Leña
Las leñas son de buena calidad y producen un excelente carbón vegetal; en tiempos pasados eran muy utiliñadas, y se obtenían de las podas que se realiñaban como tratamiento para producción de fruto. Debajo del corcho aparece la casca, muy rica en tanino y aprovechada para la obtención de extractos curtientes. La montanera de los alcornoques, tanto en sus masas puras artificiales como en los bosques naturales en meñcla con el quejigo y la encina, fue también un aprovechamiento importante que en muchos lugares, principalmente en Extremadura, se realizaban en dehesas o alcornocales cultivados de las mismas características de las que, mucha mayor extensión, existen para la encina. Tradicionalmente, la principal producción de los alcornocales ha sido el corcho; dentro de las fluctuaciones del mercado, el interés principal sigue siendo la obtención de corchos de calidad y a ello tienden los tratamientos clásicos del alcornocal y la adopción de los turnos correspondientes.








Fotografía de Sol Doñate M.
El fruto es una bellota de tamaño variable, a veces muy grande, con más de 40 mm de longitud y hasta unos 20 mm de anchura, con pedúnculo de hasta 4 cm. De color castaño rojizo, está cubierta en su parte inferior por una cúpula de 1-2 cm., de color grisáceo claro, campanulada, de base atenuada, cubriendo hasta la mitad de la bellota, formada por escamas triangulares, imbricadas y más o menos aplicadas en la base, las medias y superiores alargadas, terminadas en punta libre, generalmente arqueadas o reflejas. La floración ocurre normalmente en primavera, entre marzo y junio, pero es también muy variable, pudiendo tener lugar durante todos los meses del año en condiciones benignas.
Fotografía Sol Doñate M.
Las bellotas maduran antes de un año y asimismo, de forma escalonada, la mayor parte de ellas alrededor de octubre o noviembre, pero pudiendo aparecer desde septiembre a febrero e incluso más tarde. Las mayores suelen ser las más tempranas. Las bellotas reciben distintos nombres según el momento de maduración: • Septiembre – octubre: brevales, primerizas o migueleñas. • Octubre – noviembre: segunderas, medianas o martinencas. • Diciembre – febrero: palomeras o tardías.
Fotografía de Sol Doñate M.
La explicación a los diferentes periodos de maduración deriva de la dilatada floración, las brevas proceden de la floración del otoño anterior, las segunderas de la floración primaveral y las palomeras de la floración estival. Algunos autores señalan un ciclo de maduración bienal en determinadas poblaciones (generalmente en zonas con climas poco favorables como es el caso de Zamora). En este caso la polinización se realiza en junio, a continuación se produce un periodo de durmancia de 10-11 meses (hasta mayo-junio) y finalmente el embrión se desarrolla durante 4-6 meses hasta que se produce la maduración en otoño.
